lunes, 31 de octubre de 2016

Leo Valadez careció de argumentos en su encerrona

Oreja benévola y un astado vivo oficialmente

ADIEL ARMANDO BOLIO
Especial para VUELTA AL RUEDO

Más que una cornada, más que un triunfo barato y más que el fracaso, lo que de verdad le hace daño a un torero que, además, tiene enormes cualidades para andar con pie firme en esta difícil profesión que es la de ser torero, es la maldita coba o dicho más claramente el falso halago, ese que se brinda con el único propósito de quedar bien con alguien.

Tal parece que eso están tratando de hacer algunos que hablan y escriben, en este caso, del novillero Leo Valadez, a quien de ninguna manera le restamos el mérito de haber cumplido con una impecable y espléndida temporada europea en este 2016 pero de eso a lo que sucedió este domingo 30 de octubre en el coso “San Marcos” de Aguascalientes, en la novillada del XXII Festival de Calaveras dista mucho de lo que pasó en cosos españoles y franceses, vamos, un Leo fue el de la pasada Feria de San Marcos en la misma plaza y otro apareció apenas en esta ocasión, totalmente diferente, con su oficio, sí, con su técnica también, pero si evidenció falta de alma, de sentimiento, de entrega y, sobre todo, de conexión con el público que pagó un boleto para cubrir el aforo del coso en casi tres cuartos.

Entonces ¿por qué defender lo indefendible? cuando un novillero puntero como Leo, con todo el bagaje que tiene, haya estado en peligro un par de ocasiones de resultar seriamente herido. ¿Fue excesiva la encerrona? ¿No estaba puesto para ella? no lo sabemos pero quien si estaba cierto de ello es precisamente Leo Valadez, pues físicamente demostró que si lo estaba pero en lo taurino nos parece que quedó mucho a deber. Y tema a parte fue su insolvencia con la espada a lo largo de toda la función hasta terminar por írsele vivo, oficialmente, el séptimo astado de regalo.

Y lo de la oreja en el cuarto, la verdad es que ni lo daña ni lo beneficia, pues fue un trofeo ganado de forma intrascendente. Cierto es que la gesta de Leo no fue lo que esperaba y más aún, lo que él deseaba. Así pasa, el “gozo se fue el pozo” y no hubo manera de taparlo a pesar de los falsos elogios.

Así que se lidiaron siete novillos bien presentados de seis ganaderías, uno de ellos de obsequio, siendo toreables el primero de Montecristo, el segundo de Los Encinos, el sexto de Boquilla del Carmen y el de regalo de La Paz. Y los demás, los dos de Santa María de Xalpa y el de los Sucesores de Teófilo Gómez, presentaron más complicaciones, pero de que hubo “tela de donde cortar” si la hubo.

En el astado que abrió plaza, el de Montecristo, Leo estuvo variado con el capote y su labor de muleta destacó en su segunda parte y cuando pudo haber cortado una oreja falló con la espada para saludar desde el tercio.

El segundo fue de Los Encinos y a ese Valadez lo lanceó estupendamente a la verónica para rematar con vistosas media y revolera. En este astado se desmonteraron los banderilleros Gustavo Campos y Aldo Navarro. Con la muleta ha cuajado lo mejor de la tarde en una faena con toreo de rodillas y de pie con temple, intercalando adornos pero a la hora de matar todo se vino abajo para ser aplaudido.

En tercer lugar salió el primero de Santa María de Xalpa, al que le realizó una labor empeñosa pero sin rumbo. El trasteo fue a menos y tras matar de pinchazos, el segundo hondo escuchó algunas palmas.

Ya en pleno desangelamiento y una desconexión con él mismo, Leo con el otro de Santa María de Xalpa, llamado “Agradecido”, realizó dos largas cambiadas de rodillas en los medios y de pie lancear a pies juntos y quitar por zapopinas. Se le pidió que cubriera el segundo tercio y lo hizo con más voluntad que lucimiento. Y con la sarga hizo el toreo con calidad por momentos intercalando, como toda la tarde, muchos enganches y desarmes. Aun así se le apreció valiente y empeñoso pero sin alcanzar el nivel que el público le quería ver. Terminó de estocada trasera y tendida para que, gracias a la concurrencia, el juez le obsequiara un apéndice que le fue protestado y que dividió las opiniones.

El quinto fue de los Sucesores de Teófilo Gómez y con ese se le vio torerismo, no sin haber sufrido un susto que no pasó a mayores, además de sobresalir algunos detalles. No acertó al matar y le despidieron con aplausos de aliento.

Salió el sexto de Boquilla del Carmen estando bien Valadez con el capote. Hubo un tumbo al picador Guillermo Cobos y un voluntarioso quite por gaoneras del sobresaliente Paulo Campero. Con la franela, Leo sólo dejó detalles y algo de tesón. Acabó de estocada caída y dividió los criterios.

Y en el séptimo de regalo, de La Paz, el mejor de la función, fue donde todo se le vino encima al torero. Lo recibió de manera entusiasta en la zona de tablas de hinojos con dos largas cambiadas  y dos faroles, además de veroniquear de pie y quitar por saltilleras. En el segundo tercio saludó calurosa ovación el subalterno Aldo Orozco. Y con la muleta, Valadez tras tres cambiados por la espalda y los de pecho, además de dos tandas derechistas y otra de naturales que hicieron albergar la ilusión del triunfo, no hubo la continuidad que se esperaba. Vinieron las dudas, los enganches y la poca imaginación del torero que terminó hecho un crucigrama a la hora de pasaportar al astado. Se le hizo de “hueso”, volvió a sufrir otro fuerte susto y terminó escuchando los tres avisos para que oficialmente se le fuera vivo el novillo, mientras que el noble público lo despidió con una sonora ovación de aliento.

Reiteramos, Leo Valadez es un estupendo novillero y sus actuaciones son muestra inequívoca de ello, eso no se discute, pero lo que si pone en tela de juicio es la carencia de argumentos que presentó esta tarde ante su gente. Como se sabe, tras este compromiso, Leo volverá a España para preparar su temporada 2017 y, de verdad, deseamos que sea igual o más exitosa que la de 2016 y que cuando vuelva a nuestro país lo haga hecho matador de toros con todos los honores. Así sea.

FICHA DEL FESTEJO
AGUASCALIENTES, Aguascalientes. Novillada del XXII Festival de Calaveras. Coso “San Marcos”. Casi tres cuartos.
Siete astados, uno de ellos de regalo, siendo toreables el primero de Montecristo, el segundo de Los Encinos, el sexto de Boquilla del Carmen y el de regalo de La Paz. Y los demás, los dos de Santa María de Xalpa y el de los Sucesores de Teófilo Gómez, presentaron problemas.

Leo Valadez, como único espada: Al tercio, palmas, palmas, una oreja con división de opiniones, palmas, división de opiniones y tres avisos. 
Los banderilleros Gustavo Campos y Aldo Navarro se desmonteraron.

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