Alejandro Marcos corta una oreja
al mejor novillo mientras que Luis David Adame ve recompensadas su oficio y
actitud con otra. *** Sorprende Rafael González por su concepto y entrega.
ZABALA DE LA SERNA
Santander
@zabaladelaserna
Diario ELMUNDO de
Madrid
Un minuto de silencio presidió el paseíllo. La memoria de
Canito presente en la plaza y en sus compañeros/discípulos de cámara. Tantos
paseíllos partidos por aquella gorrilla blanca e inquieta.
Alejandro Marcos iluminó la oscura arena santanderina con
faroles de rodillas. Un puñado. Una carta de presentación. Con la verticalidad
recuperada, el bonito novillo de José Cruz ya cogió los vuelos de los lances
con el torero a pies juntos. Un quite por tafalleras y una revolera. La faena
de Marcos intercaló las dos manos con especial brillo de la izquierda. La
espaldina como alarde y un pase de pecho rodilla en tierra. La media estocada
tuvo muerte. Y la obra, premio.
Luis David Adame se quedó compuesto y sin opciones con el
desentendimiento del distraído y encogido segundo. En su haber, una buena media
verónica, el principio de faena de hinojos en redondo y una soberbia estocada.
Salió al tercio en contraprestación.
Remontó el tercero un volatín y el novel Rafael González su
corto bagaje con un sentido del temple sorprendente y un concepto clásico. La
virtud de dejársela siempre en la cara a un novillo sosote con tendencia a
soltarse, diciendo más bien poco. González puso todo de su parte en el volapié
con mejor intención que suerte en la colocación de la espada. Se le respaldó con
una ovación.
Como la segunda parte de la novillada, traía el cuarto mayor
plaza que los anteriores, peor estilo en su nula humillación y fondo acorde a
la novillada de Cruz. Ninguno, o sea. Alejandro Marcos le quiso hacer las cosas
por abajo, pero allí había poco que rascar y el utrero, cuando no reculaba,
atacaba destemplado por el palillo. En la suerte suprema echó la cara arriba
por última vez.
Otro de parecido corte pero no igual fue el quinto, que
salió con la vista cruzada y una mansedumbre desabrida y vacía cuando no
huidiza. Luis David Adame alegró su negra suerte con un quite por zapopinas,
lopecinas desde que Juli la importó de México en el 98. Adame estuvo muy por
encima, incluso tapando por demás al utrero de Cruz. Oficio precoz y capacidad
técnica del mexicano. Si despidió su primera faena por manoletinas, esta vez
fue por bernadinas. Mató en la suerte de recibir. El acero no se hundió
precisamente arriba y provocó una fea muerte. La eficacia prendió
inesperadamente en los tendidos, que solicitaron la oreja concedida.
No desentonó el último de la mansada y también se escupió de
los caballos. Quedó muy entero. Una polvaera levantaba en cada arrancada a la
muleta de Rafael González, que esperaba con la muleta presta y la compostura
como si fuera bueno. Ni un desvarío del clasicismo salvo en un par de
espaldinas tan de moda. Un cabezazo final de manso vencido derribó al chaval.
Escapó por los pelos. Guasa desarrollada. Habilidoso anduvo el valiente
González en la estocada. Dejó interés por volverle a ver.
JOSÉ CRUZ | Alejandro Marcos, Luis David Adame y Rafael González
Plaza de toros de Cuatro Caminos. Miércoles, 27 de julio de 2016.
Cuarta de feria. Media entrada.
Novillos de José Cruz, más
fuertes los tres últimos, destacó el buen 1 en un conjunto manso, desfondado y
sin estilo.
Alejandro Marcos, de rosa y plata. Media estocada (oreja).
En el cuarto, estocada (saludos).
Luis David Adame, de celeste y oro. Gran estocada (saludos).
En el quinto, estocada honda y desprendida en la suerte de recibir (oreja).
Rafael González, de grana y oro. Estocada desprendida
(saludos). En el sexto, estocada contraria y dos descabellos. Aviso (saludos).
Se guardó un minuto de silencio por la muerte de Francisco Cano Canito.
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