martes, 3 de abril de 2018

ENTREVISTA - Álvaro Lorenzo: "Cuando toreas con el alma, Madrid te da todo"

El matador toledano de 22 años da un salto de gigante tras descerrajar la Puerta Grande de Las Ventas el Domingo de Resurrección.
 
GONZALO I. BIENVENIDA
Diario EL MUNDO de Madrid

Con 13 años soñaba con torear su primera becerra, con 22 años ha tocado la gloria del toreo reventando Madrid. Álvaro Lorenzo era considerado un buen torero de la nueva hornada, pero por hache o por be no se contaba con él en la primera línea del toreo. El domingo puso el sistema patas arriba con una rotunda actuación en la que cortó tres orejas y abrió la ansiada Puerta Grande.

Sin alharacas, Lorenzo contesta pausadamente a las preguntas. Quizá sin ser consciente de la que ha liado. Quizá siendo demasiado consciente de la serenidad que debe mostrar un torero fuera del ruedo: "Estoy viviendo el triunfo con normalidad, sin volverme loco. Estoy muy contento pero sé que me queda mucho camino por recorrer".

Lorenzo templa su euforia con la misma determinación que cuajó a los dos toros de la ganadería de El Torero (propiedad de Lola Domecq). "Ha sido más de lo que había soñado pero tengo mil objetivos más que quiero ir alcanzando", dice.

Madrid le recibió con hostilidad en 2016 en su presentación en Las Ventas que coincidió con su despedida de novillero. La afición le pasó la factura prematura de no haber pisado el ruedo venteño siendo el novillero del momento. En 2017 confirmó la alternativa la tarde en la que salió catapultado Ginés Marín.

El Domingo de Resurrección lo era todo para su carrera: "Madrid es muy exigente, por algo es la primera plaza del mundo. De novillero fue difícil pero estuve a punto de cortar una oreja. Después en mi confirmación no tuve suerte, era un día clave y fue muy duro que no pasase nada. Ahora que he sentido de verdad el toreo en Madrid me considero un privilegiado".

La primera oreja llegó tras la faena al tercero de la tarde. Un toro con exigencia, "de los que piden el carné de matador de toros", como dicen los antiguos. Álvaro Lorenzo se entendió con él, especialmente con la mano izquierda: "Era bravo y nada fácil para estar delante. Vi que era más franco por el pitón izquierdo, decidí tirar la moneda. Salió cara y tanto el toro como la gente se entregaron".

Pero la corrida estalló en su segundo turno, especialmente en la faena de muleta que empezó por impresionantes estatuarios. El toro -de nombre Viscoso fue premiado con la vuelta al ruedo- tuvo muchas virtudes. Para el matador que tuvo en frente las principales fueron: el ritmo, la obediencia, la prontitud, la transmisión. "Creo que lo cuajé pero no recuerdo bien cómo fue la faena. Lo que tengo claro es la sensación que viví, de abandono, de olvidarme del cuerpo. Sentí que toreaba con el alma y cuando eso ocurre, Madrid vibra, te lo da todo".

Insiste en varias ocasiones en que no se acuerda de los detalles vividos. Es joven pero cuenta con oficio ya que de novillero ocupó los primeros puestos del escalafón apoderado por la Casa Lozano y respaldando sus temporadas con importantes triunfos. Sin embargo, lo vivido el domingo pasado no se parece a ningún triunfo hasta ahora conseguido por el torero: "Jamás me había sentido tan pleno. Cuando estaba toreando me llegué a olvidar de que estaba en Las Ventas. Estaba muy concentrado en hacer las cosas bien pero por encima de la técnica, en sentir todo lo que hacía".

El invierno es el momento en el que los toreros crecen artísticamente, se cuajan. La vorágine de la temporada suele impedir ese progreso. Lorenzo lo ha vivido en Badajoz, lejos de casa, aislado del mundo. Encerrado con uno de sus banderilleros, visualizando las grandes tardes de toros que continuará persiguiendo esta temporada después del lío que ha formado en Madrid.

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