martes, 10 de julio de 2012

CUARTA CORRIDA – FERIA DE SAN FERMÍN 2012: A hombros Fandiño y David Mora


Buena corrida de los dos hierros de Moisés Fraile, un botín de cuatro orejas, espectáculo caliente y vibrante. Lote excelente para Mora. Entrega sin reservas del torero de Orduña.
BARQUERITO
Foto: EFE

De los seis toros de Moisés Fraile el de más bravo fondo fue el tercero, el único cinqueño del envío. La edad confiere por norma a un toro seriedad, que no es sentido pero sí listeza suficiente como para encarecerse. No hubo toro que no tuviera su intriga, pero la de este tercero fue la de más interés. Porque la embestida tuvo sus turbulencias: el toro tuvo motor e inercia, pero con eso solo no bastaba para entregarse. Sí para moverse.

Estuvo peleando desde que sonó el gong. Tomó el capote por abajo y por los vuelos. Bonitos lances genuflexos de David Mora, de composición rondeña. Estampa inspirada por esa foto imborrable que de Ordóñez tomó en los primeros 60 Pepe Arjona. A los cuatro viajes había descolgado el toro. Le dieron capa a manta. Señal de bravura pesante, no incómoda. En el primer ataque al caballo desmontó y descabalgó casi a saco a Mario Herrero, pero, bien domada y pertrechada, se tuvo la montura sola. Hubo que colear al toro para sacarlo del celo en que estaba. En la segunda vara dejó probadas su bravura y su fijeza.

Cambiado el tercio, quitó por chicuelinas trampeadas David Mora, el toro no consintió el remate de media verónica a lance hecho, se le vino encima y lo desarmó. Gesto torero: insistió David en la misma suerte, redondeó con media ortodoxa y abrochó con una brionesa muy expresiva. El primer par de banderillas se quedó incrustado en el hoyo de un puyazo pero Félix Jesús Rodríguez tuvo, desde una tronera, la habilidad de tirar de los dos palos para descolgarlos del gancho. Las banderillas nuevas que patentó el matador valenciano Manolo Sales. En buena hora.

La de Pamplona sigue siendo la única plaza de toros española donde mantienen vivo el rito de forrar los rehiletes con papeles de los colores de la divisa. Moisés echó toros de sus dos hierros y sólo estaban previstas las banderillas blanquiverdes, que son los colores de El Pilar. En año de buena fortuna en los sorteos, David Mora se vio agraciado con ese bravo tercero de corrida –y con el excelente sexto después- y en ello anduvo, en ten con ten.

Ten de tensión, porque los toros bravos la demandan y, si tienen son caliente, más. No fue faena de bajar la mano, ni de torear por arriba. A medio camino entre la inercia, el gobierno y la colocación, como en equilibrio de poderes, se fueron apuntando bazas las dos partes. Largos viajes descolgados del toro, que llegó a escarbar, y a hacerlo dos veces, y a revolverse con poderío. O a rebrincarse un poco cuando no vino metido en el engaño del todo. Las faenas de tensión son necesariamente de emoción. Una estocada soltando el engaño. Una oreja. La segunda de una tarde que venía medio encarrilada.

Solo medio y no del todo, porque el primero de corrida, de tranco bondadoso y rítmico, se lesionó un tendón de la mano derecha, o se descuajaría, y se quedó sin apoyos buenos. No llegó ni a dolerse ni a flojear, pero Tejela se vio obligado a cambiar de espada, y a apuntar con la de acero a los bajos. El segundo de la tarde fue uno de los dos del hierro de Moisés –la eme con cresta de efe y no la pi de El Pilar- y no el mejor de esos dos, pero sí bueno. Se fue apagando, el segundo de los dos puyazos cobrados fue exagerado. Noble el toro. Se lo pasó muy cerca Fandiño y saltaron chispas en muletazos de carácter. Se levantó viento, pero como si nada. Fandiño había salido por todas, no dio cuartel ni tregua, tragó, consintió, templó, pudo, se atracó en estocada trasera. Contenta la gente.

Buen espectáculo. Lo fue también, y después del toro de la merienda, que, armado a modo y de buen galope, resultó en la muleta más templado que vibrante. Facilón y seguro, puesto Tejela. Un pinchazo, otra estocada caída.

Fandiño y Mora parecían estar retándose por enésima vez este año. Fandiño salió por el quinto todavía más dispuesto que antes. Mansito en varas, el toro se dio después con son pastueño. Fandiño abrió faena con el cambiado por la espalda en los medios y en cite a distancia, y ya no hubo más que hablar: la gente entró en el juego, la faena se fue amasando con buena cabeza –toreo de abajo arriba con la izquierda, buen ajuste con la diestra, tandas rematadas con donaire-, se hizo hueco acústico La Pamplonesa, se oyeron compases del Amparito Roca, una estocada, una oreja y casi las dos, fiesta redonda.

Embalada la cosa, saltó un sexto de Moisés-Lisardo que se soltaba a veces porque se enganchaba con el multimurmullo de las peñas y andanadas de sol, donde retumbaba hasta la respiración, pero que, además de soltarse, metía la cara con clase y, sujetado, repetía a placer. A más el toro, que no se cansó, y a más el propio David, que cambió de terrenos y distancias, y de manos, y de manera de ponerse y soltarse. Para acabar justo debajo de donde mejor quería el toro: al amparo de las peñas y su rugido selvático. Dos ataques con la espada, un descabello. A hombros los dos triunfadores. Oé, oé, oé…!

FICHA DEL FESTEJO
Seis toros de Moisés Fraile, de bello remate y varias hechuras. Todos, con el hierro de El Pilar, salvo segundo y sexto, que llevaban el del nombre de Moisés. El primero, de buena nota, se lastimó la mano derecha en plena faena y no pudo verse todo. Salvo el cuarto, toro manejable, dieron muy buen juego los demás. El sexto, muy en Lisardo, fue el de más calidad.
Matías Tejela, de púrpura y oro, silencio en los dos. Iván Fandiño, de yema y oro, oreja y oreja. David Mora, de azul ultramar y oro, oreja y oreja.
Pamplona. 5ª de abono. Lleno. Templado, algo fresco, luminoso.

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