Ayer sábado en Maracay en el marco de su feria
Gabriel Picazo, rebozándose por la derecha ante «Josefino», uno de los astados destacados del encierro de Campolargo. |
RUBÉN DARÍO VILLAFRAZ
@rubenvillafraz
Foto: Aníbal García
Soteldo
MARACAY (Enviado
Especial).- Ha sido el encierro enviado por el hierro yaracuyano de Juan Campolargo un corolario de pelajes:
el colorado que abrió plaza, el castaño ojinegro que le secundo y el musculado
jabonero fueron el rosario de mayor interés del festejo a tenor del juego que
ofrecieron en los engaños. En especial el que primero, noble ejemplar que en las
telas del poco placeado diestro “El Amarillo” lució por encima de
las condiciones de su lidiador. Una pena que tanto por la diestra como por la
zurda le hayan quedado muletazos de mayor empaque como para bordar el toreo.
Fue esta labor el punto cardinal de una corrida entretenida,
con sus matices, como lo fueron los demás ejemplares que salieron al caluroso ruedo
de Calicanto. Con todo ello, poco menos de media plaza se dio cita, en tarde
entoldada que en parte alivió el bochorno que implica ver toros en la arena
maracayera.
Señalábamos las limitadas condiciones con las que planteó
faena José Cariel, el cual en los
carteles se anuncia como “El Amarillo”. Una pena, pues toros
de condiciones tan “almibarada” son
los que descubren toreros y encumbran a quienes están dispuestos a seguir en la
lucha de ser toreros. Tanto por la diestra como por la zurda, tras fuerte sangría
con tres puyazos en el caballo, Cariel
quiso pero no pudo y eso al final lo apreciaron sus mismos paisanos. El rosario
que supuso despacharlo con el acero y
con el verduguillo hizo que las opiniones divididas del tendido se escucharan
al final de su labor.
Poco pudo hacer con el cuarto “El Amarillo”, astado que
perdería el gas posterior al puyazo que le recetaron, lo que hizo de su trasteo
anodino y sin interés alguno desde el tendido.
Manuel Escribano
se le esperaba con ansias, pues es torero hecho y conocido por estos lares. El saludo
por verónicas rodillas en tierras dieron presagio a lo que venía, para luego en
banderillas en tres pares destacar sobre todo en uno, cerrado a tablas, de
enorme exposición. Ya en la muleta, el rubio sevillano se hilvano una actuación
de variedad, iniciando por cambiado por la espalda en los medios, siguiendo con
series por la mano diestra de largo y templado trazo. Más embarullado en las
cortas series por la izquierda, momentos donde la faena tomó declive, para
retomarle interés en continuos cambiados por la espalda y martinetes que fueron
prólogo a las bernardinas con las que cinceló trasteo. El espadazo trasero y tendido
no fue impedimento para que se le premiara generosamente con dos orejas, cuando
en realidad era para una.
Voluntad y ganas dejaría en el marmolillo que pechó en su
segundo del lote. Se vació por agradar, pero ante semejante género lo mejor fue
la determinación con la que tras pinchazo, estocada y dos descabellos le envió
a las mulillas.
Gabriel Picazo ha
dejado perplejo a más de uno por la sobriedad y empaque con la que saluda con
el percal al que hizo tercero; sabroso saludo de capa que remató en los medios
con larga, de cartel. En la muleta, las series de mayor empaque y filigrana correrían
a cargo del pincel que fue su muleta, aprovechando el “lienzo” de la nobleza y recorrido del astado. El jabonero de Campolargo
fue agradecido a tan pulcra labor, en especial por dos tandas de naturales, lo
mejor de la tarde, sin discusión alguna. Los tres cuartos de espada perpendiculares
fueron suficientes para que nuevamente el palco echara mano de su “manga ancha” y se le premiara con dos orejas,
cuando reitero, era para una merecida y justísima oreja. Cosas nada raras con
estos palcos presidenciales viciados y ayunos de criterio para plazas de supuesta
categoría.
El que cerró plaza ha sido un mansurrón que desde su misma salida
intuía lo que sería. Picado en la querencia, en la muleta no permitió resquicio
alguno al lucimiento, no quedando remedio al espada que despacharlo de dos
viajes con el acero y así abreviarnos el trance.
Al final, Puerta Grande para Escribano y Picazo con
el saborcillo de ser de muy bajo perfil. Baratona. Las mismas que se quedan en
el olvido y poco dejan en la retina.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de Toros “Cesar Girón” de Maracay.
Sábado 4 de marzo de 2013. I Corrida de la Feria de San José.
Con poco menos de media plaza, en tarde entoldada, con ligeras ráfagas de
viento, se han lidiado seis toros de CAMPOLARGO
(Juan Campolargo), variopintos de pelaje, en su conjunto bien presentados, con
matices en los engaños, destacando el juego del 1º, por su nobleza; los demás
cumplieron a excepción del 5º, parado y a menos, y 6º, mansurrón parado.
Pesos: 458, 462, 452, 476, 476, 467.
JOSÉ CARIEL “EL AMARILLO”
(Pistacho y oro)
División de opiniones y silencio
MANUEL ESCRIBANO
(Verde esmeralda y oro)
Dos orejas y palmas
GABRIEL PICAZO
(Rosa y oro)
Dos orejas y silencio
INCIDENCIAS: Entre las cuadrillas destacó el puyazo del
veterano piquero Juan José Campos, ante el 2º de la tarde. *** Presidio festejo
el Sr. Luis Castellano, de discutido criterio a lo largo de la tarde,
convirtiendo la plaza en palenque de pueblo con su generoso proceder. *** Errático
proceder del “cachetero” Jesús Hernández, el cual demostró mínimo conocimiento
con el manejo de la puntilla.
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