martes, 9 de enero de 2018

LEER UNA NOTICIA - El llanto de la cebolla

CARLOS RUIZ VILLASUSO

Es como insistir entre las capas de una cebolla. El inmovilismo. Provoca lágrimas que no obedecen a ningún instinto, animalidad, sentimiento, dolor, alegría o pasión. La experiencia vital que consiste en que nada puede cambiar es llanto por/de la cebolla. Estoy convencido de que si uno entre muchos es capaz de mantener su dignidad, su idea, su pasión, genera alrededor y con el tiempo de él una fuerza de empatía humana. Por eso al 2108, a las gentes que nos damos el lujo de estar vivos en el 2018, les pido manifestar cada una de sus pasiones. Sí. Soy partidario de la Tauromaquia. Sí. No soy partidario de la prioridad de la mascota. Sí. Soy partidario de la animalidad desde el antropocentrismo humanista.

No es cierto que nada pueda cambiar, o que la lucha de uno no sirva para nada, que una pelea sea estéril por aislada, que una voz sea sorda por ser sólo una voz. No es cierto que un torero que apenas cobra los mínimos no pueda cambiar este sistema absurdo en donde unos ganan mucho, sobre todo porque pocos ganan demasiado. No es cierto que un ganadero al que hunden en la miseria de los pagos por compra, no pueda cambiar este modelo de ruina del campo bravo. No es cierto. Con que uno, sólo uno, en 2018 comenzara a levantar la voz, en el 2019, la levantaría uno más, quizá dos, tres…

No es cierto que nada pueda cambiar. No puede serlo porque la razón y la coherencia, la inteligencia a favor de lo justo, no es lo mismo que esa insistencia de una mosca en la ventana. Ella sólo ve luz, una salida, no conoce el vidrio y su intento de fuga es sólo multiplicación de choques. Nosotros tenemos la clave y las manos para abrir la ventana. No es cierto que no se le pueda decir a un político que dice ser uno de los nuestros que miente al decirlo porque no se mancha las manos a la hora de nuestra verdad. No es cierto.

No es cierto que nada se pueda hacer ante la desertización del país. Tampoco es cierto que no se pueda alzar la voz para denunciar una y otra vez que estamos matando lo rural en beneficio y con criterios urbanitas. Es más, es una cobardía irresponsable y una dejación frente al terrorismo ecológico, no hacerlo y estás callado presenciando el cambio social, cultural y ecológico del bienestarismo animal y su negocio. No es cierto que no se pueda cambiar esta situación. No es cierto que no se pueda alzar la voz denunciando que el bienestarismo mascostista es un negocio que prioriza ya a la mascota frente al ser humano. Hay que decirlo, hay que decirlo con argumentos, pero alto y claro.

No es cierto que no se pueda luchar, alzar la voz, rebelarse, señalar con el dedo. No es cierto que seamos pocos sino más bien es que somos pocos los que unimos nuestras voces. No es cierto que nada cambie o que nada pueda cambiar. Si este año 2018 uno de entre muchos da prioridad a sus sentimientos, a su cultura, a sus raíces, a sus derechos y alza la voz… cuando escriba un artículo en 2019, habrá dos, tres o cuatro más que también alzarán la voz. Y siete o diez en 2020… Y más el año siguiente…

Feliz voz nueva para este año nuevo.

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