La
Ley de Descanso Dominical amenazó el desarrollo de los festejos y provocó la
movilización de los profesionales y la afición.
«Se celebró el domingo último por la mañana el
mitin en favor de las corridas de toros. El teatro de los Jardines del Buen
Retiro, con ser tan grande, resultó pequeño para contener tanta concurrencia.
Asistieron algunos toreros y ganaderos. Otros dejaron de hacerlo, alegando
imposibilidad material. Hubo discursos vehementes en defensa de la Fiesta
Nacional y censurando la ley de descanso dominical, que ha sido el golpe de
gracia, la puntilla, como quien dice, del espectáculo taurino, y se recogieron
miles de firmas, que en razonada exposición se elevará al Gobierno. El orden
fue completo». Así narraba tal asunto ABC el 10 de noviembre de 1904.
Mientras en el distrito militar de Varsovia miles
de soldados reservas se negaban a la movilización por la guerra con Japón y se
oían los gritos de «¡se nos envía a morir!», en Madrid la afición taurina se
manifestaba por la Ley de Descanso Dominical (aprobada en diciembre de 1903
bajo el mandato de Antonio Maura) que amenazaba a las corridas.
Esta ley hizo que se reactivase el club taurino La
Trastienda, situado entonces en el número 41 de la calle de Alcalá, donde se
congregaban los admiradores de Machaquito. Consideraban que sin corridas los
domingos se iba dar «media en las agujas» a la tauromaquia. Y comenzaron a
preparar un acto y el mitin en el Retiro para el 3 de noviembre.
Lleno en el Retiro
Las imágenes en blanco y negro de principios del
pasado siglo dan muestras del cartel de «No hay billetes» en el Retiro. No
faltaron a aquel mitin en favor de la Fiesta profesionales como Machaquito,
Quinito, Lagartijillo, Regaterín, Cocherito de Bilbao, Antonio Fuentes, el
duque de Veragua y Manuel Aleas. La frase más repetida: «La batalla se gana».
Se entonó también el Himno a la Libertad Torera,
compuesto por Mariano de Cavia (alias Sobaquillo), al son de la música del de
Riego. Así decía la letra: «Salvemos, salvemos/ la española lid:/ juremos por
ella/ vencer o morir/. Cuando el arte de Montes y El Tato/ hasta en Francia se
ve prosperar,/ en España un puñado de ilusos/ con el arte pretende acabar./ Si
al revuelo de cuatro manteos/ hay quien quiere matar la afición,/ los patriotas
estamos al quite,/ defendiendo el toreo español...»
La última corrida en la plaza de Madrid se había
celebrado el 29 de septiembre de 1904. El cartel: toros de Gamero Cívico para
Algabeño y Lagartijo Chico.
Visita oficial de Alfonso XIII
El asunto se resolvería durante la primavera del
año siguiente, 1905, tal y como cuenta José Julio García en su «Historia de la
Tauromaquia»: «Así se encontraba el conflicto, cuando el Rey Alfonso XIII llegó
en viaje oficial a Valencia, y entre los festejos organizados en su honor se
anunció para el domingo 11 de abril una corrida de toros, auspiciada por el
presidente del Consejo de Ministros, don Raimundo Fernández Villaverde, en la
que figuraban Antonio Fuentes, Rafael Molina "Lagartijo Chico" y José
Pascual Olmos "El Valenciano". Los diestros estaban dispuestos a no
torear, pero esa decisión suponía modificar el programa trazado para la visita
regia. Se convenció a los tres espadas y estos accedieron a actuar, mientras
que en Madrid se consideró una traición que provocó gran indignación contra los
comprometidos toreros».
Pero gracias a su decisión, varios días después,
el 21 de abril, «el Gobierno de Fernández Villaverde, del que era ministro de
la Gobernación el señor González Besada, promulgó una disposición autorizando
las corridas de toros en domingo».
Dos lunas después, el 23 de abril, se celebraron
toros en Madrid. «¡La Fiesta se ha salvado!», gritaba el pueblo. / Diario ABC de Madrid
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