Luís
Bolívar desatado hace indultar el quinto. Ponce da un lírico recital solo no
entendido por el palco, que también damnificó a Castella ganándose una bronca.
Todos a fondo por los niños enfermos.
JORGE
ARTURO DÍAZ REYES
@jadir45
Fotos: EFE
El festejo, a tope, comenzó con 53 minutos de
retraso por la procesión y la liturgia. Nadie se mosqueó, la causa era noble.
Los machos de Ernesto Gutiérrez, encastados pero muy diversos de facha y
talante dieron opciones para todos los gustos y diversas lidias. El sexteto de
matadores lo tomó a pecho y ninguno se ahorró. Comencemos con el triunfador.
Luis Bolívar, tuvo en el quinto, “Misionero” Nº
125, de 418 kilos, negro capacho, material para largo. Era de muchos pies quizá
le faltaba un tranco y le sobraba revoltura, pero repetía y repetía codicioso
transmitiendo. El caleño que lo había recibido con larga de rodillas, se fajó
con él de tú a tú, en una lidia rauda, pero templada que a como avanzó fue
dándole la supremacía para extenderse con series naturales de alto contenido
que pusieron a sonar el pasodoble de las faenas excepcionales. La plaza era un
vórtice de pasión. La faena seguía y seguía sin tregua. De parte y parte. El
grito de ¡Torero! ¡Torero! y la petición de indulto se generalizaron. El
presidente indultó y el Ernesto fue dejado en la puerta de toriles con la
última tanda, para dar paso a las dos simbólicas y una vuelta muy alborotada.
Enrique Ponce, había abierto plaza con una res de
aspecto eraluno, la menos voluminosa y ofensiva de la noche además
ostentosamente despuntada. A cambio fue pastueña e inagotable. La dicha con la
hermosura. El artista mayor y la res artista. Una exhibición de toreo
sinfónico, libre de amenazas. La representación de lo bello sin lo épico. El
arte por el arte. Y la gente como loca. Desde las verónicas hasta el
descabello, todo sin mácula, parando templando, mandando, ligando y cargando
con desmayo, sin desmayo. El toreo redondo, circular y en noria. Fundidos los
dos en uno. Sonando el “Feria de Manizales” a todo timbal. La estocada tris
pasada sí, no hizo efecto, pero el descabello fue certero. Y la oreja impar
irritó a la extasiada masa que después de agasajar al maestro se las cobró a
Usía.
Pepe Manrique, anduvo más al unipase que al pase.
Sin embargo, con continuidad. La toco y me voy... y vuelvo. Los devotos
coreaban. A la salida de un muletazo perdió la cara, fue cogido y al ser
levantado iba muy dolido de una mano (posible fractura). El agresor fue dado de
baja por Ponce con un bajonazo y una estocada arriba.
El Juli, recibió un áspero que venía de largo y
así, dándole distancia, lo pasó y lo pasó con beneplácito julista, y un tenor
que actuó toda la noche, cantándole “Granada” por los altavoces. Pero la verdad
sea dicha, bastante lejos de su arrolladora tauromaquia. Un pinchazo y una espada
honda le valieron el saludo.
Sebastián Castella, brindó a la familia de Andrés
de los Ríos y se puso de inmediato por encima de los apremios y avilanteces del
cuarto. Los manizalitas que lo consideran propiedad privada le jaleaban a
morir. Usía le ordenó primero la operática aria de los toreadores, de Bizet, y
luego se lo cambió al excepcional, que ya suena más aquí que “La pollera
colorá”. Esta noche tres veces. La espada desprendida tuvo tardo efecto. El
francés esperó contemplativo, sonaron dos avisos, hasta que rodó sin puntilla.
Se vino la petición de peluda, furiosa, casi unánime y su señoría se hizo el
loco. Desatando la bronca tras la tumultuosa vuelta de desagravio.
A Roca Rey, le cambiaron el 6° porque se lesionó y
en su lugar le sacaron un desganado feucho por el cual no se daba un peso tras
los dos primeros tercios. Qué va, a este le sirven todos, le halló la distancia
y lo puso a embestir, pa´llá y pa´cá. Y cuando se paró se le arrimó y lo
exprimió. Una estocada traserilla y un descabello oportuno iniciaron una leve
petición desatendida que quedó en palmas al peruano.
Salimos casi a las cuatro horas de haber entrado.
¡Con un frio! Pero todos íbamos contentos. Hasta los más refunfuñones. Se nos
notaba. Para que vamos a decir que no.
FICHA DEL FESTEJO
Seis machos de Ernesto Gutiérrez, encastados de juego distinto Indultado el 5º
“Misionero” Nº 125 de 418 kilos, negro capacho.
Enrique
Ponce, oreja
Pepe
Manrique, cogido pasa a
enfermería
El
Juli, saludo
Luis
Bolívar, dos orejas simbólicas
Sebastián
Castella, vuelta tras dos avisos
Roca
Rey, palmas
Incidencias: Saludaron, Emerson Pineda en el 4º, y “El
Piña” y Ricardo Santana en el 5°
Raúl Morales tras parear al segundo.
Jueves 11 de enero 2018. Monumental de
Manizales. 5ª de feria (Festival nocturno). Noche seca y fría. Lleno.
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