Cali
cerró la feria recuperando exitosamente su tradicional fecha del treinta y uno.
Un extraordinario encierro de Caicedo propició el broche triunfal del año y la
feria. Castella hizo pleno de orejas y Bolivar y Roca Rey con dos cada uno
salieron a hombros por la Puerta Señor de los Cristales con el ganadero.
JORGE
ARTURO DÍAZ REYES
@jadir45
Los bellos juanbernardos, astifinos, variopintos.
conformaron lejos el mejor conjunto de la feria en la ecuación trapío juego. Pesaron
en promedio 477 kilos. Todos aplaudidos en los arrastres y el 3º y el 4º dieron
la vuelta al ruedo. Su nobleza y son los hicieron ideales para el toreo lento y
ligado en los tres tercios. Mas no fueron perfectos. De eso no hay. La raza y
las fuerzas justas les hicieron decaer en los finales, pese a que fueron
mínimamente picados o no picados. Atacaron el monopuyacito con algo de tardanza
y sin mucha fiereza, pero ya en el mostraron celo y algunos metieron riñones.
Persiguieron los banderilleros y siguieron las muletas con más fijeza y
repetición que codicia. Con eso brindaron una fiesta sostenida y entregaron
ocho orejas, que como venían las cosas en el palco hubiesen podido llegar a
doce de no haber mediado bajonazo y multipinchazos. El ganadero dio la vuelta
al ruedo tras rodar el sexto, y su pequeño hijo Martín salió a hombros por la
puerta máxima con Bolívar y Roca Rey, no con Castella que había corrido al
aeropuerto nomás matar el cuarto.
Una de las mejores tardes de Sebastián Castella en
Cali donde tiene culto. Acoplado con su generoso lote, ahondó en los cimientos
de su tauromaquia. Quietud, serenidad, verticalidad y proximidad. A “Tronante”,
el primero, le meció cinco y media verónicas, lo pasó crudo y acertó. En el
tercio de muerte abrió la pachanga con derechas e izquierdas de sobria y veraz
ejecución y de ruidoso calado popular. Algún par de trompicones no limitaron a
Usía para ordenar la música de las faenas excepcionales y las dos orejas
automáticas tras la estocada levemente descentrada. La celebración fue unánime.
Con el cuarto abundó de capa. Quite con espaldina y gaoneras y el sello de la
casa en su muleta. Cuatro por pecho y espalda engarzados con dos derechas, el
cambio y el forzado. Un follón. Siete naturales buenos ligados sustanciaron la
faena que terminó circular y bien estoqueada. Para completar el poker y escapar
temprano de la plaza.
Luis Bolívar, se tomó las cosas muy a pecho.
“Barbazul” también. Hicieron acoplado dúo. De capa y muleta, templado y ligado
en un trasteo basado en el pase natural. Unciendo las embestidas con atinada
medida y cadencia. El paisanaje bullía con banda y todo. Tras un pinchazo
arriba, una estocada fulminante y una petición escandalosa, cayeron las orejas.
Frente al quinto se fue a portagayola como si lo necesitara, tres largas
cambiadas de rodillas cantaron su vehemencia. Esa fue la tónica. Por la razón o
por la fuerza. Con respaldo de masas. Menos poso y pureza que con el segundo,
pero de no haber sido por el bajonazo costal, dos pinchos, un aviso y dos
descabellos, quién sabe cuánto pelo le hubiese tocado, pues la parcial exigió
el saludo con pasión.
Andrés Roca Rey, se abrió con tres afaroladas de
rodillas, seis delantales y revolera. Tras el gran tercio de “El Piña” y
“Viruta” La rumba era total. Volvió el peruano de hinojos con la muleta, por
delante y por detrás cuatro veces, encadenados con dos derechas y uno de pecho
sin levantarse. La locura. Corrió la mano una y otra vez con apretura en los
embroques y aguante hierático. A una suerte, la suprema, del premio mayor dio
en hueso tres veces y todo quedó en vuelta clamorosa.
Muy comprometido salió a matar el último toro del
año en el mundo. “Tesorero” 510 kilos. Por delantales, por un lado y por el
otro, por alto y por bajo buscó el triunfo, pero el toro se paró y entonces se
acunó jugando la carta del efecto. No había de otra, y el público solidario
rugió. Con eso a favor se tiró a volapié dejando la estocada desprendida. No
hubo reparos cuando de arriba flamearon los pañuelos de la redención y la tarde
terminó en un jolgorio desaforado.
El año de los toros volvió a terminar en Cali. La
gente que tanto había protestado a lo largo de la feria salió enfiestada bajo
la pirotecnia. La presidencia estuvo más que generosa, sí, pero la corrida fue
muy buena. Quizás un tris más triunfalista que triunfal. Purismos aparte, digo.
Feliz año.
FICHA DEL FESTEJO
Seis toros de Juan Bernardo Caicedo, bien presentados, muy nobles y justos de
fuerza, vuelta al 3º y al 4º, los demás aplaudidos en el arrastre.
Sebastián
Castella, dos orejas y dos
orejas.
Luis
Bolívar, dos orejas y saludo tras
aviso.
Andrés
Roca Rey, vuelta y dos orejas.
Incidencias: Saludaron Carlos Rodríguez y Ricardo
Santana tras parear al 2º, y “El
Piña” y “Viruta” tras parear al
3º. *** Al terminar la corrida salieron a hombros Luis Bolívar, Roca Rey y
el niño Martín Caicedo en
representación de la ganadería. Sebastián
Castella abandonó la plaza tras la lidia del 4º.
Cali. Diciembre 31, 2017. Plaza de
Cañaveralejo. 6ª de feria. Sol y nubes. Más de media plaza.
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