JAVIER
LÓPEZ
@Javierlopez01
El novillero Daniel García Navarrete volvió a caer
herido en Madrid, esta vez con una cornada menos grave en el muslo derecho, en
una tarde en la que los mansos e imposibles novillos de Los Chospes,
condicionaron sobremanera el devenir de un espectáculo infumable.
Como si de una colaboración entre Hitchcock y
Tarantino se tratase, la tarde de hoy en Las Ventas no pudo tener un guión más
dramático, de tanto suspense como congoja, también de impotencia y rabia, y con
sangre de por medio, de esos que mantuvieron al personal con el nudo en el
estómago durante las dos horas de función.
Porque la tarde fue una sucesión de pasajes que
llevaron a los tendidos de la desesperación a la desesperanza, primeramente por
la vergonzosa novillada de Los Chospes, demasiado grande, gorda, impresentable
teniendo en cuenta el cambio que, a priori, iba imponer la actual empresa de
Madrid para tratar de cuidar a los novilleros.
Pero si esto es velar por los que empiezan...
Porque el problema, más allá del continente, que ya está dicho que fue
exagerado de más, fue también el contenido, pues los utreros albaceteños,
mansos y difíciles hasta decir basta, fueron una prueba demasiado dura y
exigente, tan ingrata como injusta.
El más perjudicado fue García Navarrete, que
volvió a caer herido un año después de sufrir en esta misma plaza una
espeluznante y gravísima cornada en el cuello.
Este novillo agresor, el tercero, fue un animal
con "peligro sordo", de esos que parecen estar
"dormiditos", pero que guardan dentro las intenciones de un
psicópata. Y así, después de varios avisos, acabaría echándole mano en la
suerte suprema.
El jienense no se salió de la suerte, y el de Los
Chospes le prendió por el muslo derecho, dejándole colgado durante varios
segundos. La sangre no tardó en brotar y el novillero, que trató de recuperar
la vertical, tuvo que ser conducido a toda prisa en la enfermería tras
desplomarse finalmente sobre el albero.
Otra "víctima" fue Diego Fernández,
totalmente a la deriva durante las tres faenas que tuvo que llevar a cabo. Ni
con el flojo y frenado primero, ni con el apagado y resabiado cuarto, y ni
mucho menos con el áspero sexto pudo no pasar de las meras probaturas.
No lo vio claro en ningún momento, atenazado y
desconfiado, y esos fantasmas son muy difíciles de lidiar cuando la tarde se te
va poniendo cuesta arriba. Todo lo contrario. Al final te acaban desbordando.
Como sí fue.
Y Diego Carretero fue el que, al menos, puso algún
rayo de esperanza a la tarde. Fue en su primero, novillo bruto y peligroso, con
el que hizo un alarde de firmeza y disposición. Lástima que alguno no quisiera
verlo, o no supiera, de ahí el silencio que obtuvo al final de su labor.
También hizo el esfuerzo con el difícil quinto,
otro manso ilidiable que no cesaba de ponerse siempre por delante, con el que
el Carretero anduvo demasiado pertinaz. / EFE
FICHA DEL FESTEJO
Novillos de Los Chospes, exageradamente grandes, mansos y muy complicados en
conjunto, algunos, incluso, con peligro como el caso de segundo, tercero y
quinto.
Diego
Fernández, de verde esperanza y
oro: bajonazo y cinco descabellos (silencio); pinchazo, metisaca y nuevo
pinchazo (silencio); y pinchazo y estocada infame "en el número"
(pitos en el que mató por García Navarrete).
Diego
Carretero, de grana y oro: estocada
baja con derrame (silencio); y pinchazo y estocada (silencio).
García
Navarrete, de verde botella y
oro: pinchazo y estocada defectuosa (silencio tras aviso en el único que mató).
En cuadrillas, Francisco Javier Rodríguez saludó tras banderillear al tercero. ***
En la enfermería fue intervenido García Navarrete de una cornada en el tercio
medio de la cara anterior del muslo derecho con una trayectoria hacia fuera de
15 centímetros que produce destrozos en músculo cuádriceps; y un puntazo
corrido en el glúteo. Pronóstico menos grave.
La plaza registró menos de un cuarto de
entrada (6.505 espectadores según la empresa) en tarde con fuerte aguacero en
los prolegómenos, y soleada y muy fría durante el festejo.
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