El peruano mostró su tauromaquia
total con el tercer toro de Cuvillo en una faena de dos orejas. Sólo una
concedió el usía. La embestida simplona del sexto bis le sirvió para amarrar la
puerta grande. La figura extremeña paseó un trofeo.
SALVA FERRER
@salvaferrer78
Diario EL MUNDO de Alicante
Castella y Talavante, que salieron a hombros en el reciente
San Isidro, y Roca Rey, que es tan volcán en las taquillas como en la arena
llenaron en más de tres cuartos el aforo del coso de la Plaza de España. Buena
entrada. El público, que es el que sostiene la fiesta, no es tonto. En
Alicante, en Madrid o en Puerto Banús. El ambientazo clásico de las tardes de
expectación. El calor, las estrecheces, las colas... El hierro de Cuvillo,
figura entre las ganaderías, lleva unos años de bravura sostenida excelente.
Por eso la matan las figuras. Porque es brava y permite hacer el toreo y
triunfar.
No fue corrida completa pero hubo dos toros notables:
tercero y quinto.
Roca Rey dio un recital de toreo con el capote. Un surtido,
prueba de la largura de su concepto. Desde la larga de rodillas en el tercio,
la verónica ganadora de terrenos, la media a la cadera, la chicuelina
intercalada y la revolera. Luego galleó por tapatías para llevar el cuvillo al
del castoreño. Perfecto el compás. Quitó por chicuelinas, con tafallera,
caleserina... Un alboroto. Entrega recíproca entre artista y audiencia. En la
boca de riego, firmó varios pases cambiados por la espalda. Sin expulsar, recogiendo
la embestida para ligar. El núcleo de la frondosa faena fue el toreo en
redondo. Asentado, encajado, torero, profundo. El toro acusaba ya las dos
faenas con capote y muleta. Casi en los postres hubo circulares entre los
pitones. Y las luquecinas como epílogo. Y una estocada de ley. El poder
omnímodo de cabo a rabo. La tauromaquia total de un torero descomunal: Roca
Rey. El presidente le negó la segunda oreja ante el estupor y la indignación de
los presentes. Dio dos clamorosas vueltas al ruedo. La decisión de no
concederle la segunda oreja fue digna de emplear el VAR, ya que estamos en
pleno Mundial. Igual en la repetición... Vaya añito de presidentes. Qué
atropello, qué injusto. Y qué vergüenza. Vaya tela.
El escurrido sexto fue devuelto en el tercio de banderillas.
Saltó al ruedo un sobrero alto y feo con el hierro titular. Pese a ser simplona
la embestida, el peruano trató de vestir aquello para darle entidad y amarrar
la puerta grande. Encuentra toro por todas partes. Más allá del valor a prueba de
bombas, la sensación de control absoluto es digna de análisis. Por eso será lo
que quiera ser en el toreo. Y el hambre de triunfo. Insaciable ante el toro.
Cortó otra oreja que, comparada con su actuación anterior, resultó menor. Pero
el fondo es de torero superlativo.
El primero de Castella era una pintura. Osborne total:
mosqueado, botinero, bocinegro. Bondad y nobleza a raudales. Menos caudal de
poder. El francés, casi noticia, comenzó genuflexo entre las rayas de picar. Ya
en los medios lo muleteó con templanza y facilidad. También mecánico, con las
connotaciones peyorativas que tiene el adjetivo en cuestión. Toro a menos,
faena sin excesivo relieve.
El cuarto fue un toro que dejó estar y hacer. Con buen
fondo, inesperadamente para quien suscribe, hasta que se rajó. Sobresalió una
estrofa de hondos naturales, con los vuelos. Pero en términos globales, faltó
precisión.
Talavante llevó muy a media altura al deslucido segundo, que
blandeó en la muleta pero derribó al varilarguero. Muy sueltecito, el extremeño
trató de fijarlo y sujetarlo primero para tratarlo con sutilidad y cadencia
después. Ni los tiempos, ni las pausas... Ni el toro medio, ni el toro vulgar,
que se dice. El toro casi imposible.
Talavante saludó con dos faroles al quinto justo cuando se
encendieron los focos y chispeaban los alamares. Se desmonteró Trujillo.
Genuflexo el inicio en el tercio. Mirando al tendido, como en Madrid. Lidia y
toreo fundidos. Intensidad como una descarga de magia tuvo una serie con la
derecha. Sublime, al ralentí. El toreo deletreado. La embestida del buen
cuvillo seducida de temple, que es un don y más en Talavante. Hubo una dosis
con la izquierda que fue poesía. Medido, sentido. Paseó una oreja.
CUVILLO | Castella, Talavante y Roca Rey
Toros de Núñez del Cuvillo,
de notable presencia por buenas hechuras y variado comportamiento; noblón el
1º, deslucido el 2º, notable a menos el 3º, rajado el 4º, bueno el 5º y simplón
el 6º bis.
Sebastián Castella, de sangre de toro y oro. Pinchazo y
estocada desprendida trasera (palmas). En el cuarto, estocada contraria,
atravesada y trasera y tres descabellos. Aviso (silencio).
Alejandro Talavante, de malva y oro. Estocada (saludos). En el
quinto, pinchazo y estocada (oreja).
Andrés Roca Rey, de tabaco y oro. Estocada (oreja con
fuerte petición de la segunda y dos vueltas al ruedo). En el sexto, pinchazo y
estocada (oreja). Salió a hombros por la puerta grande.
Plaza de toros de Alicante. Viernes, 22 de junio de 2018. Tercera de
feria. Más de tres cuartos de plaza.
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