lunes, 22 de enero de 2018

TEMPORADA EN BOGOTÁ – PRIMERA CORRIDA: Una tarde tristona

Oscura, fría y con poca gente. Minuto de silencio. *** Doble confirmación, Escribano que saludó y Román que cortó la única oreja. Mientras el padrino Ramsés, quien hizo el toreo, fue silenciado. *** Duro y manso encierro.
JORGE ARTURO DÍAZ REYES
@jadi45
Mondoñedo, el hierro insignia de la plaza, trajo una escalera que subía de los 441 a los 516 kilos. Dos acuerpados castaños y cuatro negros pequeñines. Pero todos hermanados en el descastamiento y la poca movilidad. Una desilusión. Porque la corrida, pese a la escasa concurrencia, los nubarrones, algunas gotas y el yerto aire, comenzó en clave optimista. El primero fue recibido con algarabía. Tenía plaza, musculoso, alto, capirote, careto y cornivuelto. Duró nada la euforia. De inmediato el toro se paró, ignoró capotes, desvarió, se escupió del peto y lo coceó antes de ser picado en querencia. Manso y bronco. Fué la tónica de la tarde, con leves variaciones. El segundo se repuchó cinco veces de los caballos. Los otros uno más otros menos se agarraron al piso y cuando arrancaban lo hacían con malos modos. La verdad sea dicha, el público respetó el glorioso historial de la divisa y hasta dividió generosamente sus opiniones ante los tres últimos arrastres.

Con ese material complejo la terna hubo de echar mano de sus recursos para tratar de romper la sosería. Sin éxito en el balance general, pese a músicas, oles y premios discutibles. Pero el esfuerzo y la dificultad tocaron fibras vulnerables. Cada uno apostó lo que tenía. El bogotano su verdad, el sevillano su espectacularidad y el valenciano su fresco entusiasmo. La plaza fue más sensible a estos dos últimos.  

Ramsés, tuvo que participar en cuatro ceremonias, dos confirmatorias y dos devolutorias, con sus respectivos discursos. Pobrecito él que es hombre parco y adusto. Frente a un manso y un soso, se puso por encima de ambos y sin permitirse ningún truco demagógico. Que hasta hubiese resultado comprensible dadas las circunstancias. Nada. Terco en su trinidad de parar, templar y mandar, pese a la frialdad de las mayorías afectas al revuelo de trapo. Su faena con el poderoso y negado cuarto fue de contenido. Quietud, aguante, proximidad y limpieza. Lo más canónico de la corrida. Una estocada levemente desprendida fue quizá la única glosa. Tras una igualada laboriosa, la bien ejecutada del tercero tardó en hacer efecto. Y el silencio de la grada resultó chocante.

Manuel Escribano, le puso variedad y repentismo a la cosa para tratar de compensar la ninguna transmisión de su lote. Banderillas de distino formato y precisión, cambios, rodillas, tablas, medios, arrimones, circulares invertidos, molinetes, desplantes, manoletinas, etc, etc. La velocidad y el pie ágil marcaron el quehacer impactando la clientela, que en ambos turnos jaleó y en el quinto con música. Una espada en guardia y un pinchazo antes del espadazo final no fueron óbice para que le sacaran a saludar y le pidieran una vuelta que noń quiso dar.

Román, echó carisma y alegría para irse como triunfador. Empalmando las cortas tandas que tragaba el desgano del tercero, levantó simpatías, palmas y pasodoble. La cosa iba de pelo y pese al pincho y la espada no fulminante se lo pidieron duro. Su señoría se sostuvo y la vuelta fue muy celebrada. Se fajó con el sexto mansurrón, exprimiéndole viajes y viajes, de a uno con la diestra y después, cuando el animal se fue un poco a más, ligando tres tandas de a cuatro alguna de naturales, que levantaron pueblo. Cuando vino la rajada no desistió y ya en tablas arrancó muletazos agradecidos y un epílogo de genuflexos que rindió del todo la parroquia. A toro arrancado sepultó el estoque total, algo pasado, abriendo un prolongado pulso por la oreja entre chillones y presidencia. Esta  terminó cediendo, entre otras cosas porque el tiró de arrastre no aparecía y corríamos el riego de amanecer allí velando los despojos del rey de la fiesta.

Los toreros pusieron más que los toros y el público más que los toreros. De ahí el resultado estadístico.

FICHA DE LA CORRIDA
Seis toros de Mondoñedo, dispares pero bien presentados, desrazados y sosos.
Ramsés, silencio y silencio.
Manuel Escribano, quien confirmó alternativa, silencio y saludo.
Román, quien confirmó alternativa, vuelta tras petición, y oreja.
Incidencias: Saludaron: Carlos Rodríguez tras parear al 4º y Raúl tras parear al 6º.
Domingo 21 de enero 2018. Plaza de Santamaría. 2ª de “La Libertad”. Nubes y frío. Un tercio de plaza.

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