domingo, 19 de mayo de 2013

FERIA DE SAN ISIDRO – UNDÉCIMO FESTEJO DE ABONO: Tormenta de granizo y lluvia de orejas

Diego Silveti

PACO AGUADO

La fortísima tormenta de granizo que cayó sobre la plaza de Las Ventas durante la lidia del tercer toro precedió a otro tipo de lluvia, en este caso la de orejas, pues, en caso poco habitual últimamente, la presidencia concedió una a cada uno de los tres toreros del cartel.

Fue como si la tremenda granizada que descargó sobre Las Ventas, mientras retumbaban los truenos en el negro cielo madrileño, apaciguara los ánimos de los siempre exigentes tendidos de la primera plaza del mundo. Porque en cuanto empezó a escampar el público madrileño se dio a unas peticiones de oreja más que generosas y que llevaron a que cada espada de la terna recorriera el ruedo con una de ellas en la mano.

La tarde se cerró así con un balance estadístico que hacía mucho tiempo que no se vivía en esta tantas veces agria e intransigente "cátedra", pero que tiene días extraños en los que baja el listón sin motivo aparente. La primera oreja fue para el mexicano Diego Silveti, que se enfrentó al tercero de los de Bohórquez bajo una dura granizada que, en minutos, tiñó de blanco la arena del ruedo.

Juan Bautista
No le importó a Silveti luchar contra los elementos más que contra el toro, que no tuvo mayores problemas por su falta de raza y que apenas aportó emoción a una faena simplemente aseada. Pero el trasteo se vio envuelto en unas condiciones climáticas tan adversas y excepcionales que, sin duda, motivaron esa petición de oreja que abrió las compuertas. Con todo, el trofeo que logró tiene un significado especial pues hacía justamente trece años que un matador de toros mexicano, en este caso Zotoluco, no conseguía cortarlo en el coso madrileño.

Tras la concedida a Silveti llegó la oreja que le dieron a Juan Bautista del toro de Carmen Segovia que remendó la corrida. Fue un éste un astado bastote y grandón pero que acabó embistiendo con profundidad a la muleta del francés. Las dos tandas de naturales con que Bautista abrió la faena tuvieron poso y hondura, con un trazo templado y largo, mientras sacaba el mejor fondo del toro llevando los vuelos del engaño muy a ras de arena.

Pero a partir de ahí, cuando su labor estaba en el cenit, Juan Bautista dejó de exigir al toro y de exigirse a sí mismo, y el nivel descendió muchos grados, demasiados. Incluso hasta llegar a cortar la faena antes de tiempo. Pero, aun así, el mojado y apaciguado público la consideró digna de trofeo.

Juan del Álamo
Y para que no hubiera agravios comparativos, también se quiso premiar al salmantino Juan del Álamo, que tuvo el lote de más fondo y posibilidades de la tarde. Con el primero, ante el que rivalizó en quites con Silveti, se le vio con cierta ligereza motivada por su ansia de triunfo, la misma que tuvo también ante el quinto, del que cortó la oreja. Pero ambos toros, y sobre todo su segundo, pedían más temple y más reposo tanto en lo técnico como en lo estético, por mucho que, tras una buena estocada, lograra igualar estadísticamente con sus compañeros.

Antes de la tormenta, Juan Bautista tuvo que tener más cuidado con el viento que con el insulso toro que abrió plaza, mientras que Silveti perdió toda ilusión por abrir la Puerta Grande ante un sexto con carrocería de camión y motor de utilitario. / EFE


FICHA DEL FESTEJO
Cinco toros de Fermín Bohórquez, bien presentados pero muy desiguales de volúmenes, nobles y con calidad pero con escaso fondo de raza y de justas fuerzas. Y uno de Carmen Segovia (4º), grandón y basto, de buen juego en la muleta.
Juan Bautista: estocada desprendida (silencio); estocada delantera (oreja).
Juan del Álamo: estocada tendida y cuatro descabellos (palmas tras aviso); estocada (oreja tras aviso).
Diego Silveti: pinchazo y estocada tendida (oreja); estocada atravesada (silencio).
Entre las cuadrillas, destacaron con las banderillas Mingo y Curro Robles, que saludó montera en mano.
Domingo 19 de mayo. Undécimo festejo de abono, con los tendidos casi llenos en tarde fría y tormentosa, con granizo durante la lidia del tercero.

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