José Luis Moreno volvió a
triunfar en su plaza de Córdoba en una faena llena de buen arte y estética a un
gran toro de La Palmosilla, sobre todo por su nobleza. También cortó una oreja
El Cid y falló con la espada Daniel Luque.
CARLOS CRIVELL
Fotos: EFE
Todas las primaveras vuelve José Luis Moreno a explicar su concepto del toreo en Los Califas. Moreno es un buen torero, pero de manera absurda se encontró metido
en corridas imposibles para su limpio estilo. En su Córdoba natal tiene su
fortaleza para explicar todos los años el diestro que se han perdido tantas y
tantas aficiones. Fiel a su cita, de nuevo el toreo inmaculado de Moreno iluminó la plaza cordobesa con
una faena de calidad suprema a un toro de calidad fuera de lo corriente.
José Luis Moreno
no falla. Si no pudo ser el que abrió plaza, un toro flojo y de viaje corto, de
los que sólo admiten medios pases y dignidad, fue con el cuarto, toro de La
Palmosilla que desarrolló calidad en sus arrancadas. Moreno lo saludó con lances a la
verónica de verdad. Fue una demostración de toreo a cámara lenta con el capote,
algo que está en desuso. El toro pregonó su calidad en banderillas y Moreno cantó su toreo de mano baja y
ritmo cadencioso en una faena por ambos pitones. Solo le faltó al toro algo de
fuerzas. Moreno se explayó ante una
embestida tan clara y suave. El resultado fue una faena casi de toreo de salón,
perfecta en algunos momentos. Esta vez no falló la espada y las dos orejas
fueron la consecuencia lógica de una faena plena para los sentidos.
Córdoba es una plaza generosa. Sacó a saludar a Manuel Jesús El Cid al final de su labor con el segundo, un sobrero cinqueño
de sosería total y que lo miró mucho. El de Salteras se mostró en torero
veterano, aunque el toreo a media altura no llegó a tener la rotundidad
precisa. Se desquitó con el buen toro quinto, también flojo y a menos, pero que
le dejó estar más confiado en una faena de predominio izquierdo con algunos
muletazos de trazo largo y templado, junto a otros momentos en los que ahogó
sus arrancadas. Fue un toro noble y pastueño que sirve para olvidarse de los
malos ratos pasados en San Isidro. Como ahora es un torero seguro con la
espada, se llevó una oreja del santo público cordobés.
El tercero fue muy flojo, que fue el pecado de la corrida.
Mucha clase sin fuerzas. Daniel Luque
toreó con mucha compostura y escaso ajuste. El toro pasó lejos de la anatomía
del espada de Gerena, aunque siempre forzó la figura para que no faltara la
estética. Fue una faena tesonera y voluntariosa. El remate con la espada fue un
espanto: la espada se fue baja y trasera. Ni el público cordobés encontró
motivos para pedir la oreja.
El cartucho del sexto, un colorao flojito como toda la corrida. Luque le dio pases por la derecha rectificando la posición. Por el
pitón izquierdo logró enjaretarle algunas tandas más entonadas. Este sexto de La
Palmosilla fue incómodo, pero Luque
se esforzó para provocar sus embestidas y levantó el nivel de esta faena y de
su tarde. La espada le quitó premio. Falló en planteamiento y coraje para matar
a la primera.
La Palmosilla / José Luis Moreno, El Cid y Daniel Luque
Plaza de toros de Córdoba, 30 de mayo de 2013. Menos de media plaza.
Seis toros de La Palmosilla, el
segundo de sobrero por uno inválido, correctos de presencia, flojos pero muy
nobles. Destacaron cuarto, excelente, y quinto.
José Luis Moreno, de grana y oro, estocada tendida
(saludos). En el cuarto, estocada (dos orejas). Salió a hombros por la Puerta
de Los Califas.
El Cid, de azul y oro, estocada (saludos). En el
quinto, estocada (una oreja).
Daniel Luque, de fucsia y oro, estocada trasera y baja
(saludos). En el sexto, tres pinchazos y estocada (saludos tras aviso).
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