PAMPLONA.-
Los toros de la ganadería de Fuente Ymbro
protagonizaron el quinto encierro de los sanfermines, sin corneados y veloz en
su mayor parte, aunque ralentizado en los metros finales por un astado que tuvo
que ser ayudado a entrar en los chiqueros por los dobladores. Por este motivo,
la carrera duró 3 minutos y 12 segundos, aunque sus cinco hermanos estaban en chiqueros
antes de que se cumplieran los dos minutos y medio.
El encierro comenzó con unos segundos de
retraso al no prender la mecha del cohete anunciador y tener que recurrir al de
reserva. Abandonados los corrales de Santo Domingo por la manada, que partió
agrupada y con los cabestros liderando el grupo, los toros de Fuente
Ymbro imprimieron desde el principio una gran rapidez y así dos de
ellos al poco de contactar con los mozos tomaron la cabeza.
De esta forma recorrieron este tramo hasta
llegar a la plaza del Ayuntamiento donde se formó un pequeño montón de
corredores en la pared lateral de la Casa Consistorial, aunque al parecer sin
consecuencias graves.
Con un toro negro y un jabonero por delante,
el grupo cruzó la calle Mercaderes sin problemas y llegó a la curva de la
Estafeta donde los dos primeros resbalaron, lo que reagruparon a la torada.
Los astados se pusieron en pie rápidamente y
con una gran velocidad enfilaron este tramo del recorrido, rodeados de mozos
que pudieron disfrutar de la cercanía de las astas, al abrirse algunos huecos
entre los bureles, que en un instante hicieron un pequeño tapón al resbalarse
un manso y en otro saltaron sobre algunos corredores caídos en el pavimento,
sin fijarse en ellos.
El grupo llegó a Telefónica, sin embargo, algo
disgregado con el consiguiente riesgo acrecentado por un resbalón que sufrieron
dos astados, aunque sin llegar a quedar tendidos en el suelo.
Ya en la plaza los cinco primeros de Fuente
Ymbro se dirigieron sin mayores problemas a los chiqueros, mientras que
el sexto, que entró por la izquierda, perdió las manos en repetidas ocasiones y
llegó a quedar tendido en la arena por lo que los dobladores se vieron
obligados a ayudarle a levantarse tirando de él, para así poder introducirlo
finalmente en chiqueros. / EFE
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