López Simón |
CARLOS CRIVELL
@carloscrivell
Diario ELMUNDO de
Madrid
La plaza de toros de El Puerto ya era una preciosidad; ahora
la han acicalado y su belleza es deslumbrante. Se ha recuperado el color
original de los adornos de los forjados. Más que una rehabilitación, lo que se
ha hecho es finalizar su construcción. Justamente era una reinuaguración. Vale
el dicho de Gallito sobre El Puerto. Hay que ver en su plaza una corrida de
toros como experiencia única en la Fiesta. Ahora, con más motivos.
Para esta solemnidad la plaza no llegó a cubrirse ni
siquiera en la mitad de su aforo. Decían en El Puerto que la ocasión merecía un
cartel de tronío. El cartel era un híbrido de rejoneador con dos matadores. Por
delante, Diego Ventura. El caballero lusitano de La Puebla del Río cuajó al
primero en una labor de calidad con Nazarí y Milagro. El de Sampedro, con poco
celo al comienzo, acabó embebido en las cabalgaduras. Se metió en los terrenos
del astado para obligarlo a embestir. La plaza se sorprendió con los quiebros
de Milagro y celebró que acertara a la primera con el rejón de muerte.
El cuarto ayudó más a Ventura, sobre todo porque en la plaza
apareció Sueño, dominador de la escena a dos pistas, valiente en los quiebros y
templado en todo momento. Ventura acertó a levantar los ánimos del coso con
alardes variados. El rejonazo trasero, fulminante. A los caballeros se les
permite matar donde nunca podrían hacerlo los matadores.
Juan José Padilla, al calor de los paisanos, puso en juego
toda su artillería. El primero de su lote, toro precioso, embistió de bravo en
el caballo y echó el freno en la muleta. Padilla lo recibió con dos largas,
colocó banderillas de forma temeraria, toreó de rodillas, atacó al de Domecq y
le arrancó la oreja, que llegó a pesar del pinchazo. El segundo de su lote
llegó en estado terminal a la muleta, sin fuerzas o descoordinado, la realidad
es que dio una penosa imagen en manos de un torero ansioso de triunfo. No llegó
el triunfo total, aunque parte de la plaza reclamó un trofeo por una faena que
no existió.
López Simón se mostró fiel a su tauromaquia actual en el
tercero. La necesidad le obliga ahora a taparse. El torero fresco y confiado
del pasado ha dado paso a un torero sobrado de recursos para cubrir el
expediente con suficiencia y menos exposición. Y así sucedió en el primero de
su lote, al que tapó mucho y tocó con fuerza para ligar muletazos más o menos
templados. Todo ello, a los sones del pasodoble que se estrenó en la corrida,
obra de Abel Moreno y titulado López Simón. Con los circulares del final
calentó al tendido. La defectuosa estocada no le privó del trofeo.
Las luces de la plaza lucieron en plenitud a la salida del
sexto. La plaza mejor iluminada del mundo, en la publicidad de Barrilaro de los
años ochenta. El torero de Barajas, sin zapatillas todo el festejo, tropezó con
el mejor de Domecq. Templó, corrió la mano y ligó sin apreturas. El noble toro
acabó rajado; López Simón se montó encima entre el entusiasmo popular, todo con
la inestimable ayuda de la banda de música.
SAMPEDRO / SALVADOR DOMECQ / Ventura, Padilla y Simón
Plaza de toros de El Puerto de Santa María, 24 de julio de 2016.
Reinauguración de la plaza tras las obras realizadas. Menos de media plaza.
Dos toros para rejones de Sampedro,
de buen juego; cuatro de Salvador Domecq,
de hechuras variadas: El1º, bravo en el caballo y apagado con problemas en la
muleta; 2º, mansito y noble; 5º, lesionado en la muleta; 6º, noble y rajado.
Diego Ventura y López Simón salieron a hombros por la Puerta Grande.
Diego Ventura: rejón trasero (una oreja). En el cuarto,
rejón trasero y caído (una oreja).
Juan José Padilla, de fucsia y azabache, pinchazo y estocada
atravesada (una oreja tras aviso). En el quinto, estocada tendida y trasera
(vuelta al ruedo).
López Simón, de tabaco y plata, estocada contraria
atravesada y descabello (una oreja tras aviso). En el sexto, estocada caída
(dos orejas).
No hay comentarios:
Publicar un comentario