PATRICIA NAVARRO
@PatriciNavarro
Diario LARAZON de
Madrid
Eran las palabras de Cayetano Rivera justo antes de salir su
primer toro, que quiso brindar a "todos los aficionados por defender y
amar este mundo. Ojalá esos que se hacen llamar antitaurinos tuvieran hacia los
demás, como mínimo, el mismo amor y respeto que nosotros sentimos hacia el
toro. Yo estoy dispuesto a morir por el toro, ¿y los antitaurinos? Adrián,
todavía eres un niño, pero con corazón torero. Te vas a curar, valiente".
Y con las misma se fue Cayetano a la puerta del miedo a
recibir a su primer toro. Tenía la mirada profunda, la seriedad en las palabras
e impresionaba verlo. Esa sensación de que estos tipos no son de este mundo. Y
con la mirada más Paquirri que nunca. Qué cosas. Y tras despacharse con el
micrófono, cumplió al milímetro sus palabras. "Dar la vida al toro".
A portagayola, de rodillas después, hasta el infinito y más allá en busca del
toreo y lo encontró de uno en uno en los naturales y en un cambio de mano
descomunal.
La verdad como motor, ese argumento que nos salva. No hay
infierno desde este lado del río, por difícil que sea de comprender, que lo es.
Y luego Enrique Ponce, tres siglos después de comenzar su andadura en los ruedos,
se entretuvo en regalarnos una obra maestra.
De las que llenan los huecos y vacían las dudas. Mágica
tarde. Extraordinario encuentro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario