Tres toros jugados bajo un
diluvio. Espectáculo de gran seriedad. *** Juan Bautista, templado y sabio con
notable lote, pero desafortunado con el descabello. *** Brillante Daniel Luque
con un toro pastueño. *** Entrega, resolución y carácter del joven Borja
Jiménez.
BARQUERITO
A LAS ONCE EN LA PARROQUIA de Soreasu un concierto de órgano
del joven Iñaki Arakistáin. A las doce el chupinazo desde el balcón del
Ayuntamiento y, al mismo tiempo, la gran campanada de la parroquia, anual
coincidencia singular. Los honores de lanzar el cohete de las fiestas fueron
para la Banda Municipal de Azpeitia, que ha cumplido ciento cincuenta años de
vida, y para el grupo de arqueólogos de la Casa Antxieta. Y en seguida, la
marea “arroxa”, grana o fucsia, que el color de las camisetas que luce los tres
días y medio de sanignacios la gente joven. Un golpe de color. Lucía un sol
espléndido y suave.
No tan suave a las seis y media, la hora del paseíllo. Entró
el viento marítimo, se cerraron los cielos y a las siete de la tarde cayó un
diluvio. Jarros de agua durante la lidia de tres toros –segundo, tercero y
cuarto- que dejaron el piso de la plaza en pésimo estado. Demasiada arena tal
vez, el drenaje no dio de sí. Charcos, zonas enfangadas. La gente huyó de los
tendidos cuando la tormenta adquirió en el tercer toro caracteres bíblicos. Se
planteó la posibilidad de suspender el festejo antes de soltarse el tercero y
luego de arrastrado. Los toreros decidieron llegar hasta el final. Un gesto.
Brava, seria, hermosa y bella la corrida de Ana Romero. Es
regla casi exacta que los toros de sangre santacoloma embistan con particular
son los días de viento norte en el Golfo de Vizcaya y el Cantábrico oriental.
No sería solo eso. Fue corrida de variadas hechuras. De gran hondura un cuarto
espectacular, enlotado con un primero de menos cuajo que los demás. Tanto el
soberbio cuarto como el lindo primero galoparon de salida. Lo hicieron también
segundo y tercero. No tanto los dos últimos, que fueron los más castigados en
el caballo. Un solo puyazo, pero puyazo interminable, en zona blanda y de hacer
muchísima sangre, sangre que se empapaba en los charcos.
Los seis toros pelearon en el caballo con diferente entrega.
Cobraron los seis. Muy certeros los dos picadores de la cuadrilla de Juan
Bautista, Paco María y Puchano. En banderillas apretaron todos los toros sin
excepción. Las dimensiones reducidas del ruedo de Azpeitia acentuaron ese detalle.
El suelo enfangado fue para los banderilleros trampa de alto riesgo.
En la muleta se movieron con fijeza y motor, sin desmayo,
los seis toros. Con calidad distinguida un primero casi dulce y un segundo
pastueño. Con ritmo fino un cuarto al que hubo que convencer. El tercero
respiró con el aire de los santacolomas guerreros. El quinto, sangrado
brutalmente en varas, llegó a derrumbarse por eso hasta dos veces, y a
desplomarse sobre un lecho de fango. Se levantó, con todo, para seguir peleando
pero sin romper como cualquiera de los cuatro primeros. El sexto se enganchó
con el correaje del estribo derecho, cobró el puyazo recostado y con la cara
muy arriba, también sangró lo indecible y sacó en la muleta son celoso,
prontitud de bravo y una o dos gotas de listeza. Fue, por todo eso, corrida del
gusto de un público muy atento al toro que sea.
Estuvieron más que bien los tres espadas. Las dos lidias de
Juan Bautista fueron modélicas: sobrias, precisas, ni un capotazo de más,
sentido de la oportunidad. Con el ruedo pesadísimo, Juan Bautista tuvo el
detalle generoso de hacerse cargo en banderillas de la brega del cuarto. A los
dos toros les dio el torero de Arles cumplida fiesta. Dos profusas faenas, muy
bien armadas las dos, distinguidas una y otra por la ligazón, el encaje, el
trato suave. La ciencia. El trato con el cuarto, resistido de partida, fue
soberbio.
En las dos faenas, tan precisas como las lidias previas,
abundaron los muletazos de compás. Con la mano izquierda, hubo momentos
exquisitos, de toreo despacioso y bien rematado. Contra costumbre de Juan
Bautista, las dos faenas pecaron de largas. Estaba casi a placer el torero. Y
contra costumbre también, no entró la espada ni a tiempo ni en el sitio debido.
Muy tendida la estocada del primero, que no descubrió, y Juan Bautista no
acertó hasta el sexto golpe de verduguillo. Un aviso antes de la igualada del
cuarto al que quiso matar recibiendo tras un pinchazo arriba en corto y por
derecho. Las dos reuniones a recibir se saldaron con pinchazos en la yema. Fue
laborioso el descabello. El toro no descubría y se arrancaba con fiereza. Sonó
el segundo aviso. Sacaron a Juan Bautista a saludar a pesar de todo. Un balance
nada acorde con dos entregas de tanta y tan sabia categoría.
Daniel Luque se acopló en seguida con el buen segundo, lo
tuvo en la mano casi desde que lo recibió de capa con lances vistosos, lo trajo
y llevó sin apuros en reuniones de ajuste, remató faena con esa cadena de
muletazos cambiados y con las vueltas que pareció inventarse y no patentar un
día ya lejano. Con el quinto, tan regañado, no cupo tirar de invento ni
patente, sino abreviar después de haber encontrado el único hueco medio seco de
la plaza.
Fueron conmovedoras la entrega y la entereza de Borja
Jiménez. No solo por tener que torear en el momento más duro de la tempestad, y
a un tercer toro que en la distancia se daba pero en corto no tanto. También
por lo mucho que arriesgó y la cantidad de recursos que halló para plantarle al
sexto muy serio combate. Faena de emoción y resolución. No tanto de calidades.
Pero no se trataba de eso. No les vio la muerte a ninguno de los toros. Espada
mal afilada, la suerte solo a medias.
POSTDATA PARA LOS
ÍNTIMOS.- El olor del heno recién segado en la subida a Olatz, el del
color de las piscinas levantadas frente a la colonia de Uribitarte, el de las
brasas de los asadores del arrabal. Todos esos aromas se los lleva el viento
marinero que, dicen, aquí, viene de Zumaya río arriba y cruzado los montes sin
ser visto. El viento que seduce a los toros. Es un aire salino y húmedo. Quién
sabe. En la parroquia el concierto íntimo de órgano.
FICHA DEL FESTEJO
Sábado, 30 de julio de 2016. Azpeitia (Guipúzcoa). 1ª de feria. 2.000
almas. Descargó una tormenta severa durante la lidia de segundo, tercero y
cuarto. La lluvia dejo el piso encharcadísimo. Dos horas y cuarto de función.
Seis toros de Ana Romero.
Juan Bautista, silencio tras un aviso y saludos tras dos
avisos.
Daniel Luque, una oreja y ovación.
Borja Jiménez, silencio y vuelta tras un aviso.
Picaron muy bien a primero y cuarto Paco María y Puchano.
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