SANTIAGO AGUILAR
La empresa que gestiona la Plaza de Toros
Quito informó que analiza la viabilidad de organizar o no la Feria Jesús del
Gran Poder 2013, esta breve declaración fue recibida de dispar manera por los
diferentes estamentos que componen la fiesta de los toros en el Ecuador y en
especial por el importante número de aficionados a las funciones taurinas.
Más allá de la escueta información
oficial, el análisis se centra en las condiciones sociales y políticas que vive
el país andino y, la conveniencia de llevar a cabo corridas de toros sin la
realización del último tercio de la lidia, resultado de la prohibición impuesta
tras la consulta popular realizada en mayo de 2011.
En el primer caso, las circunstancias
sociopolíticas respecto a la fiesta se han tornado aún más adversas como
resultado del fortalecimiento político del gobierno del Presidente Correa reelecto para un nuevo período
en febrero pasado, jornada de votaciones que supuso además el control absoluto
del Congreso de diputados y desde allí, de todas las funciones del estado. De
sobra se conoce el desafecto oficial a esta actividad cultural, en esa lógica
es de esperarse una serie de nuevas acciones concebidas y diseñadas para
desmontar el espectáculo taurino en el Ecuador.
Mirando hacia adelante, a comienzos del
próximo año se deberán realizar elecciones para designar a los alcaldes de la
totalidad de municipios del país, se estima, dada la potencia del grupo en el
poder, que gran número de los ayuntamientos también serán captados por la
corriente gobiernista.
En el caso puntual de Quito, el alcalde Barrera promueve desde ya una nueva
designación con la cual, queda diferida alguna posibilidad democrática de
desmontar la medida que impide la muerte
del toro en el ruedo.
Desde el plano de los aficionados, la
feria de 2011, que se desarrolló sin la culminación de la faena con la suerte
suprema desagradó al público que asistió en inferior número que en años
anteriores; la asolerada afición quiteña terminó desencantada del rito
inconcluso, lo que determinó que el año pasado la respuesta popular a la oferta
empresarial sea exigua, coyuntura que sumada a la falta de garantías de
seguridad, enrareció el ambiente y la feria finalmente abortó. Así las cosas
luce improbable que este año se reedite el ciclo de corridas.
Mientras tanto, la afición organizada
está en la obligación de impedir que del imaginario quiteño se borre esta
ancestral tradición; siguiendo el ejemplo de la gloriosa lucha por la libertad
llevada a cabo en el 2011 por organizaciones de todo tipo articuladas en los
colectivos Somos Ecuador y Unete.
El caso es que el en otra hora
prestigioso abono de hasta nueve corridas de toros con el público copando los
tendidos de la cincuentenaria plaza, parece ser que por el momento se verá
sometido a un doloroso paréntesis, el que todos quienes amamos esta
manifestación cultural, aspiramos sea breve. No debemos olvidar que la
actividad taurina ya vivió en el pasado épocas de persecución e impedimento, la
fiesta de los toros supervivió a bulas papales y decisiones políticas
temporales. Estamos seguros que al cabo de algunos años, en el dorado ruedo
equinoccial de la Monumental Quito se celebrarán corridas de toros íntegras,
como mandan los cánones, con la gloriosa muerte del toro en la arena.
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