El diestro Alberto Lamelas hizo un derroche de valor y amor
propio en el cierre de la feria de Mont de Marsan (Francia) al cortar una oreja
de ley al último toro de Miura después de haber sufriendo anteriormente una
espeluznante voltereta.
No empezó bien la "miurada" de cierre de feria en
Mont de Marsan, y no lo hizo porque el primero, muy blando de salida, además de
manso, por si fuera poco pareció acalambrado de los cuartos trasero. La gente
pidió al palco la devolución de la res, sin embargo, optó por mantenerla en el
ruedo. Craso error. El animal no tuvo ni un pase en la muleta, y Robleño no
tuvo otra que abreviar.
El cuarto, en cambio, fue todo lo contrario, un
"miura" con poder y muy exigente, que nada más hacerse presente en la
arena sembró el caos al saltar al callejón.
Robleño estuvo francamente bien con él, muy firme en una
faena valerosa y sincera, que, sin embargo, no tuvo oportuna rúbrica con la
espada, quedando todo en una ovación con saludos.
El primero de Castaño, además de flojo de remos, desarrolló
mal estilo, pegando arreones, muy frenado y buscando el bulto. Castaño pasó un
trago con él, aunque la experiencia aquí fue un grado para solventar la
papeleta dignamente, aunque con la espada pasara también un auténtico quinario.
Otro trago de aúpa pasó también Castaño con el orientado y
peligroso quinto, con el que volvió a justificarse de sobra a base de buen
oficio, aunque, evidentemente, sin poder brillar.
Alberto Lamelas lanzó la moneda al aire nada más hacerse
presente por la puerta de toriles su primero, al que saludó a portagayola antes
de recetar un ramillete de verónicas de cierto arrebato. Con la muleta estuvo
muy valiente y capaz en una labor de mucha entrega y emoción, pues el de Miura,
pese a moverse con transmisión, no regaló nunca nada, al contrario, exigía
firmeza y estar muy de verdad con él, algo que de principio a fin. Lástima que
lo estropeara todo con la espada.
En el sexto se vivió uno de los momentos más dramáticos de
la feria, cuando Lamelas fue cogido aparatosamente en un remate de capote. El
animal lo zarandeó, se lo pasó de pitón a pitón, lo lanzó contra las tablas e
hizo luego por él en el suelo. Fue milagroso que saliera indemne. El jienense
ni se miró y diseñó una emocionante faena, de mucha firmeza, valor y entrega.
La oreja que paseó tras la estocada fue de las de a sangre y fuego. / EFE
FICHA DEL FESTEJO
Seis toros de Miura,
grandones y con "aparato", muy en el tipo de su encaste, y de juego
desigual. Los exigentes tercero, cuarto y sexto, los que más transmitieron; no
sirvió el lisiado primero; el blando segundo acabó desarrollando; tuvo malas
ideas también el quinto;
Fernando Robleño, silencio y ovación.
Javier Castaño, que sustituía a Manuel Escribano, silencio y silencio tras aviso.
Alberto Lamelas, silencio tras aviso y oreja.
La plaza se llenó una tarde más en la última de feria.
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