En la 3ª de la
Feria de Jerez hubo que esperar al quinto y al sexto para ver algo torero de
verdad. Padilla, cumbre con el quinto, mientras Talavante estuvo templado ante
el excelente sexto. Antes, una presidencia inepta que se puso a dar orejas sin
causa justificada. Lo peor que se puede ver en una plaza de toros.
CARLOS CRIVELL
Foto: EFE
En la ficha se consignan las orejas que
se cortaron en el cierre de la feria jerezana. Se podría pensar que fue una
corrida sublime, pero nada más lejos de la realidad. Ese grupito de aficionados
que pide orejas por sistema, aliado con un presidente sorprendente, lograron el
milagro. Un saco de orejas y muy poco que contar. Casi todas llegaron tras
peticiones mínimas, pero el usía estaba derrochador y se tiró al vacío regalando
trofeos. Los mismos toreros y cuatro aficionados de relieve estaban asombrados.
Nunca habían presenciado tanta alegría a la hora de sacar el pañuelo. Se dice
que debutaba en el palco. Si hubiera seriedad en este asunto, que no lo hay,
debería ser debut y despedida.
La nota alta de la corrida la puso Padilla en el quinto, un Cuvillo
con un gran pitón izquierdo. El torero jerezano fue un prodigio de casta torera
y de calidad al natural. Se lució en las largas
cambiadas y en el quite, sobre todo en un remate a una mano en el que se
pasó al toro por la faja. Al natural lo cuajó Padilla en una faena sobresaliente, ya porque el toro embistió
humillado y templado, ya porque el torero se gustó en pases de trazado
impecable. Todo lo culminó con su toreo de entrega y variedad, lleno de adornos
y alardes que pusieron la plaza al rojo vivo. Lástima que la espada hiciera
guardia y necesitara volver a realizar la suerte suprema. La gente pidió dos
orejas y ahora el palco necesitó que las mulillas se fueran sin toro para al
final concederla. Qué espanto de presidente.
Alejandro Talavante |
La primera oreja con sentido de la tarde
fue la de Talavante al tercero. Fue
toro con problemas por el lado derecho y el extremeño se empeñó en dominarlo
por el pitón malo, para luego seguir con naturales
de factura variada, algunos de temple exquisito. Tras las manoletinas y una estocada imperfecta llegó la oreja pedida por
mayoría.
Las que se concedieron en los dos
primeros toros se inscriben en la antología del disparate. El que abrió plaza
fue un manso al que Ponce lo toreó
al comienzo con maestría por abajo para someterlo. A partir de ahí, casi nada.
Muletazos a media altura citando fuera de cacho en una labor sin compromiso.
Sin petición ninguna, salvo veinte pañuelos mal contados, llegó el primer
despojo de casquería.
Padilla tropezó con otro inválido en primer lugar. Faena de cuidados y
mimos a media altura sin poder lucirse. Ese detalle no le importó a los
pedigüeños ni al presidente para premiarle con un trofeo.
Enrique Ponce |
La que cortó Ponce al cuarto fue aún más increíble. El toro fue un inválido
absoluto. Es algo que sucede muchas veces, el toro se cae y se tambalea. Con
esos toros es imposible el toreo. De ahí a adoptar posturas toreras, como hizo
el valenciano, como si estuviera delante de un toro serio media un abismo. Ponce se percató que era imposible y
tras un intento de naturales finiquitó la faena al cadáver. La oreja conseguida
es de ciencia ficción. Qué bueno sería que algún día un torero se negara a
pasear un trofeo conseguido de forma tan arbitraria.
La corrida acabó con otro toro flojo y
noble, aunque mejor presentado. Talavante
lució su toreo personal de toque y amplio vuelo de muleta en tandas por ambos
pitones. Fue un torero cercano a ese espada que sobresale por la fantasía de
sus faenas. El de Cuvillo, bueno. Talavante,
a muy buen nivel. Este final endulzó algo el comienzo de una corrida que tuvo a
Padilla como auténtico héroe ante
sus paisanos.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Jerez. 3ª de Feria. Media plaza.
Seis toros de Núñez del Cuvillo,
desiguales de presencia, muy bajos de raza, flojísimos y nobles en general. El
mejor, encastado y bravo, el quinto. Bueno, por noble, el sexto, premiado con
la vuelta al ruedo. Enrique Ponce,
de grana y oro, media trasera y atravesada (una oreja). En el quinto, estocada
atravesada (una oreja).
Juan José
Padilla,
de verde botella y oro, estocada y descabello (una oreja). En el quinto,
estocada que asoma y estocada (dos orejas).
Alejandro
Talavante, de lila y oro, estocada trasera y caída (una oreja). En el
sexto, estocada (dos orejas).
La terna salió a hombros por la Puerta Grande.
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