Generosa recompensa de dos orejas
de un toro para el arlesiano Andy Younes, que ha adoptado al calco las maneras
y el sentido de Sebastián Castella.
Leo Valadez |
BARQUERITO
LA SEGUNDA Y ÚLTIMA de las dos novilladas del abono de
Zaragoza no tuvo nada que ver con la primera. No solo porque la primera abriera
feria en sábado y muy en caliente: ganadero del país –Marcuello-, novillero
zaragozano debutante –Jorge Isiegas-, cartel bien cuadrado y ganas de ver
embestir y torear. También porque las novilladas de sangre Santa Coloma suelen
tener el punto de díscola bravura que provoca a todos. La marca de Santa Coloma
es bien notoria en lo de Marcuello y su hierro de Los Maños. Más bondadosa que
díscola, pero no sin su fondito bravo, la novillada inaugural dejó buen sabor
de boca. Los tres de terna –Aguado, Isiegas y Salenc- anduvieron más que entonados.
Con esos antecedentes se hicieron inevitables las
comparaciones. No pasaron reconocimiento dos de los seis novillos de El Cahoso.
Completaron corrida dos de Los Chospes. Titulares y complementarios tenían en
común su procedencia Domecq. Los unos, vía Juan Pedro o Andrés Ramos; los
otros, derivados de Daniel Ruiz. Parentescos lejanos. Salieron muy dispares.
Muy grandones tres de los cahosos; más terciados los otros tres. La abundancia
o multiplicación del encaste ha provocado tal saturación que el tipo o
prototipo del encaste ha terminado por difuminarse. Como si se hubiera perdido
la seña de identidad, que son en un toro las hechuras. El sexto novillo de esta
segunda baza, que saltó al callejón después de barbear, tenía cuajo de
cuatreño. Muchas carnes. Y poco más.
Se vino abajo y apalancó el primero, que escarbó y salió
roto de solo la primera de dos varas; se echó de inválido o enfermo el segundo;
no tan en seco como el primero, pero también el tercero, vivito antes de varas,
echó el freno a los diez viajes medio en serio; el cuarto fue y vino sin más,
pero apenas un par de viajes de ida y vuelta; el sexto, sometido a trato
asfixiante, el torero encima, se apagó
jadeante. El quinto metió la cara sin particular ímpetu, humilló, dejó estar y
tuvo no solo bondad, también nobleza.
Intercalada en una semana donde se han jugado algunos toros
descomunales –dos viejos cinqueños y muy ofensivos de Victoriano del Río, tres
descaradísimos de Fuente Ymbro, el sexteto tan astifino de Juan Pedro Domecq-,
la novillada estaba condenada a sucumbir a todas las comparaciones posibles. El
espectáculo fue opaco y plano.
Con el novillo de mejor aire se manejó más que bien Andy
Younes, cuya evolución en apenas un año ha resultado una sorpresa. De diamante
en bruto –torero de seco valor, indiscutible firmeza- a imitación casi al calco
de las formas y el estilo de Castella. Sin parecido físico alguno, pero
idénticos los modos y los modales. Una faena encimista ajustada pero no
agobiante, de sacar a tiempo los brazos, de torear por abajo y sin perder
pasos, de asustar o pretenderlo, de respirar sin miedo. Todo en los medios.
Melodía monótona, pero no se trataba de medir las formas sino el fondo, que
sigue siendo el del diamante sin pulir: torero valiente. Prueba del valor: la
espera de salida del quinto novillo en el mismo platillo para librarlo con
lances de espalda por alto, de quietud y arrojo conmovedores.
Leo Valadez, flamante Zapato de Oro en el recién celebrado
certamen de Arnedo, anduvo sobrado, suelto y fácil en las dos bazas. Sin modelo
reconocible ni espejo conocido ni por conocer. No tan vibrante como en previas
apariciones por plazas españolas o francesas. La competencia con el segundo de
los hermanos Adame, que ya es matador de alternativa y va a iniciar campaña en
México con ruido, ha perdido visos o estímulo de rivalidad. Tal vez vuelva a
florecer algún día. Llamativa seguridad con la espada. No es poco.
Rafael Serna toreó bien de capa al tercero y por el palo
definitorio de la verónica de largo vuelo. Dibujó muletazos de lindo trazo con
la izquierda en un paciente y meritorio el trasteo con el sexto de corrida, que
apenas se empleó. Breve a la fuerza con el novillo de su debut en Zaragoza,
donde en tiempos, o solo el último sábado, pasaban examen riguroso todos los
novilleros con ambición. O sin ella.
POSTDATA PARA LOS
ÍNTIMOS.- Hay un pastelito de carne picada en el Berlanga que se deja
comer a gusto. Muy picadita la ternera blanca. En la ribera del Ebro, la
verdura. La historia cuenta leyendas dignas de crédito de las gloriosas
cosechas en lo que es hoy, Ebro abajo, el barrio de Las Fuentes, donde empieza
o termina la línea 22 del autobús. La vega del río Huerva fue en tiempos campo
fértil, cebollero, patatero y frutal. Resulta que fue en Zaragoza donde se puso
a circular en serio la patata. En el siglo XVIII la empezaron a comer cocida,
dudo que frita. Un chiste de baturros sostiene que el aragonés de los cuentos
la prefería cruda y con su pellejo. El método Parmentier, a cuento de la patata
aragonesa, fue un anticipo de la Revoluciòn francesa. Se hace de las raíces un
puré.
El Berlanga es un bar de barrio junto a la plaza de Roma.
Como su mismo nombre indica, el dueño es soriano, de Berlanga de Duero. Ciudad
encastillada y medio feudal. Se habla un castellano maravillosamente puro. Está
abandonada la estación del arrabal, que era muy hermosa. De la extinta línea
férrea de Valladolid a Ariza, que iba del Duero al Jalón, al Ebro, como de mar
a mar. Las servilletas de papel del bar llevan la silueta del castillo impresa
en tinta roja. Detalles. Hay cazuelas de merluza a la vasca -con mucha gamba,
es decir, heterodoxa receta- y de albóndigas también. Las hay de cerdo o
ternera. Y croquetas, y salmueras, y fritos de gamba al estilo Orly. Los
dietistas desaconsejan los rebozados recalentados. Buenos vinos en copa de
Burdeos. Gente amable. Hoy han vuelto a los colegios los niños que estaban a
diario pegándose carreras por las escaleras del bar, que es de dos pisos. Dejan
entrar perros. Hay uno muy cariñoso. Si siente que lo miras, hace amago de
venir a ti. Como si tuviera hambre. Los perros leen el pensamiento.
FICHA DEL FESTEJO
Cuatro novillos de El Cahoso
(Rafael Calero) y dos -1º y 3º- de Los
Chospes (Juan Fernando Moreno), que completaron corrida.
Leo Valadez, silencio y una oreja.
Andy Younes, vuelta y dos orejas.
Rafael Serna, ovación en los dos.
Jueves, 14 de octubre de 2016. Zaragoza. 6ª del Pilar. Novillada con
picadores. 2.000 almas. Templado, nublado. Cerrada la capucha de cubierta. Dos
horas y veinte minutos de función.
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