El Cid |
PACO AGUADO
Las complicaciones de varios toros y las condiciones
climáticas obligaron a la terna que actuó ayer en Madrid a hacer un notable
esfuerzo que, finalmente, no tuvo ningún premio tangible.
Ya desde el primer toro, la tarde se puso cuesta arriba para
la terna de ayer en San Isidro. Y más para el confirmante López Simón, que, en el que debería haber sido su primer muletazo
como matador en Las Ventas, se llevó una durísima voltereta. Citando para un
estatuario, el toro se le vino incierto, pero el joven espada aguantó sin
moverse hasta sufrir un aparatoso golpe. Pero, tras recuperarse junto a las
tablas, el percance no le arredró para irse de nuevo al toro y citarlo en los
medios con las dos rodillas en tierra.
La serie de derechazos que vino a continuación tuvo la
emoción del valor y la de la estética, pues el madrileño le ligó varios pases
templados y largos al toro sin levantarse de la arena. Y vibró el tendido
venteño ante lo que sólo fue un espejismo, pues el de Puerto de San Lorenzo no
volvió a embestir ni una sola vez con la misma claridad. López Simón aguantó con firmeza los arreones de un toro acobardado,
a pesar también de que el viento también empezaba a molestar. Aunque pinchó
varias veces, el torero de Madrid escuchó una fortísima ovación, en la única
recompensa que el público iba a tributar en toda la tarde.
Pero volvió a merecerla también con el sexto, un toro manso
y violento al que en una faena larga aguantó, con un firme y paciente valor,
docenas de tornillazos con el ruedo convertido en un barrizal.
El toro de más calidad y nobleza fue el segundo, el único
que empujó de verdad en varas, pero el desdén y las protestas de parte del
público por una falta de fuerzas no tan evidente del animal llevaron a El
Cid a ahorrarse tiempo con él. En cambio, el sevillano sí que se empleó
a fondo con el cuarto, que tuvo una embestida encastada y picante que no
permitía relajaciones. Consciente de que había que someter esas fuertes y
ásperas arrancadas para no ser desbordado, El Cid lo toreó siempre con la
muleta muy baja. Tres series de pases con la mano izquierda y dos con la
derecha tuvieron mando y firmeza de plantas, en un esfuerzo que,
paradójicamente, apenas fue valorado por una plaza que en otros momentos cantó
a este torero actuaciones mucho menos meritorias. Pinchó El Cid a ese toro, antes
de la estocada, en el mismo momento en que sobre Las Ventas se desataba la
tormenta y empezaba a caer un fuerte aguacero.
En esas condiciones se enfrentó Daniel Luque al quinto, un toro noblote y soso, con el que anduvo
fácil y templado, pero sin lograr que la gente se desprendiera de los paraguas.
Luque había hecho
ya su mayor esfuerzo con el tercero, al que toreó templadamente a la verónica y
con el que, como en otros turnos, se lució con valor en el quite. La faena de
muleta iba para nota cuando la abrió en los medios toreando directamente al
natural, pero al cambiarle de pitón el toro comenzó a desarrollar un áspero
genio defensivo que obligó al sevillano a fajarse muy en serio para salir
airoso del empeño, sin que nadie tampoco se lo agradeciera. / EFE
FICHA DEL FESTEJO
Seis toros de Puerto de San
Lorenzo de buena y seria presentación, todos con finas hechuras. De juego
dispar, fue bravo el segundo, encastado el cuarto y noble el quinto. El resto
mansearon en varas y desarrollaron complicaciones y genio en el último tercio.
El Cid: estocada y descabello (silencio);
pinchazo, estocada tendida y descabello (silencio).
Daniel Luque: pinchazo y estocada trasera (silencio);
estocada trasera (silencio).
López Simón, que confirmaba la alternativa: cinco
pinchazos, estocada tendida y descabello (gran ovación tras aviso); dos
pinchazos y estocada tendida (silencio).
Buenas bregas de los banderilleros Antonio
Manuel Punta y Abraham Neiro.
Sexta corrida de feria. La plaza se cubrió en más de las tres cuartas
partes de su aforo, en tarde de viento racheado y con lluvia desde la lidia del
quinto.
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