El alicantino desorejó a
'Disparado', un soberbio juampedro que salvó el honor del lamentable encierro.
El manchego coronó la tarde de su alternativa con tres trofeos.
SALVADOR FERRER
@salvaferrer78
Diario EL MUNDO de Alicante
Foto: EFE
Diego Carretero, novillero manchego afincado en Alicante,
tomó la alternativa con el toro «Rezongana»,
negro mulato chorreado, de 490 kilos y con el hierro de Juan Pedro Domecq. Un
manchego ilustre, eslabón evolutivo del toreo, Rey del temple, Dámaso González,
también se doctoró en el coso de la Plaza de España. Y solía ser habitual ver a
Dámaso en los tendidos de la plaza. Honor a los más grandes. Siempre en el
recuerdo.
Diego Carretero tiene oficio, un concepto sobrio, recio y
clásico como buen manchego. Soberbio el saludo a la verónica, rematado en la
boca de riego, mecidas las verónicas. Torerísimo el inicio por bajo. Hubo una
serie maciza en redondo, limpio el trazo, apurada la embestida. Endeble y
terciado el toro. Gustaron las formas clásicas y el buen gusto. Paseó su
primera oreja como matador de toros.
Morante en Alicante siempre deja cosas para el recuerdo más
allá de su imborrable torería. El día que le ofreció unas gafas al presidente
-anteayer lo pudo hacer Roca Rey-, la tarde que cogió la manguera y se puso a
regar o la otra que apuntilló al toro como si fuera un certero tercero. Los
genios pueden hacer lo que quieran. El segundo era un taquito más que un
tacazo. Poca cosa por fuera y por dentro. Una media sabrosa, dos ayudados por
alto y un molinete con el aire de un abaniqueo con la franela se apuntan como
lo más reseñable de su labor. Con estos toros, casi la nada. Y si de emoción
hablamos, la nada. Qué pena.
El cuarto salió picado de chiqueros. Morante lo saludó por
chicuelinas. Infumable el juampedro, flojo de remos, que parecía que quería
pero no podía con su alma. Gazapón y andarín, además. Inédito el genio de La
Puebla del Río. Hubo leves pitos tras doblar el toro, más de decepción que de
juicio sonoro crítico.
Como los dos primeros, el tercero traía la misma estampa
anovillada, terciada. Salió con pies pero fue un espejismo. En estos casos de
toro chico, si se mueven uno se olvida de las carencias morfológicas pero si
además blandean el espectáculo es lamentable. La gente, muy con su torero, no
pudo ni demostrarle el afecto. Con este tono de escasez artística y nulidad
bovina se llegó a la hora de la merienda.
El quinto fue un toro de escándalo, sensacional, de bravura
sostenida, que diría el maestro Barquerito, refinada y soberbia. Puede que de
indulto. «Disparado» salvó el honor con su
excepcional bravura en tarde tan desastrosa. Lo aplaudieron en el arrastre.
Nadie pidió la vuelta al ruedo. El de Juan Pedro Domecq embistió con clase,
celo, fijeza, nobleza, tuvo duración. Todo virtudes. Un toro de bandera.
Manzanares le cortó las orejas tras una faena enmarcada en su concepto de
acompañar las embestidas con su inconfundible empaque. Hubo ligazón e
intensidad. Y hubo, sobre todo, una serie redonda, sublime y rotunda al
natural. Con la derecha, algunas series fueron más frondosas de lo habitual en
Manzanares. Mató de una gran estocada y paseó las dos orejas. Recuerden su
nombre: «Disparado», pedazo de toro.
Carretero no se quiso quedar atrás tras el triunfo de
Manzanares, a quien brindó el toro. El de Hellín lo recibió con dos largas
cambiadas de rodillas en el tercio. Con el pastueño sexto, Carretero lució al
natural. Tiene cosas de torero macizo y hecho pese a ser su primera corrida de
toros.
La euforia se disparó en los dos últimos toros, cuyo juego y
resultado maquillaron en buena parte el conjunto de un encierro mal presentado.
Manzanares y Carretero abandonaron la plaza a hombros por la
puerta grande. Final feliz. Quizá.
JUAN PEDRO | Morante, Manzanares y Carretero
Toros de Juan Pedro Domecq,
terciados, anovillados, que ofrecieron un juego escaso y lamentable; endeble y
noble el 1º, deslucido y flojo el 2º, blando el chico 3º, deslucido el 4º,
extraordinario el 5º, aplaudido en el arrastre; pastueño el 6º.
Morante de la Puebla, de catafalco y oro. Pinchazo y estocada
(palmas). En el cuarto, dos pinchazos, media estocada y descabello (silencio).
José María Manzanares, de azul marino y oro. Dos pinchazos
(silencio). En el quinto, estocada (dos orejas).
Diego Carretero, de blanco y oro. Pinchazo y estocada.
Aviso (oreja). En el sexto, estocada (dos orejas).
Plaza de toros de Alicante. Sábado, 23 de junio de 2018. Cuarta de
feria. Más de tres cuartos largos de entrada.
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