JUAN MIGUEL NÚÑEZ
MADRID.-
Una novillada de pocas opciones para el lucimiento,
sin embargo, todavía permitió que Fernando
Adrián y César Valencia
mostraran disposición y muy buenas maneras, desde luego sin materializar, en el
festejo celebrado hoy en Las Ventas.
La novillada de La Guadamilla, con mucha
fachada y kilos, con poca raza y ninguna fuerza, se cargó la tarde. Por mucho
que quisieron los tres espadas, no fue fácil interesar. Aun así hubo alguna
ocasión para espigar en el recuerdo de determinadas fases de la lidia.
En el primero, frente a un novillo que tuvo
cierta calidad por el pitón derecho Adrián
cuajó tres tandas a derechas con mucha limpieza y ligazón. Y aunque le faltó
ajuste al conjunto, también sobresalió en ocasiones la lentitud en la
ejecución. No hubo manera por el otro pitón, con el novillo más apagado, muy
corto de embestida y sin repetición. Todo eso y cinco largas afaroladas de
rodillas, cinco -las tres últimas muy seguidas y especialmente emotivas-, dieron
pie a que Adrián saludara al final
un fuerte ovación.
En el cuarto, muy protestado por su manifiesta
endeblez, Adrián apenas pudo lucir
en un toreo a media altura, esforzado pero sin ninguna emoción.
Al francés Juan Leal, nuevo en esta plaza, se le vio tranquilo y a la vez muy
dispuesto frente al tercero, novillo que mostró mal estilo en los dos primeros
tercios, sonado estribos en el caballo, y esperando y echando la cara arriba en
banderillas. En la muleta, medias e insulsas arrancadas, sin dar ninguna
sensación de peligro. Muy encima siempre Leal,
sin embargo, no terminó de armar faena.
El quinto sacó genio al principio, pero
también acabó viniéndose abajo, parándose en el centro de las suertes. Leal se atropelló en el inicio y en los
alardes finales de un trasteo que no dejó ningún poso.
El venezolano César Valencia, el más nuevo de la terna, que debutaba con
picadores, fue todo corazón en sus dos faenas, además de mostrarse muy capaz. Y
todavía más allá de esa disposición, dejó apuntes de toreo con calidad. No se
puede pedir más.
Tuvo genio el tercero, no obstante, sin
desplazarse lo suficiente. El mérito de Valencia
fue atacarle, buscándole las vueltas con mucha firmeza y pasándoselo siempre
muy cerca. Y algo parecido en el sexto, al que toreó con tanto tesón y garra.
El fallo a espadas le quitó un reconocimiento mayor.
Lo sorprendente fue la decisión del jurado,
anunciada por la megafonía de la plaza cuando doblaba el último novillo. Había
que elegir a tres finalistas entre los participantes en éste y los tres
festejos anteriores, y quedaron aparcados Valencia
y el mismo Adrián.
Rescatado Leal, será quien toree el próximo
domingo la novillada final junto a Juan
Ortega y Juan Viriato. Desde
luego Ortega torea muy bien, o al
menos así se le vio. Lo demás, ver para creer. / EFE
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