Si no es en una feria de las
características actuales de San Isidro, extensa y abierta, milagros como el de
Chacón serían imposibles. Y lo dicho para Chacón vale también para Javier
Cortés, Pinar... y para cualquier otro con voluntad y capacidad
JOSÉ LUIS BENLLOCH
@JLBenlloch
@JLBenlloch
San Isidro ha rescatado otro torero. Octavio Chacón. Un
desconocido que había encontrado resguardo en las trincheras francesas a la
espera del asalto que le diese entrada en los palacios de invierno taurinos. Le
avalan mil batallas en los ruedos más recónditos de aquel país, en alguno de
España también y hasta en Perú, frente a toros imposibles para el toreo de
mimo. Toros con los que sobrevivir ya era un triunfo, le fueron dando una
fuerza personal, también un oficio, que ha sido definitivo en su victoria
isidril. Nada definitivo, no lancemos las campanas al vuelo, solo dejemos volar
la ilusión. Triunfar en el toro nunca fue cosa de un día. Hay muchos héroes de
una tarde en la historia que se diluyeron en las siguientes y no alcanzaron la
gloria, lo que viene a demostrar que la heroicidad real en el toreo a efectos
prácticos de ascenso se mide en la capacidad de reincidir.
En el caso de Chacón, conociendo su trayectoria y después de
verle manejarse en Las Ventas con los toros de Saltillo, todo hace pensar que
lo puede lograr sin grandes inconvenientes. Tiene novedad pese a los años de
alternativa; ha sobrevivido con el pan duro y la desconsideración general, así
que ahora cualquier atención le sabrá a gloria y le cargará de moral; tiene un
oficio sólido que en Madrid se tradujo en una seguridad impactante frente a un
toro que fue medio toro y frente a otro enteramente imposible. Y hasta resistió
la ofensa de un presidente, otro julay más, que no solo le negó el trofeo sino
que le ninguneó su actuación sobrevalorando al oponente en un ataque de delirium tremens o parecido. Las
incógnitas sobre su capacidad se resolverán pronto, impacientes estamos.
Simón Casas, el empresario de Las Ventas, el productor como
le gusta que le llamen, se ha apresurado a anunciar que Chacón volverá el
próximo 24 de junio. Será la tarde más importante de su carrera.
Por casos así vale la pena el largo metraje de San Isidro
con los inconvenientes e incomodidad que conllevan treinta y cuatro tardes
seguidas de toros, algunas de la cuales son de difícil digestión.
Fundamentalmente porque si no es en una feria de las características actuales,
extensa y abierta, milagros como el de Chacón serían imposibles. Y lo dicho
para Chacón vale también para Javier Cortés, que ha pagado con sangre su osadía
de triunfar, o Pinar, que apareció maduro y poderoso, y para cualquier otro que
tenga voluntad y capacidad para asaltar los palacios de invierno en los que
habitan demasiado tiempo sin que apenas les moleste nadie los actuales zares
del toreo. La reducción de esta feria solo sería gremialmente aceptable con
medidas compensatorias, con la fórmula para que los muchos Chacón que hay en el
toreo pudiesen optar a rebelarse. Si no, dónde; si no, quién. / Redacción APLAUSOS
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