Ahora que llegan los sanfermines
Los
más estrictos ortodoxos de lo taurino le pueden discutir –y así lo hicieron—
sus conocimientos del hecho taurino y sus secretos. Pero parece obvio que
Hemingway tenía una clara sensibilidad para captar esos momentos esenciales en
los que se comprueba que el toreo no es un juego sino un arte, plagado de
riesgos por lo demás. Pero, además, al enjuiciar su obra hay que tener siempre
presente que su propósito no es la divulgación tradicional de los escritores
taurinos, sino que se dirige a un público, básicamente anglosajón, ajeno a la
Fiesta. Por eso, puede cometerse un error si se minusvalora la importancia del
escritor norteamericano en la propia literatura taurina.
Redacción www.taurologia.com
Hemingway o la pasión por la fiesta. La primera
vez que Hemingway visitó España no tenía más interés por el país que el que un
turista cualquiera puede mostrar por un nuevo destino. Sin embargo, las
corridas de toros, el ambiente festivo y el carácter español le sedujeron de
tal modo que, muy especialmente Pamplona, se convirtieron en un segundo hogar
para él y en el escenario de algunas de sus mejores novelas.
Hemingway llegó por primera vez a Pamplona en
julio de 1923, acompañado de su mujer y de un grupo de amigos. Estos serían
para él sus primeros sanfermines de una larga serie, e inspiradores de la
novela Fiesta (The sun also rises), con un gran trasfondo autobiográfica y que
tuvo luego un eco mayor del que el autor podía esperar por entonces. Este
relato de las circunstancias que rodearon las fiestas pamplonesas de aquel año
1923, con sus encuentros amorosos y anécdotas de toros y juerga, supuso uno de
los mayores éxitos y la consagración de un escritor que años más tarde llegaría
a recibir el premio Nobel.
El impacto que los sanfermines produjeron en
Hemingway le llevó a tomar la determinación de volver a Pamplona cada año. Así
lo hizo entre 1923 y 1931, para retomar su costumbre en 1953. La última visita
tuvo lugar en 1959, y algunas cartas a sus amigos confirman que pensaba volver
en el 61. Pero la muerte cambió los planes.
En los sanfermines se inició también una de las
que llegarían a ser las grandes pasiones de Hemingway: la fiesta de los toros,
que tocó en lo más hondo de las emociones del escritor; que veía en los toros
la lucha suprema entre el hombre y el animal, entre la vida y la muerte.
Ya en su primera visita a Pamplona Hemingway quedó
profundamente impresionado por los encierros y el toreo. En concreto, en aquel
verano del 23 se maravillaría ante el arte de Nicanor Villalta. En sus
siguientes visitas, el escritor conocería y entablaría amistad con varios
toreros. En la primera etapa de sus estancias en España serían Cayetano Ordoñez
“Niño de la Palma” –cuya influencia resultó decisiva para aproximarse a los
aspectos esencial del toreo-- y Cagancho quienes ocupasen los primeros puestos de
su particular escalafón. Sin embargo, fue en 1953, en su primer viaje a
Pamplona tras la guerra civil, cuando Hemingway iniciase la que sería su
relación más intensa con un torero: Antonio Ordóñez, hijo de Cayetano.
Tanto “Muerte en la Tarde” (1932) como “Fiesta”,
publicada en 1926, constituyen dos muestras de su gran pasión por la lidia y
del arte de torear. Y debe reconocerse que sin estas aportaciones, como luego
ocurriría con “Verano Sangriento” --tanto en su versión periodística inicial
como en la novela posterior--, cuanto encierra y representa el arte del toreo
y, de manera más específica los “sanfermines” no habrían adquirido la
notoriedad que llegaron a tener en segmentos sociales ajenos por completo a la
Fiesta.
Dentro estas obras, como en otros de sus escritos,
uno de sus ejes fundamentales gira en torno a la muerte en las plazas de toros.
“Para mí que no soy torero y los suicidas me interesan mucho, el problema era
cómo describir lo sucedido, y, despertándome del sueño a medianoche, me esforcé
recordando un detalle que mi memoria no conseguía atrapar y que, sin embargo,
era lo que realmente me había llamado la atención de todo lo ocurrido, y a
fuerza, de revivir la escena, acabé por encontrarlo. Cuando el torero se
levantó de la arena, con el rostro pálido y sucio y la seda de sus pantalones
abierta desde la cintura hasta la rodilla, lo que vi fue la suciedad de las
calzas de alquiler, la suciedad de los calzoncillos rotos y la blancura, la
intolerable blancura del fémur. Era eso lo que había visto más importante“,
como escribió en su novela “Muerte en la tarde”. Pero esta línea argumental no
es óbice para encontrar unas letras bellas, muy descriptivas de las propias
experiencias del autor, junto a recuerdos íntimos, siempre muy volcados en todo
el ritual taurino.
Pero en Ernest Hemingway hay que contemplar
también sus relatos que luego recogería en su novela “Verano sangriento”, que
tiene como personajes centrales a Antonio Ordóñez y Luis Miguel Dominguín,
durante la temporada de 1959. En realidad, esta obra fue inicialmente una serie
de reportajes encargados por la revista “Life”, que en España reprodujo el
semanario “Gaceta Ilustrada”, hoy desaparecido. En su primer versión no fueron
más que tres reportajes, pero como el trabajo del escritor había sido mucho más
amplio –en total, 668 páginas mecanografiadas— el texto íntegro no vio la luz
hasta 1985, ahora en forma de novela.
Cumpliendo lo que había sido el encargo inicial
que había recibido, Hemingway se centra en la confrontación entre Luis Miguel
Dominguín, recién reaparecido en los ruedos, y Antonio Ordóñez, con el que
Hemingway mantenía una gran amistad.
Puede ser discutible el planteamiento inicial del escritor, que venía a
ser c una suerte de lucha a muerte entre los dos, con una visión muy peculiar,
argumentando novelísticamente que ambos iban a morir en el ruedo en su
encarnizada lucha por ver quién de ellos cogía el número uno del escalafón. Por
eso, este reportaje novelado se centra en los mano a mano celebrados entre
ambos durante aquel verano de 1959... Una de las primeras que torearon en
competencia Luis Miguel y Ordóñez fue en la corrida del centenario de la plaza
de Valencia, el año 1959. Luego lo harían el 14 de agosto en Málaga y el 15 en
Bayona. El inmediato 17 compartirían cartel en Ciudad Real y el 21 lo harían en
Bilbao.
El título de la novela tiene su origen en los
percances que ambos protagonistas sufrieron. Ordóñez había recibido una cornada
grave en Aranjuez en el mes de mayo y después tendría cogidas en Palma de Mallorca
el 31 de julio, Barcelona y en Dax. Luis Miguel, tras la de Valencia, las
sufriría en Málaga y en Bilbao el 21 de agosto, ante toros de Palha. Ordóñez
fue, para Hemingway, el triunfador de aquel “verano sangriento”.
La crítica taurina de la época consideró siempre
que la obra carecía de los conocimientos taurinos básicos. Pero probablemente
el autor no trataba de entrar en su mundo –acerca del cual tenía más
conocimientos de los que se le reconocen--, sino que era consciente que se
dirigía a un público ajeno por completo a la Fiesta y al que, por tanto, debía
dirigirse en un tono y un estilo que nada tiene que ver con la literatura
taurina al uso.
Nota
al margen
Como
se sabe, en el escenario español centra también de Ernest Hemingway su relato
“Por quién doblan las campanas”. En este caso se trata del relato novelado de
su experiencia como corresponsal durante la guerra civil, una historia
construida en torno al personaje de un brigadista internacional.
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