El Juli y Ponce, juntos en el gran Bocho de Bilbao, feudo de grandes triunfos de ambos. Foto: EFE |
MAXI PÉREZ
Especial para EL
MUNDO Bilbao
De grandes festivales está carente la época actual del
toreo. Por eso merece la pena resaltar el valor de lo acontecido este sábado en
la plaza de Vista Alegre de Bilbao. Primero, por lo que representaba la cita
anunciada: 65 ediciones cumplía el festival más antiguo de España, el del Club
Taurino de la ciudad, recuperado el pasado año tras una década de parón. Y segundo,
como no, por la nueva muestra de la solidaridad del toreo, pues los fondos
recaudados irán destinados a la Santa y Real Casa de Misericordia.
Más de 15.000 personas, todo un entradón, acudieron a la
cita altruísta al reclamo de la dimensión de un cartelazo difícil de superar
hoy en día, con los principales nombres del momento comprometidos con la causa.
De una tacada, Pablo Hermoso de Mendoza, Enrique Ponce, El
Juli, José María Manzanares, Cayetano y Roca Rey. Ahí es nada. Y como manda la
norma histórica en este tipo de festejos, un novillero con proyección como
cierre para que saboree así un día especial con quienes cada noche sueña
compartir glorias en un futuro no muy lejano. Este honor correspondió a Toñete,
el temple bajo el diluvio de San Isidro, que puso colofón a la tarde.
Hay que remontarse al toreo en tono sepia para encontrar los
orígenes de este asolerado festejo, cuya primera edición -tras el precedente de
la becerrada homenaje al Athletic un año antes- data de 1933, cinco después de
la configuración del Club Taurino. Y como dato estacado de aquel estreno en el
que se anunciaron Torquito, Chicuelo, Cagancho, Vicente Barrera y Fermín
Espinosa 'Armillita', destaca la participación, para estoquear un becerro, del
capitán del Athletic Ramón Lafuente, toda una leyenda del fútbol.
Pablo Hermoso no juega al fútbol, pero sí será recordado
como una leyenda. La que se ha forjado a lomos de sus caballos como
revolucionario del mundo del rejoneo. Saben bien de eso en Bilbao, donde es un
ídolo. Su madura maestría quedó de nuevo patente con una monta sobria ante el
que abrió plaza de Ángel Sánchez y en el que brilló especialmente al quiebro
(ovación).
De torera madurez también sabe Enrique Ponce. Y de lo que es
tener entregada a la plaza que le encumbró. Ayer volvía a "su"
Bilbao. Y se encontró con un encastado novillo de El Parralejo al que le
"cosió" la muleta en el morro para ligar varias tandas de mérito para
corregir su tendencia huidiza (ovación tras aviso).
Para El Juli fue el primer trofeo tras una afanosa faena en
la que tiró de técnica para alargar la pegagosa embestida de su oponente
(oreja).
Devuelto el titular, Manzanares, cuajó una faena ascendente
frente al cuarto bis, no sobrado de clase, pero con el que dejó su sello al
natural (oreja).
Más calidad tuvo el utrero de Cayetano, pero su falta de
fortaleza impidió alcanzar cotas mayores (ovación).
El alboroto llegó con Roca Rey, que conectó desde el
principio con dos largas cambiadas y con la variedad del inicio y de su quite.
Explosivo fue su inicio en los medios y de dominio y mando su faena, destacando
el toreo al natural, antes del epílogo en las cercanías con circulares que
provocó el delirio. El presidente Matías no lo dudó: dos pañuelos del tirón
(dos orejas).
Caía la tarde cuando salió el último de El Parralejo. Y
Toñete cerró el festejo decidido y asentado, imponiéndose a las complicaciones
y al genio del novillo (ovación).
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