lunes, 2 de abril de 2018

De Miranda: «Si es un milagro que pueda caminar, también lo es que esté vivo»

El torero onubense habla con Efe días después de abandonar una clínica de rehabilitación en Coslada (Madrid), donde ha pasado los últimos tres meses a causa de una grave lesión vertebral que sufrió en un festejo durante el pasado verano en Toro (Zamora).
L.R.T.
Diario LA RAZON de Madrid

La vida de David de Miranda dio un giro radical el pasado agosto cuando sufrió un grave percance que casi le deja postrado en silla de ruedas, sin embargo, este joven torero ha superado siete duros meses y ahora confiesa en entrevista a Efe que: «Si es un milagro que pueda caminar, también lo es que esté vivo».

David de Miranda (Trigueros, Huelva, 1993) resultó dramáticamente cogido por un toro de Sánchez Urbina en el festejo celebrado el 27 de agosto del pasado año en Toro (Zamora), el cual le propinó una fortísima voltereta que le produjo «cuatro fracturas vertebrales» además de una importante afectación medular. Acaba de recibir el alta y ya está deseando volver a torear.

- ¿Cómo se encuentra a día de hoy?
La verdad que estoy bastante recuperado. La pasada semana me dieron por fin el alta y me encuentro muy ilusionado con la evolución. He trabajado muchísimo, y, aunque todavía debo seguir con rehabilitación, puedo decir que ya veo la luz al final del túnel.

- Qué meses más duros ha tenido que pasar...
Un auténtico calvario. La lesión era muy dolorosa y la zona afectada era muy difícil de tratar. También porque todo ha ido muy despacio, ha costado mucho, y, por si fuera poco, he pasado mucho tiempo fuera de mi casa, y la tierra tira mucho.

- ¿Qué recuerda de aquella tarde?
Me acuerdo de todo porque no perdí la conciencia en ningún momento. Desde que me cogió el toro supe que lo que llevaba no era ninguna tontería. No podía moverme. De cuello para abajo no sabía nada de mi cuerpo y, además, estuve minutos sin poder respirar. Fueron unos momentos muy angustiosos, que van a marcar mi vida y mi trayectoria como torero.

- ¿Cómo fueron los momentos posteriores hasta que llega al hospital?
Rápidamente me llevaron a la enfermería para estabilizarme. Yo iba muy asustado porque no me podía mover. Después me llevaron a Zamora capital y allí los médicos deciden trasladarme de urgencia al hospital de la Virgen de la Vega de Salamanca. Allí entro de madrugada y tras varias pruebas me diagnostican cuatro fracturas vertebrales, además de tener muy dañadas la C1 y C2. Me dejan ingresado porque hay que operar cuanto antes.

- Imagino que en esos momentos la cabeza tiene que jugar malas pasadas...
Se te viene el mundo encima, más aún cuando los doctores no saben tampoco cómo va a ir la cosa hasta que salga del quirófano. Ahora, con el paso del tiempo, le doy mucha más importancia, porque en los primeros meses no era consciente de la que me había librado; pero ahora me doy cuenta de que ha sido un milagro, no solamente que a día de hoy pueda caminar, sino también que esté vivo, porque pude haberme partido el cuello.

- Con lo que cuenta, hablar de milagro puede quedarse hasta corto ¿no?
Posiblemente así sea, sobre todo porque todavía quedaba lo peor. Tras la operación tuve que estar cuatro meses inmovilizado con un collarín rígido y un corsé. Pero fue quitármelos y empezar a sentir unos calambres muy fuertes, insoportables. Entonces acudí a un neurocirujano que, tras explorarme, me dijo que me tenía que volver a intervenir, que la fractura seguía muy inestable, que lo que me había hecho no había servido para nada y que necesitaban fijarme el cuello por atrás. Me dice también que jamás volvería a correr, ni a conducir y ni mucho menos torear. Imagínate qué tragedia. En ese momento sí que estuve a punto de tirar la toalla. Menos mal que mantuve la sangre fría y fui a ver al neurocirujano que me operó, el doctor Trujillo, que fue el que me tranquilizó al asegurarme que lo que tenía era subsanable con rehabilitación.

- ¿Y es cuando decide ingresar en la clínica Asepeyo de Coslada (Madrid) donde ha estado desde enero hasta ahora.
Efectivamente. Gracias a Dios allí me encontré con un equipo médico y humano maravilloso. Han trabajado durísimo conmigo desde enero hasta ahora. Eso y mis ganas irrefrenables de ponerme bien cuanto antes han sido cruciales para que ahora me encuentre muchísimo mejor.

- ¿No le van a quedar secuelas de ningún tipo?
Es verdad que me dijeron que con la contusión medular que tuve posiblemente pueda notar algún hormigueo en las manos y que, incluso, pierda un poco de movilidad en el lado derecho, pero nada que me limite para no poder hacer lo que me gusta.

- Como volver a torear...
Eso es lo que más. Hace poco volví a coger los ‘chismes’ y me sentí de maravilla. Estoy deseando volver a probarme en el campo. Si Dios quiere en un mes lo haré, y en función de ello ya veremos cuándo puedo volver. Quiero estar en las Colombinas de agosto, pero todo se verá con el paso de las semanas.

- ¿Quiénes han sido sus principales apoyos para superar todo este martirio?
Mi familia, mi madre, mi pareja y mis hermanos; mi cuadrilla y mi apoderado. También me ha ayudado el aliento de la familia del toro. De muchos compañeros como Saúl (Fortes) o el maestro Padilla. Y qué decir la cantidad de profesionales médicos que me han tratado. Sin ellos no estaría aquí.

- ¿Saca algo positivo de todo lo que ha pasado?
Pienso que me ha ayudado a madurar, a crecer como persona, a valorar más lo que se tiene y a disfrutar de la vida. / EFE

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