Alejandro
Talavante será esta tarde el sexto diestro en protagonizar la gesta
ÍÑIGO CRESPO
Redaccion APLAUSOS
Andrés Vázquez, Ruiz Miguel, Pedro Gutiérrez ‘Niño
de la Capea’, Roberto Domínguez y Manuel Caballero saben lo que es salir a
hombros de Madrid tras despachar seis victorinos. Ahora, cada uno de ellos
recuerda para APLAUSOS lo que significó para sus carreras una tarde como la que
afrontará Alejandro Talavante en apenas unas horas.
ANDRES VÁZQUEZ, COMIENZA LA LEYENDA
El primer diestro que asume la
responsabilidad de estoquear seis toros de Victorino Martín en Las Ventas fue Andrés Vázquez el 3 de mayo de 1970. “Eran
otros tiempos, aquella corrida representó el reconocimiento definitivo de
Victorino Martín y mío en Madrid”, recuerda el zamorano. “No
se entendió mi apuesta”, revela. “Había compañeros que no creían en esta
ganadería por su dureza y porque es una ganadería muy exigente. ‘Si no me
dejáis comer en vuestra mesa, vais a comer vosotros en la mía’, les decía a los
que creían que estaba loco”, revela.
“Para afrontar un reto así hay que estar muy bien
preparado y tener una base lidiadora tremenda. Es un tipo de toro que solo lo
puede estoquear y cortarle las orejas el torero que está muy capacitado”, opina antes de argumentar: “Yo conocía muy bien esta ganadería porque
me unía amistad con Victorino y cuando compró las vacas tenté muchas de ellas.
El invierno del 70 también lo pasé en Galapagar preparándome para la encerrona.
Si algo aprendí de aquello es que matar seis de Victorino no es como matar seis
de otra ganadería, para triunfar hay que ser muy torero”.
RUIZ MIGUEL, ABRE UNA ÉPOCA
Más de tres lustros pasaron hasta que
otro torero anunciase la gesta. Francisco
Ruíz Miguel lo hizo el 19 de mayo de 1986. Para entonces Victorino Martín era ya la élite del
campo bravo y el de la Isla de San Fernando vivía un momento importantísimo de
su carrera profesional. “Pusimos el No hay Billetes y eso que la
corrida no entraba en el abono”, enfatiza Ruiz Miguel. “Guardo recuerdos imborrables de aquella
tarde. Corté dos orejas pero pudo haber sido todo más rotundo si la corrida
llega a romper más o si no me empeño en citar a recibir al sexto y pincharlo,
porque le tenía cortadas las orejas y el público me obligó a dar tres vueltas
al ruedo”, explica.
Diez Puertas Grandes de Madrid logró Ruiz Miguel en su carrera. Ahí es nada.
“La
encerrona creo recordar que fue la sexta”, puntualiza, antes de
reconocer con un tono de sincera satisfacción: “Diez Puertas Grandes se dice muy
pronto. Para mí cada una de ellas fue como una bendición de Dios. Me siento un
privilegiado en Madrid por gozar del respeto y del cariño de su afición. Al
final cuando se hacen estos resúmenes y ves lo que uno ha hecho en el toreo es
cuando me siento orgulloso de mi mismo”.
LA REBELIÓN DEL ‘NIÑO DE LA CAPEA’
La Corrida de la Prensa del 28 de junio
de 1988 está inscrita con letras de oro en la historia del toreo. Pedro Gutiérrez Moya ‘Niño de la Capea’ se enfrentó a seis toros de Victorino Martín, cortó tres orejas y a
hombros se lo llevaron hasta la calle de Alcalá. De nuevo se da una
circunstancia determinante: el reto personal. O lo que el propio diestro de
Salamanca define como: “La rebelión del Niño de la Capea”.
“La idea me la plantearon Julio César Iglesias y
Alejo García que estaban en la Asociación de la Prensa. Les mandé al carajo
porque no lo veía por ningún lado. Yo tenía planteada mi temporada de una forma
muy buena, tenía corridas firmadas en todas las ferias y no tenía ninguna
necesidad”, expone Capea. “Me lo volvieron a proponer y empecé a darle vueltas a la cabeza. Se lo
dije a mis apoderados –Javier y José Antonio Chopera- y tampoco lo veían, al
igual que mi entorno. Y quizás por esa negativa de todos, me eché para adelante
y acepté el reto como una prueba de quien era de verdad el Niño de la Capea”,
subraya.
