Octavio Chacón y Javier Cortés
pasean sendas vueltas al ruedo con los mejores lotes. Pero los pasajes de mayor
calidad fueron de Tomás Campos, sin espada en su confirmación.
Octavio Chacón |
ZABALA DE LA SERNA
@zabaladelaserna
Diario EL MUNDO de Madrid
Cuando el calor granítico aflojaba y había caído la tarde,
la gran corrida de Montalvo había ganado a los puntos. Cinqueña en su
totalidad. Y rematada. Cuajada a falta de ser cuajada debidamente. Distintos
grados de casta y bravura. Que abundaron en el segundo y tercero. Con sus
matices para el torero, claro. De mucha movilidad siempre. No tanto en el toro
de apertura. De lejos el de menores prestaciones. Y la clase del mansito
cuarto. Ese toque especial para abrirse que también habitaba en el quinto. De
mayor motor y duración. Despidió el más que notable sexteto la nobleza de un
último que no terminó de humillar.
En lo numérico, Octavio Chacón y Javier Cortés se quedaron,
por hache o por be, en la frontera de la oreja y pasearon sendas vueltas al
ruedo. Sin embargo, el toreo de más calidad vino en las muñecas de Tomás
Campos. Ni tan afortunado en el sorteo, ni tan preciso con la espada.
A Octavio Chacón lo recibió Madrid en su regreso tras la
saltillada como a un héroe. Chacón confirmó a Tomás Campos la alternativa. Y
Campos confirmó su buen corte. Con los mínimos de un toro limitado en todo. Lo
justo para que le echase los vuelos desde su izquierda. Desde la colocación
clásica y enfrontilada, dibujó bellos naturales a pulso. Casi de uno en uno.
Octavio Chacón puso al encastado segundo muy en largo en el
caballo. De primeras. Sin el orden progresivo. Galopó el montalvo. La firmeza
del jerezano fue su mejor baza con el pistón de la embestida. Tres o cuatro
series de torero curtido en ásperas batallas, defendiendo el sitio. Cuando
presentó la zurda, el viaje acusó el desgaste. Y siguió por la mano de más
nota. El broche genuflexo alcanzó cotas no conquistadas antes.
El toque mansito del cuarto traía la clase. En ese irse sin
irse. Tras una triada de recias tandas, quiso marcharse. Octavio Chacón se lo
sacó a los medios para evitar la querencia. Y allí la colocación con la zurda
no fue igual. Amagó de nuevo la huida. Y el jerezano cerró inteligente hacia tablas.
Entró a matar a ley. Pero necesitó del descabello. El palco no atendió la
petición. Quizá no mayoritaria.
Como la de Javier Cortés, que también se tiró a matar o
morir -terrible la imagen colgado de un pitón- después de una faena con
momentos de encaje y mano baja con el gran quinto. Que tanto manseó en los
tercios previos.
Todo lo contrario al bravo tercero. Que reponía sin salirse
de los vuelos de un decidido Cortés. Todo lo trató de hacer por abajo en sus
costosos intentos por ligar.
Campos volvió a plasmar su caro sello con el manejable
sexto. La fe se disolvió espada en ristre.
MONTALVO | Chacón, Cortés y Campos.
Toros de Montalvo, todos
cinqueños, cuajados y serios; limitado de poder y fondo el 1º; encastado el 2º;
bravo y reponedor el 3º; mansito y con clase el 4º; notable el gran 5º; noble
el 6º sin humillar.
Octavio Chacón, de celeste y oro. Pinchazo y estocada
(leve petición y saludos). En el cuarto, estocada y dos descabellos. Aviso
(petición y vuelta).
Javier Cortés, de azul pavo y oro. Estocada baja
(saludos). En el quinto, media estocada (petición y vuelta).
Tomás Campos, de verde botella y oro. Pinchazo hondo,
pinchazo y descabello. Aviso (ovación). En el sexto, dos pinchazos, estocada y
dos descabellos. Aviso (silencio).
Monumental de las Ventas. Domingo, 24 de junio de 2018. Unas 7.500
personas.
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