Nuevo triunfo para el toreo azteca, en esta ocasión en las manos del hidrocálido Arturo Saldívar, al cortar oreja ayer en Madrid. Foto: EFE |
PACO AGUADO
El diestro mexicano Arturo
Saldívar cortó una oreja de peso en la corrida de hoy de la Feria de San
Isidro, donde se impuso con valor y determinación al viento y al tercer toro de
una corrida basta, desrazada y violenta de El Ventorrillo.
Los toreros mexicanos siguen dando buenas noticias este San
Isidro. Si hace unos días era Diego
Silveti quien cortaba una oreja en Las Ventas -algo que no había sucedido
con ningún matador de su tierra desde hacía trece años-, hoy volvió a "tocar pelo" el hidrocálido Arturo Saldívar.
Fue esta una faena de más consistencia, la que dio verdadero
peso a un trofeo que el joven azteca se ganó con ambición, asentándose en la
arena con plomada y clavando los talones para imponerse al molesto viento y a
un toro que fue perdiendo gas y raza a medida que avanzaba el trasteo. Cuando
el salpicado galopó en el inicio del
trasteo, Saldívar echó las dos
rodillas en tierra para cuajarle sin contemplaciones una honda y templada tanda
de derechazos en la misma boca de riego. Pero en la siguiente serie de pases,
ya erguido el torero, el de El Ventorrillo empezó a desfondarse
y a salir de las suertes con la cara alta, sin emplearse en sus menguantes
embestidas.
Y si el mexicano aprovechó esas escasas arrancadas completas
para torear con ligazón, no se desmoralizó cuando estas se fueron acabando. Muy
al contrario, insistió en la distancia corta con mayor aguante para seguir
imponiéndose y, tras unos apurados adornos y una gran estocada, cortar
finalmente una de las orejas de más calado de lo que va de feria.
Pero si se hizo alguna ilusión de poder abrir la Puerta
Grande, el basto sexto se la echó por tierra ya de salida, con sus amagos de
saltar al callejón. Rajado y aquerenciado, el toro se paró en la muleta, aunque
Saldívar hizo con él un esfuerzo
añadido, aún más estimable si se tiene en cuenta que toreó esta corrida con dos
costillas fisuradas por el percance sufrido días atrás durante un
entrenamiento.
A Sergio Aguilar
le cupo en suerte un lote de imposible lucimiento. El primero fue un colorado de insulsas y cortas arrancadas
que el madrileño apenas si pudo templar por la constante molestia del viento. Y
menos aún le dejó brillar el quinto, un mostrenco descompuesto que se hartó de
soltar constantes y violentos cabezazos a la muleta de Aguilar, que optó por cortar por lo sano.
El segundo de la tarde se movió algo más, pero siempre para
arrollar a pechugazos, usando más la fortaleza de su cuarto delantero que la
bravura que no tenía. Miguel Ángel
Delgado estuvo con él muy generoso, por la paciencia y la sinceridad con
que intentó aplacarlo entre un vendaval.
Esa buena actitud fue también la que tuvo el joven ecijano
con el quinto, otro corpulento toraco que tuvo cierta voluntad de embestir pero
sin empuje en los riñones para mover hacia adelante su gran tonelaje. / EFE
FICHA DEL FESTEJO
Seis toros de El Ventorrillo,
de bastas y descompensadas hechuras, especialmente los más voluminosos lidiados
en los últimos lugares. En general, bravucones y desrazados, se apagaron o se
defendieron con violencia.
Sergio Aguilar: estocada desprendida y descabello
(silencio); estocada desprendida (silencio).
Miguel Ángel Delgado: estocada (ovación tras aviso); tres
pinchazos y descabello (silencio tras aviso).
Arturo Saldívar: estocada (oreja); estocada atravesada y
descabello (silencio tras aviso).
Entre las cuadrillas destacaron Juan
Navazo con las banderillas y Óscar
Bernal picando al sexto.
Martes 28 de mayo. Vigésimo festejo de la feria de San Isidro, en tarde
ventosa y con más de tres cuartos del aforo cubiertos.
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