viernes, 22 de junio de 2018

FERIA DE HOGUERAS EN ALICANTE – SEGUNDA CORRIDA: Apoteosis de Roca Rey, poesía de Talavante

El peruano mostró su tauromaquia total con el tercer toro de Cuvillo en una faena de dos orejas. Sólo una concedió el usía. La embestida simplona del sexto bis le sirvió para amarrar la puerta grande. La figura extremeña paseó un trofeo.

SALVA FERRER
@salvaferrer78 
Diario EL MUNDO de Alicante

Castella y Talavante, que salieron a hombros en el reciente San Isidro, y Roca Rey, que es tan volcán en las taquillas como en la arena llenaron en más de tres cuartos el aforo del coso de la Plaza de España. Buena entrada. El público, que es el que sostiene la fiesta, no es tonto. En Alicante, en Madrid o en Puerto Banús. El ambientazo clásico de las tardes de expectación. El calor, las estrecheces, las colas... El hierro de Cuvillo, figura entre las ganaderías, lleva unos años de bravura sostenida excelente. Por eso la matan las figuras. Porque es brava y permite hacer el toreo y triunfar.

No fue corrida completa pero hubo dos toros notables: tercero y quinto.

Roca Rey dio un recital de toreo con el capote. Un surtido, prueba de la largura de su concepto. Desde la larga de rodillas en el tercio, la verónica ganadora de terrenos, la media a la cadera, la chicuelina intercalada y la revolera. Luego galleó por tapatías para llevar el cuvillo al del castoreño. Perfecto el compás. Quitó por chicuelinas, con tafallera, caleserina... Un alboroto. Entrega recíproca entre artista y audiencia. En la boca de riego, firmó varios pases cambiados por la espalda. Sin expulsar, recogiendo la embestida para ligar. El núcleo de la frondosa faena fue el toreo en redondo. Asentado, encajado, torero, profundo. El toro acusaba ya las dos faenas con capote y muleta. Casi en los postres hubo circulares entre los pitones. Y las luquecinas como epílogo. Y una estocada de ley. El poder omnímodo de cabo a rabo. La tauromaquia total de un torero descomunal: Roca Rey. El presidente le negó la segunda oreja ante el estupor y la indignación de los presentes. Dio dos clamorosas vueltas al ruedo. La decisión de no concederle la segunda oreja fue digna de emplear el VAR, ya que estamos en pleno Mundial. Igual en la repetición... Vaya añito de presidentes. Qué atropello, qué injusto. Y qué vergüenza. Vaya tela.

El escurrido sexto fue devuelto en el tercio de banderillas. Saltó al ruedo un sobrero alto y feo con el hierro titular. Pese a ser simplona la embestida, el peruano trató de vestir aquello para darle entidad y amarrar la puerta grande. Encuentra toro por todas partes. Más allá del valor a prueba de bombas, la sensación de control absoluto es digna de análisis. Por eso será lo que quiera ser en el toreo. Y el hambre de triunfo. Insaciable ante el toro. Cortó otra oreja que, comparada con su actuación anterior, resultó menor. Pero el fondo es de torero superlativo.

El primero de Castella era una pintura. Osborne total: mosqueado, botinero, bocinegro. Bondad y nobleza a raudales. Menos caudal de poder. El francés, casi noticia, comenzó genuflexo entre las rayas de picar. Ya en los medios lo muleteó con templanza y facilidad. También mecánico, con las connotaciones peyorativas que tiene el adjetivo en cuestión. Toro a menos, faena sin excesivo relieve.

El cuarto fue un toro que dejó estar y hacer. Con buen fondo, inesperadamente para quien suscribe, hasta que se rajó. Sobresalió una estrofa de hondos naturales, con los vuelos. Pero en términos globales, faltó precisión.

Talavante llevó muy a media altura al deslucido segundo, que blandeó en la muleta pero derribó al varilarguero. Muy sueltecito, el extremeño trató de fijarlo y sujetarlo primero para tratarlo con sutilidad y cadencia después. Ni los tiempos, ni las pausas... Ni el toro medio, ni el toro vulgar, que se dice. El toro casi imposible.

Talavante saludó con dos faroles al quinto justo cuando se encendieron los focos y chispeaban los alamares. Se desmonteró Trujillo. Genuflexo el inicio en el tercio. Mirando al tendido, como en Madrid. Lidia y toreo fundidos. Intensidad como una descarga de magia tuvo una serie con la derecha. Sublime, al ralentí. El toreo deletreado. La embestida del buen cuvillo seducida de temple, que es un don y más en Talavante. Hubo una dosis con la izquierda que fue poesía. Medido, sentido. Paseó una oreja.

CUVILLO | Castella, Talavante y Roca Rey
Toros de Núñez del Cuvillo, de notable presencia por buenas hechuras y variado comportamiento; noblón el 1º, deslucido el 2º, notable a menos el 3º, rajado el 4º, bueno el 5º y simplón el 6º bis.
Sebastián Castella, de sangre de toro y oro. Pinchazo y estocada desprendida trasera (palmas). En el cuarto, estocada contraria, atravesada y trasera y tres descabellos. Aviso (silencio).
Alejandro Talavante, de malva y oro. Estocada (saludos). En el quinto, pinchazo y estocada (oreja).
Andrés Roca Rey, de tabaco y oro. Estocada (oreja con fuerte petición de la segunda y dos vueltas al ruedo). En el sexto, pinchazo y estocada (oreja). Salió a hombros por la puerta grande.
Plaza de toros de Alicante. Viernes, 22 de junio de 2018. Tercera de feria. Más de tres cuartos de plaza.

No hay comentarios:

Publicar un comentario