PACO AGUADO
Fotos: EFE
El diestro sevillano Pepe Moral, igual que hiciera
en la edición de 2017, cortó este domingo sendas orejas a los toros de Miura y
repitió así su éxito en la Maestranza, durante el último festejo de la feria de
Abril.
Desde hace ya unos años, son los toros de Miura
los que ponen el punto final a la feria de Abril, una vez desaparecida aquella
tradicional corrida del "lunes de resaca" en que los toros de
Guardiola, y la suerte de varas, tomaban el protagonismo.
Desde que los farolillos se apagan la noche del
sábado esta última corrida de la feria se queda también para los de casa, para
un público básicamente local que acude a apoyar con generosidad a los toreros
de la tierra, en este caso los que se enfrentaron mano a mano a los legendarios
toros herrados con la A con asas.
Pero de aquella leyenda de terror de la ganadería
sevillana cada vez va quedando menos, a medida que van saliendo más y más toros
tan pajunos, blandos y desrazados como la mayoría de los que hoy salieron al
albero maestrante. Con alzada, zancudos, cornalones y con caja para
soportar ciento y pico kilo más de carne, los vareados y correosos
"miuras" de hoy en Sevilla compusieron una corrida vulgarona y
medianamente manejable, más que nada porque cuatro de ellos apenas pusieron en
apuros a sus matadores.
El lote de Pepe Moral estuvo compuesto por un
primer toro "hecho cuesta abajo", más alto de cuartos traseros que de
delanteros, que no se empleó nada, un sexto que, ese sí, se defendió con
aspereza y sentido y un cuarto que fue, con diferencia, pero sin excesos, el
mejor de la corrida.
Del primero sus paisanos le dieron, literalmente,
una oreja de poco peso específico por un trasteo habilidoso para componer la
figura en los solo medios pases que tuvo el de Miura. Nada tuvo que ver con la
oreja que, a toda ley, también le cortó a ese buen cuarto con aspecto de
novillote gigantón y que tomó los engaños con mucha mayor entrega en un mediano
recorrido.
La faena de Moral tuvo dos caras distintas: asentada, templada y de creciente intensidad la versión de las series con la mano derecha; y menos limpia y lucida en los momentos en que usó la mano izquierda, que es, paradójicamente, el plato fuerte de su tauromaquia. Pero en el conjunto pesaron más las fases de toreo más conjuntado, muy jaleadas por los sevillanos, para que el torero de Los Palacios repitiera un triunfo que le sigue situando en la lista de los aspirantes a dar y merecer un salto cualitativo en el escalafón.
La faena de Moral tuvo dos caras distintas: asentada, templada y de creciente intensidad la versión de las series con la mano derecha; y menos limpia y lucida en los momentos en que usó la mano izquierda, que es, paradójicamente, el plato fuerte de su tauromaquia. Pero en el conjunto pesaron más las fases de toreo más conjuntado, muy jaleadas por los sevillanos, para que el torero de Los Palacios repitiera un triunfo que le sigue situando en la lista de los aspirantes a dar y merecer un salto cualitativo en el escalafón.
Manuel Escribano, su rival en el mano a mano, tuvo
menos suerte, pues el "miura" que abrió plaza protestó sin clase
alguna, el tercero fue perdiendo gas y celo hasta acabar topando más que
embistiendo y el basto sobrero que hizo quinto terminó sacando
"guasa".
Escribano puso con ellos casi todo de su parte,
desde que, salvo al primero, los recibió de rodillas frente a la puerta de
chiqueros, los lanceó animoso, los banderilleó con desigual acierto y se fajó
con los tres, muleta en mano, para intentar sacar de donde apenas había.
Al final, cuando Pepe Moral intentaba redondear su
éxito, sin posibilidad alguna, con el flaco cornalón que hizo sexto, una
tormenta de rayos y truenos fue el espectacular cierre de "luz y
sonido" de una feria de Abril con más ruido que nueces. / EFE
FICHA DEL FESTEJO
Seis toros de Miura, el 5º como sobrero al devolverse por inválido el titular.
Corrida de hechuras típicas de la ganadería: cornalona, con mucha caja y
alzada, pero muy vareada de carnes. En cuanto a juego, a todos les faltaron
raza y fuerzas y no desarrollaron mayores complicaciones, salvo los dos
últimos, que se defendieron con cierto sentido y peligro. El cuarto fue el de
mayor nobleza y duración.
Manuel
Escribano, de nazareno y oro:
estocada desprendida y dos descabellos (ovación); estocada trasera tendida y
dos descabellos (ovación); y media estocada trasera tendida y cinco descabellos
(ovación).
Pepe
Moral, de negro y plata: estocada
(oreja); estocada desprendida (oreja con petición de la segunda); y pinchazo y
estocada (ovación).
Entre las cuadrillas, destacaron los pares
de banderillas de José Chacón y Pérez Varcarce, que saludaron. Al
finalizar el paseíllo se guardó un minuto de silencio en memoria del que fuera
novillero y banderillero local José
Rodríguez "El Pío", fallecido el sábado.
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