domingo, 21 de enero de 2018

TEMPORADA EN BOGOTÁ – NOVILLADA DE ABONO: El paraíso perdido

En la apertura taurina del 2018 taurino en Bogotá, brilló y se malogró un excelente novillo, quizá el mejor de cuantos van en la temporada nacional. *** Cáqueza quien saludó mostró pulidas maneras, Castillo discreción y Fresneda talante bullidor. *** Aplaudido encierro.
Luis Manuel Castellanos
JORGE ARTURO DÍAZ REYES
@jadi45
Foto: EFE
Los utreros de Jerónimo Pimentel, cinco negros y un castaño, con 400 kilos promedio, trajeron bondad y fuerza en diferente proporción. Pero lo que a varios faltó fue fiereza y fondo. Antes de analizarlos, digamos que dos, el cuarto y el sexto que tumbó a Cayetano Romero, lucieron un trapío digno de la Santamaría y de cualquier plaza de primera que se precie de tal. Según la tablilla les faltaban dos meses para los cuatro años, pero los representaban sobrados, por cuajo y seriedad. Más el cuarto, castaño, ojalado y acucharado, N° 211 de 440 kilos.

Aunque no fue por esos sesenta días que no fue toro notable. Fue porque se renunció a escribir con él una gesta. Ovacionado de salida y arrastre, despertó las ilusiones de todos por su pronta, larga y codiciosa embestida, que fue tratada con una total falta de criterio en la lidia. Traía el triunfo en los pitones. Un triunfo de verdad, avalado por su presencia, y además abriendo año en la primera plaza del país. Pero no. Ni siquiera se le puso de largo como pedía, y luego con una carioca injusta fue acorralado contra la barrera recibiendo dura y prolongada paliza de Clovis. Aun así, saco fuerzas, brío y clase en el quite y en banderillas. Pero a partir de la primera tanda derecha comenzó a pagar el excesivo castigo, cayéndose y finalmente parándose. Daba pena. La gente la tomó con el picador, y la porfía irritó, por ser un inútil tratar de remediar lo irremediable. Damnificados todos, ganadero, novillero y concurrencia. La ovación que acompaño el arrastre, luego de una muerte sin brillo, sonó más a réquiem por lo que pudo haber sido y no fue.

El negro sexto recibió el coro de ¡Toro Toro! Por el contrario, sus repetidas acometidas fueron gastadas en una faena efectista y deslavazada que tuvo como triste final tres pinchazos y un espadazo chalequero. De los otros cuatro, con menor entidad y romana, fueron aplaudidos el primero y el tercero. Pese a su disparidad y a la mansedumbre del segundo y el quinto pasa El Paraíso.

Sebastián Cáqueza, es un novillero trabajado, en el que la preocupación por la postura y el aseo parecen prevalecer sobre las necesidades de la lidia y el mando. Su primera faena marcada por esos modos fue correcta y seguramente de pelo, sino hubiese asestado dos estocadas hondas delanteras. El saludo le consoló. Con el gran cuarto, por no ejercer autoridad en su cuadrilla dejo ir la posibilidad de un triunfo consagratorio. Imperdonable.

Luis Manuel Castellanos, se dio con el peor lote y repartió suertes aisladas de diferente calidad en sus dos faenas sin llegar a parar, mandar y ligar con limpieza.

Santiago Fresneda, el hijo de Gitanillo de América sigue la senda de su padre, pero con menos impacto. Es evidente que le importa más la reacción del público que su asunto con el toro. Le dio resultado por momentos, oyendo música y oles, pero no construyó faenas y a la larga fue silenciado por partida doble.

Volvimos a la Santamaría rodeada de custodia policial. No hubo agresiones ni protestas. La paz y la civilización imperaron Fue una tarde soleada y hermosa.

FICHA DE LA CORRIDA
Seis utreros de El Paraíso, disparejos y nobles. Aplaudidos en el arrastre 1º, 3º, 4º de salida y arrastre, y 6º de salida.
Sebastián Cáqueza, saludo y silencio.
Luis Manuel Castellanos, silencio y silencio.
Santiago Fresneda, silencio y silencio.
Incidencias: Saludó Carlos Rodríguez tras parear al 5º.
Sábado 20 de enero 2018. Plaza de Santamaría. 1ª de “La Libertad”. Sol. Menos de media plaza.

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