JUAN
MIGUEL NÚÑEZ
PAMPLONA.-
El balance de los sanfermines, o Feria del Toro, está
sujeto al comportamiento, incluso también a la presentación, del bravo animal,
que a la postre ha marcado el devenir de lo que ha ocurrido en el ruedo, tanto
triunfos como fracasos, que de todo ha habido a lo largo de los diez días que
ha durado el ciclo.
Naturalmente que han sido en las corridas más
completas, o con los toros sueltos más sobresalientes, donde se han dado los
momentos que se van a recordar ya como estelares. Y al revés, las grandes
frustraciones de toreros han ido también de la mano del fracaso ganadero. Aunque
convendría precisar que no siempre el toro bueno cayó en las mejores manos, de
la misma manera que no todos los toreros con mejor disposición y capacidad
tuvieron el animal adecuado. De ahí que todavía haya que reconocerle más mérito
si cabe a los verdaderos triunfadores.
Empezando por las ganaderías, la de Cebada
Gago, considerada por el jurado de la Casa de Misericordia como las más
completa en presentación y bravura, lució un tipo armónico, y en las embestidas
fue un dechado de temple y vigor, de buen son y duración; de clase, nobleza y
fondo. Corrida, en definitiva, adornada con los principales componentes de la
bravura.
Con los "cebadas"
triunfó el local Francisco Marco,
que cortó una oreja, y aunque entre la espada y "el palco" le negaron al menos un trofeo más, podía haber
arrasado en base a la calidad de su primer toro. Claro que en sus
circunstancias, toreando tan poco, no parece justo pedirle más cuentas. Quien
estuvo muy bien esa tarde, haciendo el toreo caro, fue el sevillano Antonio Nazaré, que se llevó sólo un
apéndice y pudo haber logrado dos si llega a matar a la primera.
Corrida noble aunque de escaso gas, la de El Pilar,
en la que compitieron los colosos Iván
Fandiño y David Mora, los dos
muy firmes y capaces hasta conseguir salir a hombros. El debutante Jiménez Fortes, la gran revelación de
la feria, que también se fue en volandas después de cortar una oreja a cada
toro de su lote -y todavía "el
palco" le negó un trofeo más en su primero-, sorprendió por la
seguridad y el valor, incluso por el gusto que mostró en la interpretación. Y
ello también a pesar del poco contenido de sus toros, de Fuente Ymbro.
La cuarta salida a hombros la protagonizó Juan José Padilla, cuyo influjo a raíz
de la lucha que mantiene para salir a flote tras su gravísimo percance en
Zaragoza en octubre pasado, es determinante. Pamplona se volcó con él, y a la
recíproca -sus faenas fueron de mucha entrega y emotividad-, en una tarde que
sin su concurso se recordaría ahora por los toros de Torrehandilla-Torreherberos,
que resultaron un auténtico fiasco.
Una oreja de peso cortó Javier Castaño a un "miura"
por una faena de aplomo, serenidad y estética. Y otro tanto Rubén Pinar a un manso de Fuente-Ymbro.
También "El Juli" en su primera tarde, a un astado de Victoriano
del Río le arrancó un trofeo por oficio y aguante. Aunque en la
siguiente comparecencia, ya con los toros mansos y esmirriados Torrehandilla-Torreherberos,
aquello fue una ruina.
"Fundi", en
temporada de adiós, se ha despedido de Pamplona cortando una oreja por una
meritoria faena a un buen toro que fue excepción en la corrida de Victoriano
del Río. Oreja de escaso valor, porque en Pamplona a veces es
determinante el hecho de meter la espada a la primera, se llevó "Joselillo"
en la decepcionante corrida de Dolores Aguirre, que únicamente tuvo
fachada. Como tampoco convenció el apéndice a Talavante en la también desdichada corrida de Juan Pedro Domecq, y el
de Luque en los "torres handilla y herberos",
que no hay que repetir más que fue un verdadero desastre.
En puertas de triunfos rotundos, doblegado
unas veces por la espada, como fue el caso de Perera, y otras por la falta de criterio presidencial, como le
ocurrió a Castella. Cumplieron
actuaciones muy dignas Gallo, "Rafaelillo", Robleño y "Morenito
de Aranda". Y sin calificar por las nulas condiciones del ganado
que lidiaron, Ferrera, Tejela, César
Jiménez y "Fandi".
En la novillada de preferia, el nombre
espléndido y muy esperanzador de Gonzalo
Caballero, que salió a hombros. Gómez
del Pilar y Román, con una oreja
cada uno, cumplieron sin más.
Y en la de rejones, todos los reconocimientos
para "el rey" Hermoso de Mendoza, y de paso
triunfalismo para el otro de la tierra, Roberto
Armendáriz, mientras se caía en la injusticia de dejar sin la Puerta Grande
a Sergio Galán, que en verdad
cumplió una actuación muy seria y brillante.
Es lo que dieron de si los sanfermines 2012,
cuyas corridas, pese a la crisis, han puesto todos los días el "no hay billetes". Señal de
que "la Fiesta", sobre la
base de una programación bien hecha, sigue despertando interés. / EFE
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