miércoles, 18 de abril de 2018

TOROS - «Orgullito», el toro que indultó El Juli vuelve al campo

«Orgullito», de Garcigrande, ya se recupera en la finca donde se crió y pasará pronto a ser semental en la ganadería más importante del momento.
 
GONZALO I. BIENVENIDA
@GonIzdoBienve 
Diario EL MUNDO de Madrid

Tras la gloria, una nueva vida. El día ha amanecido soleado en la finca de Garcigrande en Salamanca, donde Orgullito ha regresado al que será su hogar. Un campo salmantino en el que el destino ya no le tiene reservada una corrida de toros, sino un dorado retiro como semental. Es la vida del morlaco bravo que se ha ganado galones con la medalla del indulto.

La emoción que desbordó a La Maestranza con las embestidas de Orgullito se materializó en el indulto. De forma unánime el público reclamó el premio para el toro. Que se le perdonara la vida por su gran transmisión, por marcar la diferencia con el resto de toros de la creación. El Juli estaba creando una obra cumbre que se sumaba a la firmada en el segundo toro. José Luque, presidente de la corrida, hizo el gesto a El Juli de que continuara toreando para analizar mejor las virtudes de Orgullito. La plaza era un manicomio, la embestida del toro de Garcigrande iba a más y a más. Cuando asomó el pañuelo naranja, Orgullito seguía buscando la muleta de El Juli por abajo y en los tendidos se sucedieron los abrazos y las felicitaciones. En ese momento comenzaba el regreso de Orgullito a la dehesa salmantina donde se ha criado desde diciembre de 2013. El Juli lo llevó con temple hasta el chiquero dónde le ayudó a entrar su subalterno Álvaro Montes a punta de capote desde el callejón.

En los chiqueros se mostró tranquilo, tomó todas las puertas sin brusquedad. Como si supiera que toda su acometividad ya había sido demostrada en el ruedo. Cuando acabó la corrida, veinte minutos después del indulto, le quitaron las banderillas y le dieron los primeros medicamentos antibióticos para evitar infecciones.

Para Justo Hernández, el ganadero de Garcigrande, es fundamental que ahora se recupere bien Orgullito: "Decidimos llevárnoslo anoche directamente para que llegase a su hábitat lo antes posible. Es la forma de que se reponga del esfuerzo de la lidia y esté tranquilo. Llegó de madrugada al campo y se le hizo un curado más exhaustivo que el de la plaza".

Tras una buena recuperación, a Orgullito le espera el paraíso de la crianza como semental. Justo Hernández asegura que: "Tenemos un lote de vacas a las que justo estos días le íbamos a echar un semental. Anoche les pedí que no juntasen esas vacas con el toro que teníamos pensado para esperar a que Orgullito pueda reproducir con todas las garantías". Orgullito en un mes podrá disfrutar de su harem y de la libertad del campo. Las virtudes de Orgullito se transmitirán de camada en camada, como él lo había recibido de su antecesora, de nombre Orgullita, también madre de otro toro indultado en Albacete por Roca Rey en 2017. Una familia que se consolida en la casa: "Los dos tuvieron un comportamiento muy similar, cada uno con sus matices porque son de padres distintos pero en la línea del carácter que queremos imprimir a la ganadería", aclara el ganadero.

Los toros indultados suelen vivir cerca de 10 años más tras su lidia. A lo largo de esa década de paraíso terrenal, los ganaderos van testando el producto de sus cubriciones a través de los tentaderos en el campo y de los propios hijos que llegan a la plaza para ser lidiados.

Justo Hernández explicaba a EL MUNDO: "Al principio pondremos a Orgullito a padrear con un lote corto de vacas (25/30 vacas) para que no se desgaste mucho en su primera experiencia como semental y para asegurarnos de que se recupera bien de la lidia". Después se irá incrementado el número de vacas a las que debe cubrir en función del criterio del ganadero teniendo en cuenta la temporada de cubrición y el resultado de los primeras crías.

33 toros indultados el año pasado

Según la memoria anual de la Unión de Criadores de Toros de Lidia, en 2017 se indultaron 33 toros en toda la geografía española. De los cuales tres fueron de Garcigrande (uno de ellos con el hierro de Domingo Hernández) en Valencia, Arévalo y el ya mencionado de Albacete. Sin embargo, ninguno fue indultado por El Juli que sí que perdonó la vida a dos toros, uno de Zalduendo en Sanlúcar y otro de Daniel Ruiz en Valladolid.

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