Toca
reconocer a las plazas que tienen novilladas, en plural, en su abono: Valencia,
Sevilla, Madrid… Zaragoza este año debe dar tres, a las comisiones y pueblos
que hacen de esos festejos su atractivo principal y urgir soluciones. Hasta
ahora la acción del sector no va más allá del lamento.
Sevilla echó el cerrojo. Puntualicemos, echó el
cerrojo a la feria. Ahora vienen las novilladas y más tarde la otra feria, San
Miguel, de la que a todos nos gusta decir que hubo tiempo en el que fue más
importante que la de Abril, entre otros motivos porque el toro tenía una hierba
más que en tales cuestiones es/era un mundo y porque los labradores que
suponían la mayoría en la población ya le habían echado el cierre al año
agrícola y se premiaban con asueto y divertimento. Vamos, que plegaban por unas
horas y se iban a los toros. La puntualización no es gratuita, ni capricho,
ahora vienen las novilladas, insisto, tan necesarias y tan escasas. Hay que
valorarlo. Solo Sevilla, Madrid y Valencia de las plazas de primera incluyen un
manojo sustancial de novilladas en sus abonos. El resto, menos de las
necesarias, se producen en plazas de pueblo y mayormente a cargo de empresas no
profesionales, comisiones, ayuntamientos y aficionados. Buen quite, gran quite.
Loor a su trabajo. En sus manos, por dejación o degeneración del sector, está
el futuro. Esa sería otra línea de trabajo para la Fundación Toro de Lidia,
buscarle viabilidad a las novilladas. Al fin y al cabo tan importante es la
defensa frente a elementos externos como el estímulo y fomento de los elementos
propios. Tan jodido es que nos ajusticien como que nos muramos de inanición.
Sin querer ser maximalista, es evidente que por la escasez de festejos menores
se ralentiza la aparición de nuevas figuras y con ello se mata la curiosidad
del gran público y se desangra el futuro.
Por eso quería puntualizar, se acabó la Feria de
Sevilla y comienzan las novilladas en la hermosa Hispalis. Agradezcámoslo. Ese
tramo del año de la temporada tiene menos glamour, menos eco mediático, menos
clientela, menos economía por tanto, si le preguntas al empresario te dirá
justificadamente que es una ruina, pero es imprescindible para la pervivencia
del toreo. Por ello conviene reconocer a quienes no las olvidan y urgir a
quienes tienen en su mano hacerlas viables y se ponen de lado: el mismo toreo,
empresarios, matadores, banderilleros, mozos, también la Administración, sobre
todo la Administración que debería aligerar la argolla burocrática y fiscal…
Hecha la queja, toca reconocer a las plazas que tienen novilladas, en plural,
en su abono: Valencia, Sevilla, Madrid… Zaragoza este año debe dar tres, a las
comisiones y pueblos que hacen de esos festejos su atractivo principal y urgir
soluciones. Hasta ahora la acción del sector, incluidos los aficionados que se
desentienden ante la llamada de tales festejos, no va más allá del lamento, el
suspiro y la nostalgia, nada que resuelva el problemón. Sin novilladas no hay
paraíso. / José Luis Benlloch / Redacción APLAUSOS
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