El torero Alejandro
Talavante, que abrió ayer por cuarta vez en su carrera la Puerta Grande de
Las Ventas de Madrid, asegura que, durante la salida a hombros, se sintió como
el protagonista de la novela "El
Perfume", cuando al final del relato es devorado por el
gentío.
Las imágenes de esa salida triunfal, con una masa de gente
entusiasmada arrancándole piezas del traje de luces y zarandeando violentamente
al diestro extremeño hasta casi derribarle, ha sido objeto de muchos comentarios
y críticas por parte de la prensa especializada.
Talavante
reconoce, en una entrevista con EFE, que lo pasó "muy
mal" durante esos instantes, pero que, pese a no poder saborear el
triunfo, no se sintió molesto pues, contra algunas opiniones, considera que esa
reacción del público "siempre es positiva. Es bonito que los artistas
despertemos ese entusiasmo incontrolado, casi fanático. Este espectáculo de los
toros es grandioso y cuando la gente se emociona con él reacciona
inesperadamente. Peor hubiera sido una salida a hombros fría y sin pasión",
explica el torero.
Este triunfo ha llegado justo una semana después de su
frustrado gesto de encerrarse en solitario seis toros de Victorino Martín en la
misma plaza de Las Ventas, por lo que Talavante se siente "especialmente feliz".
"Aquel día -explica- todo se puso a la contra. Ni los toros ni el
ambiente ayudaron. El viento, además, no me dejó matizar técnicamente ni
dominar las embestidas. Y cuando no hay dominio, no hay toreo. Estaba preparado
sobradamente y llegaba en muy buen momento, pero cuando las cosas vienen así,
cuando no hay 'feeling' -continúa Talavante- no consigo motivarme. Y, como soy
transparente, esa falta de motivación también trascendió al tendido. Estaba
claro que no era el día".
Por todo ello, el torero reconoce que ha pasado "una
semana horrorosa, con mucha presión", pensando en la manera de
sacarse la espina del mal resultado de un gesto tan esperado como promocionado.
"Lo
que pasa es que, ayer, cuando llegó por fin el triunfo, me lo tomé como algo
natural y no me emocioné como podía esperarse. La presión ya había desaparecido
y en realidad sentí una gran paz interior", añade Talavante.
En cuanto a la faena premiada con las dos orejas, el diestro
de Badajoz explica que, aunque el toro manseó en los primeros tercios, él nunca
perdió la confianza. "Yo lo tuve siempre controlado en el capote -matiza- y sentí que
tenía un fondo de bravura que al final terminó sacando en la muleta. Él se
entregó cuando yo me abandoné y los dos nos conjuntamos para dar emoción, que
es el verdadero sentido del toreo".
"Lo peor de todo fue la cornada de mi banderillero Valentín Luján,
que ha empañado tanta alegría. Pero así es el toreo. Por eso hay que saber
disfrutar de lo bueno cuando llega", sostiene. / EFE
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