JORGE ARTURO DÍAZ
REYES
@jadr45
Los nuevos empresarios de Las Ventas, el francés Simón Casas
y la agencia de viajes Nautalia, quienes ganaron la subasta “no subasta” colocando
sobre la mesa setecientos mil euros más que su rival, entraron declarando --Se
abre un antes y un después en el toreo.
Fuerte. ¿Cómo Belmonte? ¿Otra forma de torear, otro toro que
se ajuste a ella y otra afición que la pague? Se pregunta uno.
Podría ser, por qué no, si en el toreo moderno, desde Pedro
Romero para acá, Madrid locuta..., y Casas es locuaz. --El cambio ya está en
marcha –agregó –llego avalado por mi gestión en muchas otras plazas.
Pero al margen de la promesa, quizá deseable, de transpolar a la primera del mundo sus
exitosas gestiones comerciales anteriores, ha expresado también cosas muy
preocupantes para el aficionado, como… --Las novilladas de Madrid rozan el
concepto de crimen contra la humanidad… hechos indignos de la condición humana…
mensajes bárbaros...
Al tiempo que su socio habla de turismo, glamour, humanizar
la plaza, convertirla en centro de espectáculos nocturnos de toda índole y
carteles más relevantes. Estos últimos por ejemplo, no son posibles si no se
hacen con los toros que los toreros relevantes admiten. Lo sabemos de sobra.
Flota una inquietud esencial. ¿Sobrevivirá el “toro de
Madrid” sobre cuyo trapío y fiereza se ha levantado el prestigio, la categoría
catedralicia, y la primacía? Y hablo de Madrid, no de Las Ventas, pues esta
solo es la más reciente de las plazas desde las cuales la capital española ha
oficiado su histórico pontificado.
Lo que pase allá repercutirá en todo el mundo taurino.
Estamos a la espera todos de comprobar si el toro del después será más o menos
toro que el del antes, y si la otra promesa, la de “potenciar Las Ventas como
capital mundial del toreo”, incluye aquella premisa sine qua non.
Tendremos que esperar entonces hasta la próxima primavera
para comenzar a saber qué será de nosotros.
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