JORGE ARTURO DÍAZ
REYES
@jadr45
Hace veintinueve años ya. Cómo pasa el tiempo. Fue en
Sogamoso la cornada mortal. Pepe Cáceres toreaba con Antonio José Galán y el
rejoneador Dairo Chica un encierro de San Esteban de Ovejas (Domecq).
Era 20 de julio, fecha patria, feria del sol. Conmemoración
del grito de independencia en 1810, inicio de la guerra, que llegó a ser “a
muerte” contra España y dio paso a casi un siglo de antiespañolismo por estas
tierras.
Paradójico recordarlo con la más española de las fiestas. La
de los toros. Pero así ha sido. Cuando el general Pablo Murillo reconquistó
Bogotá para la corona en 1816, lo celebró con toros, y cuando Bolívar tras la
batalla del Puente de Boyacá la liberó en 1819 definitivamente también dio
toros.
Como diciendo --renunciamos a la sumisión pero no a
nuestra cultura, seguiremos siendo lo
que somos. Creo que Pepe pensó siempre igual. Colombiano y torero. Cómo se
engallaba cuando alternaba con las figuras españolas. Diferente de lo que pasa
hoy por ahí. Primero se reniega de lo que se és para luego posar de
independiente.
Pepe, cerca del burladero de matadores entró a volapié y
“Garrotillo” alias “Monín” le atravesó el pecho. Tenía cincuenta y tres años,
pensaba en el retiro. Siete meses atrás durante su última corrida en Manizales,
que fue triunfal, había brindado a Manolo Chopera retándolo a que lo pusiera en
la corrida de la hispanidad de Las Venta, el 12 de octubre --Porque quiero
despedirme de Madrid. No alcanzó.
El joven César Rincón venía pisándole los talones. Murió sin
ser derrocado. No lo hubiera resistido. Orgulloso, torero de pies a cabeza, de
todas las horas, de todos los días, de todos los trances, en el ruedo y fuera
de él. Murió en su ley.
Tuvo un inmerecido mes de agonía que le “regaló” la ciencia.
Dicen que tras recuperar la conciencia sus primeras palabras, escritas no
habladas pues la traqueostomía conectada al respirador se lo impedía, fueron:
¿Le pagaron a la cuadrilla? ¿Corté las orejas?
Torero de raza y casta americana como lo fue nuestro Céssr El Grande con quien compartió muchas tardes, toreros de verguenza y madera fina hechos para el triunfo en el más allá estarán triunfando de sus andanzas que tuvieron en este plano en que vivimos, ¡Que viva américa, que viva la raza, que viva la casta! y Olé. Oscar Sánchez Campos.
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