Excepcional, completa y brava
corrida de Garcigrande y Domingo Hernández en la que el valenciano y el
madrileño desorejaron los toros 4º y 2º, respectivamente.
SALVADOR FERRER
@salvaferrer78
Diario EL MUNDO de Alicante
Ponce y El Juli, dos de los toreros más importantes de la
historia del toreo y pilares fundamentales en la época contemporánea, se vieron
las caras en el broche de la Feria de Hogueras. Siempre en liza, en la guerra,
sin idas ni venidas, sin reapariciones más allá de las cornadas. Figurones del
toreo desde San José hasta El Pilar y sin solución de continuidad América y así
28 y 20 años, respectivamente. La de paseíllos que habrán hecho juntos con la
rivalidad íntima de ser competencia por el trono y por la vara de mando,
adversarios y exponentes de dos conceptos tan distintos, distantes y apasionantes.
El primero de Domingo Hernández fue bravo en el caballo.
Hasta los medios se llevó y se trajo al varilarguero. En realidad, toda la
corrida fue brava y peleó en el caballo. Un corridón de toros. Y fue a más en
la muleta. Torerísimo el inicio por abajo, genuflexo cambiando el eje pero sin
enmendarse. Faena clásica poncista, ligando sin llegar a soltar las embestidas.
Con la izquierda le dio su tiempecito entre muletazo y muletazo. Varios de
pecho soberbios, muy Ponce también, de pitón a rabo y hasta la hombrera. El
epílogo sumó varias poncinas, torería de autor. Toro exigente. Qué hermoso,
suerte al margen, es siempre ver a Ponce torear genuflexo. La naturalidad y el
clasicismo, el sentido y la función del toreo. Un bajonazo y varios descabellos
evitaron la oreja pero no la cerrada ovación.
El cuarto, de Garcigrande, salió muy a su aire, desentendido
y sueltecito. Pero fue toro cambiante, a más y a mejor en parte porque Ponce le
dio su medicina en el primer tramo de la faena. La media altura, la muleta
puesta, la ciencia poncista. Eso afianzó e hizo aflorar un fondo impensable.
Hubo ligazón en el toreo en redondo y repertorio en los remates. Las poncinas,
de nuevo, y un cambio de mano hermoso levantaron al personal de sus asientos.
El maestro de Chiva no falló a su cita con la puerta grande de Alicante. Dos
orejas.
El segundo fue bravo como un tejón. Encastado, vivo, de
fijeza superior, de enorme transmisión. Tuvo suerte el toro. Brindó a Palazón.
El Juli comenzó por bajo y por abajo. Que no siempre que se torea por bajo se
conducen las embestidas por abajo. Hubo, especialmente, una serie a derechas de
mando cumbre, el palillo por la rodilla, la bamba lamiendo la arena, la reunión
y el ajuste. Uno de pecho codilleado tuvo gusto y empaque. Hubo autoridad,
precisión y reunión. Faena de enorme intensidad, emotiva y torera. Con la
izquierda, El Juli bajó la mano y los humos de fiereza. El toro, bravísimo, no
hubiera admitido alivios. El natural redondo, macizo, profundo y redondo. Un
toro bravo, un torero bárbaro de poder omnímodo y ambición insaciable. Cayó la
espada y también las dos orejas.
Al quinto, López Escobar lo cuajó con el capote. Le formó un
lío con las lopecinas, que a diferencia de las zapopinas, se abrochan más
abajo. Juli firmó tres quites seguidos. Uno toreadísimo por faroles. Luego
intercaló la chicuelina con la cordobina, la tafallera, varias medias de
cartel... Un recital con el capote. Todo parecía presagiar otra faena grande,
pero el toro se rajó clamorosamente. Ya en la primera serie miraba las tablas
tras cada muletazo. ¿Por qué no premiar con orejas el toreo de capote?
Cayetano saludó por cordobinas genuflexo. Brutal la cogida
sin aparentes consecuencias de Alberto Zayas en banderillas. Un milagro, se
salvó. El toro fue incómodo, con su genio y su viveza. Lo pasó mal el torero,
cuya colocación dio siempre la impresión de estar en alerta y poco confiado.
Muy al hilo y muy aparente. Un mal rato.
El colorado sexto derribó al picador. Alberto Zayas majó un
par estupendo y se desmonteró junto con Joselito Rus. Buen trincherazo y mejor
cambio de mano en el prólogo de Cayetano. Sin ser de los mejores toros de una
gran corrida, sí fue toro para mejores mimbres y otro trato. Cayetano, entre
dos colosos del toreo.
GARCIGRANDE | Ponce, El Juli y Cayetano
Toros de Domingo Hernández y
Garcigrande (4º y 5º), de dispar
presencia y muy bravo comportamiento; bravo con genio el 1º, aplaudido en el
arrastre; bravo el excelente 2º, aplaudido en el arrastre; incierto el
encastado 3º; a más y mejor el buen 4º, también ovacionado en el arrastre;
noble el manso 5º; noblón el 6º.
Enrique Ponce, de azul turquesa y oro. Bajonazo y cuatro
descabellos. Dos avisos (ovación). En el cuarto, estocada desprendida pasada
(dos orejas).
El Juli, de tabaco y oro. Estocada baja (dos
orejas). En el quinto, media estocada y descabello (ovación).
Cayetano, de azul añil y azabache. Pinchazo y
estocada (silencio). En el sexto, pinchazo y estocada (silencio).
Plaza de toros de Alicante. Domingo, 24 de junio de 2018. Quinta y
última de feria. Más de tres cuartos de entrada.
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