Pablo Hermoso de Mendoza |
JAVIER LÓPEZ
El rejoneador Pablo
Hermoso de Mendoza cortó una oreja en el segundo festejo de la especialidad
de San Isidro, celebrado hoy en Las Ventas, aunque perdió la Puerta Grande por
malograr en la suerte suprema una buena faena a su primero.
Un cartel emotivo. El primer y último eslabón de la dinastía
Moura se daban cita para que el
veterano Joao se despidiera de
Madrid, y, aprovechando la ocasión, dar la alternativa a su hijo pequeño, Miguel, una de las grandes esperanzas
del rejoneo portugués. A pesar de lo significativo de la tarde, la gente venía
a ver a Hermoso, sin embargo, al no
competir con nadie propició que el objetivo de la tarde fuera el disfrute en
lugar de ver una rivalidad en el ruedo, que siempre da un cariz emocionante a
este tipo de festejos.
A su buen primero le cuajó Hermoso una faena de altas cotas, con un concepto puro y sin
concesiones, y con tres partes bien diferenciadas. La emoción vino con «Disparate» a dos pistas, encelando al
astado a milímetros de la montura, y en cambios por los adentros de sumo nivel.
Con «Ícaro», la torería por la manera
de llevar cosido al animal, ofreciéndole los pechos con pureza y valor, y
clavando, incluso, dos banderillas de poder a poder de notable factura. Y con «Pirata», la ebullición con dos cortas y
adorno del "teléfono". Pero
falló al matar. Y así, una faena de Puerta Grande quedó reducida a una ovación.
En el quinto anduvo algo más desigual Hermoso. Con «Disparate»
puso una banderilla al quiebro de
mucho ajuste, pero falló en la segunda, saliendo además tropezado, pero, la
experiencia es un grado, y suplió esas dos pasajes con tres piruetas en la cara
para meterse al público en los bolsillos. Con «Van Gogh» gustaron las batidas de
pitón a pitón. Y con «Pirata», un
par de cortas a dos manos, lo más
puro de toda la tarde. Esta vez sí funcionó el rejón de muerte, y cortó una
oreja.
Joao Moura |
Joao Moura llevó
a cabo una primera faena sobria ante un toro muy medido de fuerzas, con el que
tuvo que poner él todo para llegar a unos tendidos, que disfrutaron, sobre todo
cuando montó a «Jaguar», con el que
puso banderillas reunido y certero, y con el que destacó también con piruetas y
otros alardes. No obstante, la ausencia de oponente, que blandeó en varias
ocasiones, propició que el quehacer de Moura
no calentara lo suficiente. Además falló con el rejón de muerte.
Con el cuarto, el mismo guion: toro sin celo y de escasa
fortaleza con el que Moura estuvo
nuevamente correcto, en una faena en la que destacó a lomos de «Barbero» en banderillas y con «Pingüino» ejecutando las cortas. Para
mayor desgracia, "petardo"
con el rejón de muerte, su eterno talón de Aquiles.
No se merecía este gran rejoneador una despedida así de
triste. Las lágrimas del hombre lo decían todo. Aún así quedará siempre para el
recuerdo las nueve Puertas Grandes que cosechó en su carrera en esta plaza.
Miguel Moura |
Miguel Moura se
presentaba en Madrid con tan sólo dieciséis años, curiosamente, la misma edad
con la que debutó también su padre hace treinta y siete temporadas. Al joven Miguel se le notaron en su primero los
nervios propios del compromiso tan grande, además de evidenciar lo poco
placeado que aún está para de sacar partido de un toro manso pero que respondía
en la querencia.
No acertó a clavar las dos primeras banderillas, que fueron
directamente al suelo, algo que enfrió el ambiente demasiado pronto. No
obstante, mejoró su actuación montando a «Descarado»
con dos rehiletes arriba y en una rueda de cortas final. No anduvo fino en la
suerte suprema, y fue silenciado.
En el sexto anduvo mejor y más sereno Miguel Moura, que calentó en banderillas con «Quite» y «Rincón»,
haciendo además un rejoneo pulcro en todas las suertes, sin nada accesorio,
algo que le honra debido a su manifiesta bisoñez. Faltó convicción a la hora de
matar, y perdió la oreja. / EFE
FICHA DEL FESTEJO
Toros de Los Espartales,
reglamentariamente despuntados, mansurrones y de juego variado. Los mejores,
tercero y quinto.
Joao Moura: medio rejón y descabello (silencio); y
once pinchazos, medio rejón y descabello (pitos).
Pablo Hermoso de Mendoza: tres pinchazos y rejón caído (ovación); y
rejón caído (oreja con petición de la segunda).
Miguel Moura, que tomaba la alternativa: dos pinchazos y
rejón (silencio); y pinchazo, y rejón trasero y contrario (vuelta tras
petición).
La plaza se llenó en tarde espléndida.
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