Profeta
en su tierra, rinde en la apertura de la Pascua de Arles un homenaje a su
difunto padre, el gran Luc Jalabert. Cuatro orejas. Corrida desigual de El
Freixo, de El Juli, perjudicado en el sorteo. Tarde muy ventosa.
BARQUERITO
LA CARGA SENTIMENTAL de la corrida estaba
anunciada. En la mañana del pasado viernes se rindieron sencillas pero solemnes
honras fúnebres a Luc Jalabert, fallecido en la noche del lunes al martes.
Llevaba enfermo algo más de medio año. El féretro con sus restos mortales
permaneció expuesto en silencio durante diez minutos en la arena del
Anfiteatro, que el dirigió con muy sensible talento durante casi tres lustros.
Con cal se dejó marcado delante del ataúd el hierro que lucían sus toros y sus
caballos, unos y otros emblema de la Camarga.
Su primogénito, Juan Bautista, presidió el duelo
junto a familiares, amigos íntimos y una representación oficial de autoridades
municipales y regionales. Se siguió el ceremonial camargués: cubierta de paño
negro la montura de uno de los caballos tordos de Luc, llevado entre una docena
de vaqueros a pie con la lanza de media luna del país. Otros tantos vaqueros
conducían de las bridas otra docena de caballos camargueses, que parecían parte
sensible del séquito. Un cortejo de reinas y damas de Arles, con la
indumentaria provenzal de luto. Faldas y mantones negros. Estaban todos los
toreros del país, que son no menos de treinta. Y gente de las numerosas peñas
taurinas de la zona. Luc gozaba del favor, el respeto y el afecto de todos.
Ganaderos de la Camarga portaron el féretro a
hombros hasta la cancela mayor del circo romano. Había en las gradas y el
callejón del Anfiteatro casi dos mil personas. Justo al terminar el paseo a
hombros se rompió el silencio sepulcral y rompió una ovación de despedida
última. En marcha lenta la comitiva caminó desde las Arenas hasta la Primacial
de San Trofimo, singular templo medieval, donde se celebró una ceremonia mixta
religiosa y civil. El entierro, a mediodía, tuvo lugar en la necrópolis de
Trinquetaille, en la otra margen del Ródano, y en la intimidad familiar.
Al abrirse la feria taurina de Pascua en tarde
soleada pero muy ventosa, Juan Bautista, que heredó de su padre hace dos años
la gerencia del Anfiteatro, dio prueba de una entereza admirable. Todo el dolor
de la semana pareció transfigurarse a la hora del paseíllo. Estaban anunciados
el propio Juan Bautista -lazo negro de luto en un elegantísimo terno perla y
oro que parecía de estreno-, El Juli, que debutaba como ganadero en la feria y
sacó capote de paseo negro sin ornato, y Roca Rey, en vísperas de uno de sus
grandes compromisos del curso, la corrida del Domingo de Resurrección en
Sevilla. Todo el mundo en pie, un minuto de silencio, que acompañó la Orquesta
Chicuelo con un motivo religioso. Antes de soltarse el primer toro, una ovación
cerrada obligó a Juan Bautista a saludar desde la boca del burladero.
Y empezó la cosa. Tres de los seis toros de El
Freixo. segundo, tercero y cuarto, eran idénticos y se abrieron en lotes
separados. Solo el noble segundo dio juego. Le cortó las orejas Juan Bautista.
El toro rodó sin puntilla en el mismo platillo y murió embistiendo. El tercero,
jugado con mucho viento, fue de los de más a menos; el cuarto no se empleó.
Roca Rey anduvo seguro con el uno; El Juli solo pudo pasar página con el otro.
Durante la lidia del primero de la tarde el viento hizo auténticos estragos y El
Juli, descubierto siempre, hubo de desistir. De los seis toros de su casa, ese
del estreno fue el de peor nota, por escarbar y recular, siempre a la
defensiva.
Los dos toros de más fondo, y más cuajo y cara,
fueron los dos últimos. Un quinto chorreado en verdugo, muy astifino,
codicioso, noble y repetidor; y un sexto retinto de fondo ofensivo, que peleó
en serio en el caballo, sangró demasiado, acusó una lidia muy desafortunada y
resultó en la muleta un problema, por pegajoso, y porque volvió a desatarse el
viento, que había dado a Juan Bautista una tregua durante su hermosa, templada
y ajustada faena al buen quinto. El asiento de la faena de Juan Bautista,
inspirado y valeroso con el capote. fue notable. Tanto como su pulso al torear
en redondo. Llamativa la ambición: después de un desarme, un desplante. Y tras
el desplante, un alarde de final de toreo en ochos, rizos y bucles, que llegó
mucho a la gente porque el riesgo fue cierto. En la rúbrica, con las orejas en
la mano, Juan Bautista sacó a sus dos hijos -niña y niño- a dar con él la mitad
de la vuelta al ruedo. Un homenaje familiar.
FICHA DE LA CORRIDA
Arles (Francia). 1ª de Pascua. Lleno.12.500
almas. Nubes y claros, muy ventoso. Dos horas y veinticinco minutos de función.
Un minuto de silencio en memoria de Luc
Jalabert.
Seis toros de El Freixo (Julián López Escobar)
El
Juli, silencio en los dos.
Juan
Bautista, dos orejas y dos orejas
tras un aviso.
Roca
Rey, silencio en los dos.
Alberto Sandoval picó perfecto al segundo.
José Antonio Valencia corta dos orejas de
un novillo de vuelta al ruedo en la matinal sin picadores
Arles. Novillada sin caballos. Feria de Pascua.
Erales de Laget, el segundo premiado con la vuelta al ruedo. Lucas Miñana,
silencio y silencio; José Antonio Valencia, dos orejas y ovación; Adam Samira,
oreja y silencio. / MICA CRESSENTY – MUNDOTORO.COM
No hay comentarios:
Publicar un comentario