La corrida no resultó fácil. Los primeros
toros no rompieron, no ayudaron al éxito y la serenidad hubo de mantenerse a
flote. “Los primeros cuatro toros plantearon muchas dificultades, la gente
empezó a impacientarse, pero cuando salió el quinto y lo cuajé la explosión fue
inmensa. Con aquel toro puede expresar quien era yo, la manera de torear al
natural me aportó una paz interior como nunca la había sentido”,
reconoce el torero que le cortó las dos orejas al quinto y una más al sexto.
La encerrona puso un punto de inflexión
en la carrera de todos los que han sido capaces de llevarlas a efecto. “Pero
en mi caso –pormenoriza Capea- mucho más porque fui capaz de convencer a todos
los que nunca creyeron en mí. Yo fui un torero muy cuestionado a lo largo de
toda mi carrera e incluso aún hoy alguno se atreve a poner mi trayectoria en
tela de juicio, y aquella tarde representó mi consagración”.
SE CONSAGRA ROBERTO DOMINGUEZ
Un año después del triunfo del
salmantino, la Asociación de la Prensa vuelve a proponer una encerrona con seis
ejemplares de Victorino Martín. En
esta ocasión fue el vallisoletano Roberto
Domínguez quien aceptó el reto que se anunció el 26 de junio de 1989. “Fue
mi consagración y la culminación definitiva a mi reaparición. Con aquel triunfo
llegué a donde había soñado como torero. Sin duda fue la tarde más importante
de mi vida”, recuerda Roberto
Domínguez. “Cuando pienso en esa tarde me vienen muchas cosas a la cabeza, pero
sobre todo la satisfacción haberlo hecho. Cuando aposté por aceptar ese reto
sabía que había un riesgo. Cuando se apuesta se puede ganar o perder y para
bien o para mal todos los que hemos afrontado una tarde así sabíamos que esa
encerrona iba a marcar para siempre nuestras carreras”, sostiene.
Para la ocasión eligió un vestido verde y
oro con los remates en negro. “Por distintas circunstancias mi carrera en
Madrid no terminaba de romper de verdad. Había cortado orejas sueltas pero no
había cuajado una faena realmente importante y aquella tarde lo logré”,
admite el diestro. El toro del triunfo llevaba el nombre de ‘Mirador’ y fue Roberto Domínguez quien lo inmortalizó. “Por supuesto que esa tarde me
marcó porque desde que te anuncias en Madrid con seis toros de Victorino sabes
que vas hacer una apuesta de las de verdad. Si llega a salir mal la cosa
también me hubiera marcado porque tarde retos de ese tipo siempre son un
lastre”, concluye.
AUTORIDAD DE MANUEL CABALLERO
Hasta esta tarde, el manchego Manuel Caballero ha sido el último
torero en vérselas con seis toros de Victorino en Las Ventas. Fue el 25
de junio de 1998 en la Corrida de Beneficencia. Dos orejas, Puerta Grande y una
sensación de gran autoridad en el ambiente. “No me gusta mucho hablar de mi
pero la sentí muchas cosas. Además de los toros a los que les corté la oreja,
cuajé uno de dos orejas que lo pinché y donde me molestó mucho el viento y
superé las adversidades de dos más en dos faenas muy para mí”, recuerda
Caballero. “Me propuse matar la corrida con
un capote, una muleta y una espada porque había hablado con Andrés Vázquez que
lo había hecho y sin decírselo a nadie quise emularle. No lo dije por medio a
no poder hacerlo. También me propuse matar la corrida de siete estocadas como
máximo y lo hice de cinco estocadas, una media y un descabello”,
subraya el de Albacete. “Utilicé un vestido blanco y plata que
únicamente lo utilicé una tarde más en Albacete y que lo guardo con mucho
cariño”, revela.
Caballero resalta el reconocimiento logrado: “José Luis Lozano me advirtió que
iba a ser una tarde crucial para mí y así fue. Esa tarde me dio mucho, sobre
todo caché y reconocimiento aunque no para esa temporada sino para la
siguiente; entiendo que también porque la salida a hombros se refrendó con
otros triunfos a lo largo de la temporada”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario