BARQUERITO / DIARIO DE NAVARRA
El
toreo es fuego fatuo y candente. Se habla de toros y toreros fríos. En el polo
opuesto está el toreo de pasión, que caldea. El toreo de entrega, que no admite
sucedáneos. La entrega es pasión. Pero hay que saber torear.
Si
se juntas pasión y saber, el toreo fluye como la lava de los volcanes. Ciencia
y pasión exigen para serlo la presencia y la potencia de un toro de ley,
temperamental, agresivo, noble pero no necesariamente dócil, impetuoso pero no
imprevisible. El eje del espectáculo es el toro, dicen los toristas de boquilla
y los toristas de verdad, pero el toro solo no prende el fuego de la fiesta. Un
encierro de Pamplona es una cosa muy seria, pero el toro pasa y no vuelve.
Torear en Pamplona es algo más. Volcar el ambiente de las peñas y andanadas de
sol en tarde sanferminera pura –la de ayer, por ejemplo-, misión casi
imposible. Apta solo para privilegiados.
Así
que toca dar la razón a quienes sostienen que ese orquestado desdén ruidoso de
la masa del sol de Pamplona –singular mancha- es en realidad una sutil manera
de exigir calor, fuego, verdad, riesgo, emoción, pasión. Y un toro que lo
encarezca todo.
¿Todo?
Todo lo que pasó cuando entró ayer en acción y escena este Saúl Jiménez Fortes,
que mataba por primera vez dos toros en sanfermines. Actitud sobresaliente,
valor para dar y tomar, temeridad consciente, firmeza conmovedora. El arrojo,
sí; la entrega sin reservas. La valentía, por tanto, que es base primaria. Y,
además, la ciencia. La ciencia de saber darlo todo. Fue pura pasión desde el
primer golpe –un ajustadísimo quite por gaoneras- hasta el penúltimo: las
roscas de toreo cambiado que forzaron la voluntad del sexto toro de una
fulgente corrida de Fuente Ymbro que echaba chispas por los pitones.
La
planta: torero de porte distinguido, bien hecho. Las raíces: los pies
enterrados sin perder ni un paso en ninguna de las muchas bazas en que corrió
peligro la vida del artista. El saber: el sitio donde gobernar la remolonería y
la guasa del tercero de la tarde. El temple: se nace con él. La ilusión:
transparente. Se entregó la gente del sol. Milagro.
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