domingo, 26 de mayo de 2013

FERIA DE SAN ISIDRO – DECIMOCTAVO FESTEJO: Alberto Aguilar corta una oreja de ley, pero el palco le priva de la gloria

Alberto Aguilar
JAVIER LÓPEZ

Una oreja de ley cortó Alberto Aguilar en el decimoctavo festejo de San Isidro, una tarde en la que "el palco" se convirtió también en protagonista al privarle, por su cuenta y riesgo, una Puerta Grande que se había ganado a pulso.

Un torero en mayúsculas: Alberto Aguilar. ¡Qué pedazo de torero! que se entere todo el mundo y, sobre todo, las empresas, que parece que no tienen hueco para él en las ferias a pesar de las grandes tardes que lleva a sus espaldas en los últimos años. En Francia le quieren, y de qué manera, por su sinceridad y valor de enfrentarse a lo más duro de la cabaña brava, y por salir triunfador una tarde tras otra gracias a su sinceridad, su valor y, sobre todo, su desmedida afición para seguir en la lucha después de tanto y tanto ninguneo.

Un torero sin el abrigo de las grandes "casas empresariales", que todo lo que consigue es gracias a él. Nadie le ha regalado nunca nada. Al contrario, si pueden... se lo intentan cargar. Hoy firmó una gran tarde y hasta cortó una oreja de ley. Pero un señor sin afición ni sensibilidad, decidió, por cuenta propia, cerrarle la Puerta Grande después de una mayoritaria petición de oreja en el sexto.

La presidencia debe ceñirse al reglamento y dejar de protagonizar escándalos desde su posición de máxima autoridad. La primera oreja la otorga el público, la mitad más uno, por eso no es de recibo que después de cómo estaba la plaza de pañuelos, se pueda privar de la gloria a un muchacho que se le había ganado con creces.

Un Aguilar que estuvo cumbre con su primero, toro complicado al que toreó como si fuera bueno. Faena de firmeza, mente despejada y notable seguridad para lograr pasajes emocionantes y enjundiosos al natural, a base de una perfecta colocación, cruzado al pitón contrario, y temple, mucho temple, el gran secreto. El madrileño estuvo impecable hasta en las improvisaciones y adornos finales como trincherazos, cambios de mano o los desmayados ante un astado que acabó domeñado por completo. Oreja sin discusión. El cuarto fue un marrajo peligroso, que a punto estuvo de herirle en la cara, y con el que nada pudo hacer. Y con el sexto llegó el escándalo. Un toro que se movió y al que Aguilar, que lo recibió con una larga de rodillas, cuajó una faena de menos a más, primero ahormando al animal con distancias y mucho sosiego, para acabar apretándole, y de qué manera, por el lado derecho. Por ahí brotaron varias tandas de mucho gusto y relajo: de frente, metiendo los riñones, hincando la barbilla en el pecho y bajándole la mano. Soberbio.

Sin embargo, el pinchazo previo a la estocada tuvo que ser lo que el señor Martínez debe apelar para no concederle la oreja. Si no se está de acuerdo, se puede discutir, pero, con el reglamento en mano, había que haberla dado, y dejar ya de jugar con las ilusiones. Ya está bien.

Lo del Capea es caso aparte. Ni con el malo ni con el bueno (de los toros, se entiende) estuvo a la altura, con un toreo mecánico, frío y sin apreturas. No dijo nada el salmantino a pesar de su buena voluntad y disposición, y de algún que otro pase aislado al quinto.
José Ramón García "Chechu"
La estampa del confirmante "Chechu" ataviado con un terno vainilla y azabache hacía entrever el descaro del torero de querer enfrentarse a la superstición, que, en el toreo, es algo con lo que no se debe jugar. Y al final, tanto coqueteo le costó caro: una cornada grave en la faena de muleta al deslucido toro de la ceremonia. Directamente a "la cama". / EFE

FICHA DEL FESTEJO
Toros de Montealto, serios, imponentes y astifinos, pero descastados, deslucidos, y alguno hasta con peligro como el cuarto. Los más toreables, quinto y sexto.
Pedro Gutiérrez "El Capea": dos pinchazos y estocada (silencio); y tres pinchazos y estocada (silencio).
Alberto Aguilar, que sustituía a Fernando Cruz: estocada (oreja); estocada y seis descabellos (silencio); y pinchazo y estocada (vuelta tras fuerte petición de oreja, y bronca "al palco" por denegarla).
José Ramón García "Chechu", que confirmaba alternativa: herido en su primero, que mató "El Capea" de estocada (silencio).
En la enfermería "Chechu" fue operado de "cornada en tercio medio, cara posterior del muslo izquierdo con trayectoria de 25 centímetros, hacia adentro y arriba, que causa destrozos en músculos isquiotibiales, contusiona el nervio ciático, contornea el fémur y alcanza músculo crural de la cara anterior. Pronóstico grave".

La plaza casi se llenó en tarde entoldada y fresca, con rachas de viento, que molestaron en el ruedo, y con agua a partir del cuarto toro.
Pedro Gutiérrez "El Capea"

No hay comentarios:

Publicar un comentario