El monarca abrirá este miércoles
el palco real como continuador del romance entre la Corona y el prestigioso
festejo, en el que se anuncian los diestros extremeños Antonio Ferrera, Miguel
Ángel Perera y Ginés Marín con toros de Alcurrucén.
MARÍA VALLEJO
@m_vallejo_
Diario EL MUNDO de Madrid
La Corrida de Beneficencia siempre ha estado marcada en rojo
en el calendario taurino. Y estrechamente ligada a la Corona. Desde sus
inicios, más de 250 años, cuando un monarca convenció a un Papa para autorizar
los festejos taurinos, en aquel entonces considerados profanos, bajo la promesa
de destinar la taquilla al Hospital de Beneficencia. Donde se atendía a los más
desfavorecidos. La loable finalidad dio en la construcción del primer coso
taurino de Madrid en plena Puerta de Alcalá. Promovido por la Corona y regido
por la Junta de Beneficencia.
Hoy, la Casa Real mantiene vivo su romance con la
Beneficencia en la afición indesmayable del Rey Juan Carlos I. Que presidirá
este miércoles el festejo como enésima demostración del apoyo perseverante que,
tarde a tarde y de plaza en plaza, la rama taurina de los Borbones brinda a la
fiesta nacional. Arropada este largo San Isidro con la presencia, casi
infalible, de Froilán, Victoria Federica y la infanta Elena. Fijos ya en las
negritas de las páginas sociales.
Antonio Ferrera, Miguel Ángel Perera y Ginés Marín visten el
cartel del prestigioso festejo. Siempre tan codiciado por la plana mayor del
toreo. Y este año convertido en la "corrida de Extremadura" al estar
compuesto, por primera vez en la historia de la Beneficencia, de tres matadores
y un hierro procedentes de uno de los rincones de la piel de toro que mayor
número de toreros ha alumbrado.
Seguramente, las 17 ganaderías que hoy pastan en sus dehesas
tengan algo que ver en lo cuantitativo -y lo cualitativo- de la producción
taurómaca de Extremadura. Entre ellas se encuentra la laureada divisa de
Alcurrucén, cuyos toros tendrán la última palabra este miércoles.
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