Siete orejas, la mayoría de discutido
merito
Orellana, triunfador con cuatro orejas en Tucaní este pasado fin de semana, que esperemos revalide con sobrados méritos en septiembre próximo en su lar natal, Tovar. |
RUBÉN DARÍO VILLAFRAZ
No hay duda: el que se
vista de luces o salga al ruedo, merece el mayor de los respetos posibles
porque arriesgar la vida no tiene ningún precio, más cuando se hace en aras de
lucimiento. Pero lo visto el pasado fin de semana en la calurosa población de
Tucaní, en el marco de sus festividades en honor a la Virgen del Carmen deja atrás
una profunda reflexión de lo que es actualmente el lio del toro en nuestro país,
y muy especialmente en las plazas de la pueblos venezolanos.
De esta maneta tenemos
que se han organizado dos tardes de
toros en la surlaguense localidad merideña, donde se han dado cita nombres
conocidos de la baraja taurina nacional, en este caso diestros como Rafael Orellana, Eduardo Valenzuela,
Leonardo Rivera, Marcos Peña “El Pino”,
el coleta español Iker Cobo y el
jinete José Luis Rodríguez, todos
ellos ante reses de la vacada caroreña de Los Aranguez, contando como
epicentro de emociones el portátil ruedo de la destartalada plaza portátil La Esperanza, que actualmente regenta el
matador de toros inactivo Leonardo
Coronado, y que en una época fue propiedad del conocido empresario Pedro Navarro.
Con un calor y sol
abrazador (rondando en algunos momentos por encima de los 40 ºC) hemos vuelto apreciar
a las raíces de lo que generó las grandes ferias de las capitales. Sí, fueron
estas las que en poblaciones como Táriba, Ejido, y el resto de poblados de los
andes venezolanos, dieron pie a que se levantaran plazas monumentales con
aficiones consolidadas como San Cristóbal o Mérida. Eso fue en una época, situación
que actualmente por las condiciones económicas del país y del mismo tinglado
taurino ha degenerado en espectáculos de dudosa categoría y con muchos
limitantes que lejos de sembrar afición, lo que hace es ahuyentar la poca que
aún queda en existencia.
Vamos al grano y a lo
que fue dichos festejos…
El sábado, con dos horas
de retraso en el comienzo del festejo se lidiaron astados ya mencionados de la ganadería
Los
Aranguez, quienes en su conjunto lucieron justa presencia para la categoría
de la plaza y del festejo, y en general ofrecieron dispar juego, destacando la
nobleza por el izquierdo del 1º, los demás, parados, mansurrones, y en algunos
casos justificable, pues poco se le puede exigir embestir a un animal donde la escasa
iluminación apenas dejaba ver sombras a su alrededor, como fue el caso de la
lidia del ultimo del festejo.
El balance artístico de
los coletas actuantes, donde se registró poco menos de media plaza, fue el
siguiente:
Rafael Orellana, dos orejas.
Eduardo Valenzuela, palmas.
José Luis Rodríguez, dos orejas.
Iker Cobo, silencio.
Tarde esta donde el
retraso del festejo en su comienzo, condicionó que las ultimas dos actuaciones
se dieran lugar bajo la noche, con mínima iluminación, lo que en parte dio
pie al pobre balance, pese a que en el
resultado numérico se resalte el corte de cuatro orejas, que debieron ser como
mucho dos, pues las demás sobraron y convirtieron posteriormente en “pachanga” lo sucedido en la arena,
llamando posteriormente la atención como se condicionaba desde el mismo callejón
de la plaza al supuesto palco presidencial para la concesión de trofeos. Descaro
de algunos personajes ya conocidos quienes buscan con ello el enfermizo rol protagónico
que les ofrece parcializados y poco creíbles medios impresos, televisivos y
radiales, que se prestan a lo que se considera un engaño sostenido y permanente
de cara al espectador no así el aficionado, quien ya sabe y conoce como se “cuecen la habas” en este entorno.
Este pasado domingo,
se escenificó en este mismo ruedo la segunda y ultima tarde, con poco más de
tres cuartos de aforo de público, con reses de la misma divisa caroreña, con el
siguiente balance artístico:
Marcos Peña “El
Pino”, palmas
José Luis Rodríguez, oreja
Leonardo Rivera, palmas
Rafael Orellana, dos orejas.
Al final con cuatro
orejas, el coleta tovareño Rafael Orellana
se alzaría con como máximo triunfador de la feria, escenario que desde hacía 25
años no se daban toros, del que hay que mejorar muchos elementos de logística
de cara al futuro, y sobre todo, seriedad al momento de premiar lo acontecido
en el ruedo, así y todo nos encontremos en una plaza de tercera categoría.
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