Un
bravo “Lastimoso” de embestidas de codicia y calidad singulares por las dos
manos. Triunfo del joven Younés, firme y entregado. Éxito de un Perera muy en
maestro.
BARQUERITO
Foto: EFE
PERERA TOREÓ con categoría el primero de los seis
toros de Jandilla. Ciencia pura para tener en la mano el toro de punta a cabo.
Una faena de rotunda seriedad e impecable dominio. Mano baja, toreo ligado,
templado y ajustado, calma vertical, son rampante. No perder pasos al toro, de
mucha nobleza, ni una sola vez y cumplir la faena entera en un minúsculo
espacio acotado en el platillo mismo: una cosa y otra fueron sobresalientes.
Brillante la idea clásica de ligar por dos veces
el natural con el de pecho dentro de una sola tanda, La apertura fue
espectacular, muy del repertorio de Perera: pies juntos, toro templado por
alto, no ceder ni un milímetro, el remate de pecho. El final, más espectacular
todavía: rizos rizadísimos, bucles, péndulos, desplantes, firmeza en la zona
cero, que es terreno del toro. Todo llegó con fuerza a la gente. Perera,
orillado de ferias francesas sin mayor razón, no había toreado en Arles desde
el año 2004. El regreso fue a lo grande. Dos orejas tras una estocada hasta la
bola. La muerte del toro se la había brindado Perera a Juan Bautista -esta vez
en su papel de empresario del Anfiteatro- y todo el mundo entendió que el
brindis iba por la memoria del difunto Luc Jalabert. Ginés Marín y Andy Younés
repitieron brindis idénticos. Las tres dedicatorias se subrayaron con sentidas
ovaciones.
Lo que medió entre el triunfo de Perera y la
suelta del sexto toro no tuvo mayor relevancia. El segundo jandilla cobró al
salir del primer puyazo un volatín completo que lo mermó. Luego, muy a su aire,
se abrió, fue pronto, metió la cara en viajes sueltos y recorrió mucha plaza.
Ginés Marín la recorrió también. Algún detalle caro en una faena de aprovechar
la inercia más que buscar el fondo del toro. Andy Younés salió feamente
volteado por el tercero. Un toro sin mayor misterio, pero había que tirar de él
y encelarlo. Para torero con más horas de vuelo. Solo el pasado septiembre tomó
Younés la alternativa en Nimes. Esta fue su primera tarde como matador de toros
en su Arles natal. El último matador salido de la Escuela Taurina local, que
acaba de cumplir treinta años de vida. La voltereta y varios varetazos no
hicieron mella en Andy, que iba a ser a última hora la estrella más vibrante de
la tarde.
El cuarto toro, más alto que los demás, cabeceó en
varas, tuvo celo revoltoso y protestón, mugió mucho, adelantó por las dos manos
y las perdió más de una vez. Paciente, Perera llegó a enjaretarle muletazos
larguísimos que a comienzo de faena se antojaban imposibles. Un derroche de
técnica y poder con el hueso de la corrida. Con su flojera y sus claudicaciones
el quinto jandilla fue de los buenos. Ginés Marín se embraguetó en muletazos
notables de filigrana dentro de una faena de desigual hilván, pinceladas
pintureras, dibujo bien rimado, exceso de pases mirando al tendido, pausas
gratuitas. Y sus virtudes seguras: el manejo tan preciso de los avíos, el toreo
de salón de alta escuela y la gracia a pies juntos.
Y, en fin, la hora del terremoto: un sexto
jandilla, colorado ojo de perdiz, alto y estrecho, pero de poderosos golpes de
riñón que no paró de querer, venir, embestir y repetir. Y que, entre tanda y
tanda, escarbó también como un poseso atacado de picazón. Cumplió de bravo en
varas -romaneó en la primera, recargó, peleó en la segunda- y galopó en
banderillas. El toro perfecto para un torero nuevo como Andy, que puso en seguida
el ambiente a hervir, no solo por el favor de los paisanos, sino, sobre todo,
porque supo templarse en casi todas las bazas, estarse colocado y firme, ligar
sin irse, resolver, encajarse como los grandes, soltarse de brazos, sentirse y
hacer sentir a la gente lo mismo que él sentía. Emoción desbordante. En su
estela cundió la petición de indulto, que se hizo esperar, pero no fue
caprichoso.
FICHA DEL FESTEJO
Domingo, 1 de abril de 2018. Domingo de
Resurrección. Arles. 3ª de Pascua. Media plaza. 6.000 almas. Primaveral. Dos
horas y cuarenta minutos de función.
Seis toros de Jandilla (Borja Domecq Noguera). Indultado el sexto, «Lastimoso»,
colorado, número 80, 550 kilos.
Miguel
Ángel Perera, dos orejas y
saludos tras un aviso.
Ginés
Marín, vuelta y oreja tras un
aviso.
Andy
Younés, saludos tras aviso y dos
orejas simbólicas del toro indultado.
Javier
Ambel prendió al cuarto dos
grandes pares.
No hay comentarios:
Publicar un comentario