El diestro sevillano Pepe
Luis Vázquez Garcés, decano de los matadores de toros y una de las figuras
más importantes del siglo XX, murió hoy en el hospital Nisa de la localidad
sevillana de Castilleja de la Cuesta (Sur de España). Pepe Luis tuvo que ser ingresado la pasada madrugada por
complicaciones propias de su avanzada edad, aunque ya había tenido que pasar
por un centro hospitalario la semana pasada después de sufrir un accidente
casero. Contaba 91 años y había perdido completamente la vista, aunque mantenía
intacta la lucidez y la memoria de sus años en activo.
El diestro sevillano,
que nació en el barrio sevillano de San Bernardo el 3 de enero de 1922, tomó la
alternativa en la plaza de la Maestranza el 15 de agosto de 1940. Su padrino
fue Pepe Bienvenida y el testigo Gitanillo
de Triana con toros de Francisco Chica. Su retirada
definitiva de la profesión se produjo en Madrid el 20 de septiembre de 1959
alternando con su hermano Manolo Vázquez
y Curro Romero.
La figura de Pepe
Luis supone un nudo fundamental dentro del tronco torero sevillano. Llenó
junto a Manolete la inmediata posguerra española, en un contrapunto
grácil y artístico a la hierática solemnidad del cordobés y constituyó uno de
los modelos de ese arte llamado sevillano, que ha dejado profunda huella en
artistas posteriores.
La regularidad de su carrera tuvo un punto de inflexión con
la cornada recibida en Santander el 25 de julio de 1943, que le desfiguró su
rostro y seguramente incidió en esa flaqueza de ánimo que pudo tener el resto
de su trayectoria. Cumbres de su vida torera la constituyen la faena del 30 de
mayo de 1949 en Aranjuez, llamada la del Concierto de Aranjuez, y la que cuajó
en 1951 de manera admirable al toro «Misionero»
de Castillo
de Higares en el ruedo de Madrid. Ese mismo año interpreta la que él
mismo ha calificado como la mejor faena de su vida, al torear de manera
prodigiosa a un toro de Villagodio en la plaza de
Valladolid.
Ha sido el torero que más miuras ha despachado en el albero
maestrante, para lo cual lucía unos vestidos ligerísimamente bordados en
azabaches en una estampa hecha clásica los domingos de la feria sevillana.
Dejemos la pluma de “Clarito”
para definir con su inconfundible estilo a este Sócrates de San Bernardo:
"Siempre
representará Pepe Luis un alegre contraste; una graciosa flexibilidad y
cadencia sevillana; variante del cordobés hierático: una inspirada rima lírica
frente a una epopeya; y principalmente, un diseñador de la senda del arte
sevillano por donde irán los preclaros sevillanos venideros”.
Y terminemos con Cossío
que recordara: "...el secreto de Pepe Luis fue infundir profundidad a la gracia,
hacer densa la espuma". / EFE
No hay comentarios:
Publicar un comentario