Llegué a Colombia el año del César. Me costaba
trabajo tras la intensa temporada española añadir unos meses en América. Pero
en 1991, un colombiano al que José Luis Lozano puso en la feria de Madrid por
convicción pese a la oposición de los gerentes políticos de la plaza, cambió
mis inviernos. César Rincón y sus cuatro puertas grandes en una temporada
despertaron mi interés periodístico y acepté pasar dos meses y medio en este
país con el equipo de Caracol Radio y del diario El País de Cali.
Descubrí muchas cosas en un país bellísimo
golpeado por la guerrilla, por el narco y también por muchos políticos que
gobernaban de espaldas al pueblo. Un país hermoso, un torero, César Rincón, que
fue, además de un gran torero, una bandera de dignidad para la Colombia
maltratada. Aquello sucedió hace 28 años. Y sólo un año no pude venir; y sí: es
mi segunda patria, casi mi tierra, mis amigos, mi audiencia y mis lectores, mi
necesidad de volver cada año.
Y en este largo tiempo hemos perdido demasiadas
cosas en lo taurino. Y los nuevos políticos también ponen palos en las ruedas
de la Fiesta. Pero los taurinos también tienen su cuota de responsabilidad, se
han perdido ferias importantes como Palmira, Armenia, Cartagena de Indias,
Pereira, Popayán y cuatro o cinco más de segunda categoría. Ni van los
españoles, ni apenas torean los colombianos. La “segunda división” taurina
palidece. Aguantan plazas de provincia, la tercera y digna fila de pueblos no
muy grandes. Eso funciona. Quedan las cuatro grandes. Bogotá, la gran capital
del toro, con los políticos poniendo zancadillas, intenta sacar cabeza con
Negret, su gestor, peleando. Medellín, tocada. Una gran ciudad, que albergó
tantos problemas de narcos y guerras, patria de Escobar, ahora los políticos la
zarandean a diario y vive gracias al esfuerzo de Tobón y un grupo de fieles.
Cali fue la feria más grande de América, hasta diez espectáculos con llenos
viví yo. Era la gloria y se vació Cañaveralejo. Ahora Alfonso Otoya lucha por
levantarla, y es como levantar la Torre Eiffel. Es fácil vaciar una plaza, es
un milagro volver a llenarla. La que mejor salud tiene es Manizales, con Juan
Carlos Gómez, su gestión es ejemplar. Siguen los llenos y es la única que no
peligra. Así está Colombia si quieren saber la verdad.
COLOMBIA YA ESTÁ CONTAMINADA POR EL
VIRUS POLÍTICO Y ANTI
¿Qué he visto? En Cali a un Padilla que se entregó
y solo la espada le quitó la gloria. A tres toros de Achury Viejo, dos bravos y
pidiendo el carnet para David Mora, que lo tenía en regla. Y un lote de lujo
para Castrillón, que acabó a hombros. De Las Ventas de Rincón, de doce toros
embistieron dos. Y la segunda corrida levantó las iras de la afición en contra
del maestro. Y duele que a tan gran torero sus plazas se le vuelvan a la
contra. De uno de los dos buenos toros de César, Ponce se llevó el trofeo de la
feria. Y Roca Rey, Castella y Bolívar, más Guillermo Valencia, salieron a
hombros.
Lo de Manizales os lo contaré la próxima semana
porque tiene perfiles muy originales. Unos gustarían al aficionado español y
otros extrañarían. Cuando escribo he visto una corrida de Santa Bárbara brava y
con enorme interés, que me recordó los toros de la época de Ordóñez, de Camino,
de tantos recuerdos. Toros con 500 kilos o algo menos, pero hechos, guapos,
astifinos, de enorme movilidad y emoción en sus embestidas. A mi amigo José
Luis del Serranito, que me acompaña para descubrir esta bendita tierra, esta
corrida le devolvió a un tiempo en que el toro tenía vibración, movilidad y
daba triunfos y también llenaba de heridos el viejo y desaparecido sanatorio de
toreros. Colombia es un país bellísimo pero ya está contaminado por el mismo
virus político y antitaurino que soportamos en España y solo Francia ha
encontrado el posible antídoto.
LOS TOROS DE LA TIERRA FRÍA Y LOS DE LAS
TIERRA CALIENTE
Otro esfuerzo admirable en Colombia es el de los
ganaderos. Unos toros se crían en tierra fría, en altura que llega, como en el
caso de los toros de Ernesto Gutiérrez, a los 3.300 metros de altura. Son toros
más chicos que los que se crían en tierra caliente en los llanos, más pesados,
tal vez más bastos pero con mayor trapío. Al reducirse los festejos se han
reducido las ganaderías. A mí me gustan porque he visto toros bravos de Santa
Bárbara, Guachicono y Alhama, lo de Achury Viejo, Salento, Juan Bernardo
Caicedo, algo de Paispamba y Fuentelapeña y los santacolomas de Ernesto
González.
Aquí en Manizales la ganadería de la tierra, muy
querida, muy consentida, muy buscada por las figuras, es la de Ernesto
Gutiérrez, mezcla de Murube y Santa Coloma. Muy nobles, muy chicos y me ha costado
años para entender que el toro tan menguado sea tan celebrado. Y eso sí: lo de
Ernesto Gutiérrez tiene bula y la afición lo quiere aunque parezcan erales o
utreritos. Dan triunfos.
Las demás ganaderías ya no tienen esa bula y salen
con ese trapío del toro que se lidiaba en España. Hace treinta o cuarenta años.
No grande pero con trapío, movilidad y aceptación. / Redacción
APLAUSOS - @ManoloMoles
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